Llevo días tratando de sentarme a escribir un artículo nuevo. Pero no hay manera. Pareciera que los planos superiores tuvieran la realidad no física “congelada”, en proceso de actualización, reparación, o cambio, y, por ende, todos los procesos no físicos para que algo “físico” se materialice, están eso, literalmente, parados, congelados o yendo a cámara muy lenta.
Como me siento incapaz de acceder a estratos “superiores” para “sintonizar” conceptos, ideas o información que pueda plasmar en artículos, toca trabajar con aquello que está ya “casi a nivel del suelo”, es decir, toca trabajar en proyectos cuya materialización no depende en estos momentos de los movimientos en planos superiores, y plasmar cosas que ya tengo medio trabajadas, y, por ende, materializadas desde el mundo de las ideas y las causas, al mundo de los efectos y del día a día.
En este caso, que es lo que estuve haciendo ayer, andaba tratando de poner por escrito y entender, para luego poder explicar correctamente, el proceso del porqué aceptamos y rechazamos a veces información que nos llega, porqué unas personas aceptan como válida una idea y otras no, porqué unas personas llegan a creerse algo y otras no, porqué para unos un concepto es correcto y válido, y para otros no. Algo de esto ya hemos visto a lo largo de estos meses en varios artículos, ya que está relacionado con los programas y arquetipos insertados en nuestras esferas mentales, los programas de protección de la información y el mismo programa “ego”, que bloquea todo aquello que vaya contra su programación inicial y sus parámetros. Aun así, otro de los factores que evitan que algo “entre” en nuestra psique, y cambie o modifique la misma, insertando nuevas ideas o conceptos que pudieran poner en peligro la programación y comportamiento, sistema de creencias y forma de ver el mundo que tenemos, son los diferentes componentes rúnicos insertados en el patrón conductual.
Las tres fases de los procesos mentales
Toda nueva información, dato, conocimiento, etc. que llega a nosotros pasa por tres fases antes de ser completamente archivada, usada, descartada o integrada en nuestra psique, consciencia, cuerpo mental, etc.
El primer paso es la adquisición o proceso de grabación de la información, que se produce cuando adquirimos por medio de nuestros cinco sentidos, esas nuevas informaciones, que entran en forma de impulsos eléctricos, ondas, señales y percepciones, al cerebro. En este artículo de hace meses, os explicaba porqué es altamente recomendable no leer, o estudiar, o hacer actividades intelectuales con la televisión, la radio u otros ruidos de fondo, ya que no solo se graba y se recogen los “datos” del libro que estás leyendo, sino que a nivel pre-consciente, absorbes y grabas (para luego almacenar) lo que sin darte cuenta estás escuchando de la radio o la televisión. Revisad el articulo para más detalles.
Así, en la fase de absorción de información, y debido al trabajo energético y metabólico del citoplasma de las neuronas del cerebro, se liberan partículas de energía llamadas «alfas», que se convierten en otro tipo de partículas llamadas «analfas», y que funcionan como la materia prima virgen para que la primera fase del proceso mental se lleve a efecto. Es en estas analfas, partículas de energía del citoplasma neuronal, donde quedan grabados los impulsos eléctricos que conforman la información que ha entrado por nuestros sentidos, seamos conscientes de toda esa información o no.
Comparación de datos
La segunda fase del proceso mental es la fase de comparación de datos. Aquí es cuando se usan los patrones de comportamiento grabados en el tablero rúnico de la mente, del que ya hemos hablado anteriormente también. Estas “runas” se han ido grabando a lo largo de toda la vida a través de un sinfín de experiencias, y definen nuestro modo de actuar y de entender las cosas, la realidad, definiendo lo que cada uno considera como su “propia verdad”, su particular universo de existencia, diferente, por supuesto, al de cualquier otra persona. Así, cualquier información que nos llega, al entrar por nuestros sentidos físicos y grabarse en las analfas neuronales se compara automáticamente con el patrón conductual, haciendo que, como resultado de dicha comparación, se rechace o se acepte la información recibida, si concuerda con la “realidad” preestablecida de la persona o si no lo hace. Como todos tenemos infinitas variaciones de patrones de conducta en nuestro tablero rúnico, lo que es válido para unos no lo es para otros, lo que es verdad para uno no lo es para el resto (además del resto de filtros mencionados antes como arquetipos y programas insertados).
En este caso, todo o mucho de lo que es rechazado por la mente consciente pasa automáticamente a ser procesado por la esfera mental subconsciente, que luego puede decidir terminar de desecharlo o guardarlo eternamente en nuestros archivos “mentales” sin que la mente consciente se de cuenta de ello.
La fase de archivo
La última fase del proceso mental es entonces la fase de archivo, en la cual se guarda la información en forma ordenada, como si fuera una gran biblioteca, por temas, o por arquetipos más bien (todo lo relacionado con un concepto, se guarda junto), teniendo fácil acceso a la información, ya que, neuronalmente, tenemos “indexada” la posición en la capa mental de todos los datos recibidos, como podríamos tener en la nube en diferentes carpetas ordenadas por temas diferentes datos, y en nuestro ordenador una hoja Excel que indica la url de donde está cada uno de ellos en la red.
En definitiva, el hecho de que un nuevo dato o información sea aceptado o rechazado por cualquiera de nosotros, tiene mucho que ver con el tipo de configuración que uno lleva a cuestas en su patrón conductual. El desprogramarlo de todo aquello que resulta o produce un sistema limitante de creencias, permite que no descartemos, al menos automáticamente, cualquier nuevo concepto que pudiera ayudarnos a expandir nuestra esfera de consciencia, una vez procesado correctamente y analizado por la mente consciente, antes de decidir si vale la pena incorporarlo a aquello que forma parte de nuestro conocimiento o si nos sirve en nuestro particular camino de evolución personal.
un abrazo,
David Topí