«Una guerra estalla y después otra y otra aún, en diferentes lugares del planeta. Y todo el mundo se lamenta y se pregunta el porqué de estas guerras… Es muy sencillo: porque los humanos no saben aprovecharse de las buenas condiciones que les da la paz.
Encontrar qué ocupaciones tener en tiempos de paz requiere de una gran vigilancia. Ahora bien, la verdad es que incluso en tiempos de paz, los humanos siguen estando en guerra; en todos los dominios no hacen más que enfrentarse: la política, el comercio, las finanzas, la religión, la familia… son permanentemente terrenos de enfrentamiento, verdaderos campos de batalla. ¿Por qué extrañarse después de haberse desencadenado conflictos armados un poco por todas partes, con todas sus secuelas de desgracias? Y después ruegan al Señor que haga cesar estas guerras y les devuelva la paz… ¿Pero qué tiene que ver el Señor con todo eso? Es a los humanos a quienes hay que pedir que encuentren los medios para estar en paz consigo mismos a fin de poder estar también en paz con los demás.»
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