Para los antiguos griegos, el erotismo era una forma de expresión del gozo de vivir la vida en compañía de sus dioses, con quienes compartían un mismo orden colectivo. Para entender este concepto, es necesario ubicarse dentro de una cosmovisión que implica dejar a un lado los patrones mentales instituidos por la cultura occidental y cristiana y olvidar las pautas de conducta referentes a monogamia, heterosexualidad y fidelidad.
Por Guillermo Llerena Cano. En la mitología griega, Zeus gobernaba el cielo, y sus hermanos Poseidón y Hades tenían el poder sobre el mar y el submundo, respectivamente. Casado con su hermana Hera, Zeus era padre de Ares, dios de la guerra; de Hebe, diosa de la juventud; de Hefesto, dios del fuego, y de Ilitía, diosa del parto. Fiel reflejo de los griegos de la época, Zeus no conseguía saciar su deseo por la búsqueda de placer, pasión que solo sosegaba mediante el rapto o la seducción de jóvenes y bellas mortales, para lo cual se valía de fantásticas estrategias encubiertas en su poder sobre la metamorfosis. Contrainfo.com
Los relatos sobre el rapto de Europa, el mito de Dánae y el de Leda y el Cisne han sido y esperamos que sigan siendo, valiosas fuentes clásicas de inspiración erótica para poetas y artistas plásticos.
Europa hija de Agenor, Rey de Sidón, se encontraba jugado con sus compañeras en la playa, cerca a una manada de vacas, por lo que Zeus que estaba impresionado por su belleza se mezcló con el rebaño convertido en un hermoso toro blanco con cuernos semejantes a un creciente de luna. Poco a poco, se fue acercando y acabó tumbándose a los pies de la bella Europa. La muchacha, asustada al principio, fue tomando confianza, comenzó por acariciar al animal y termino sentada en su espalda. Sin dejarle tiempo para reaccionar, el toro se levanto y se lanzo hacia el mar. Así llegaron a la isla de Creta y en Gortina, Zeus se une con Europa. Fruto de estos amores nacieron Minos, Saperón y Radamantois.
Por amor o pasión se mata, se miente, se expían culpas, se rompen amistades y se disuelven lazos familiares.
Dánae era una de las hijas de Euridice y de Acrisio, Rey que alternaba el gobierno de Argos con Preto, su hermano gemelo. Consultando el oráculo, Acrisio se entera de que no sólo no tendría hijos varones, sino que su nieto, el hijo de Dánae, le daría muerte y decide recluir a su hija en una sólida cámara para evitar cualquier contacto carnal. Zeus se enamora de Dánae, que yacía desnuda sobre un lecho soñando con su ansiada libertad, se transforma en una suavísima lluvia dorada y entra en la habitación por una de las rendijas de la cámara. Así, gota a gota, Zeus va impregnando el cuerpo desnudo de Dánae. Estas gotas doradas, la invadieron toda, introduciéndole la semilla de una nueva vida, la de Perseo.
Leda era una princesa de Etolia y estaba casada con Tindáreo. Zeus se apasiono por ella y en el lago, transformado en cisne simulaba huir de un águila; una vez refugiado en su regazo logró vencer su resistencia con caricias y tuvieron amores. Leda, durmió con su marido esa misma noche. Según la leyenda, Leda puso dos huevos, de uno de ellos nacieron Helena, que sería raptada por Paris y llevada a Troya, y Pólux, uno de los Dióscuros, ambos seres divinos; del otro huevo nacieron los hijos de Tíndareo, Cástor, el otro Dioscuro, y Clitemestra que sería esposa del rey Agamenón.
Desde que el hombre comenzó a buscar explicaciones para los fenómenos naturales, que a la vez lo fascinaban y aterrorizaban, creó los dioses segun su propia imagen y los dotó de sus mismos atributos, para poder reconocerse a sí mismo en ellos.
Para los antiguos griegos, el erotismo era una forma de expresión del gozo de vivir la vida en compañía de sus dioses, con quienes compartían un mismo orden colectivo. Para entender este concepto, es necesario ubicarse dentro de una cosmovisión que implica dejar a un lado los patrones mentales instituidos por la cultura occidental y cristiana y olvidar las pautas de conducta referentes a monogamia, heterosexualidad y fidelidad.
El amor y el deseo, eran interpretados como fuerzas fantásticas y creativas, que proveían la energía para mover el mundo, el fin justificaba los medios; el erotismo creativo, lo era todo. Por amor o pasión se mata, se miente, se expían culpas, se rompen amistades y se disuelven lazos familiares.
El deseo erótico no se inhibía ante ningún obstáculo y se expresaba con total libertad entre los miembros de una misma familia, en el mundo de los dioses y en el de los mortales. Ninguna cultura muestra las relaciones incestuosas de una forma tan explícita, ni exalta con tanta libertad los vínculos homosexuales masculinos y femeninos.
Los mitos a los que nos hemos referido, son alabanzas alusivas al vehemente deseo erótico entre el poder (un dios) y la inocencia (una mortal); el es poderoso, ella joven y bella y juntos engendran hijos divinos e hijos mortales. La gran ave con pene capaz de copular con Leda, la suave lluvia que impregna y preña a Dánae y los encantos seductores del toro que secuestra a Europa, son elementos eróticos explícitos, producto de una fantasía que encontró en la metamorfosis su mejor recurso.
Guillermo Llerena Cano (Lima, 1956)
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