El ritual de purificación es uno de los mas extendido a lo largo de continentes y épocas. Sea mediante el agua, el ayuno o el fuego, este ritual no introduce necesariamente los conceptos de pecado, impureza o maldad, sino más bien la idea de renovación y regeneración, de dejar atrás y renunciar a un nivel, un estado o una posición. Es decir para liberar al cuerpo, a la mente y al espíritu de las ataduras de un estado anterior.
A menudo es utilizado antes de realizar algún acto ceremonial afín de arrastrar lo pasado, lo inútil, lo superfluo, y de este modo crear un vació donde tenga cabida lo nuevo, lo fresco y lo fértil. En este sentido el ritual de purificación se asemeja a las labores agrarias que concluyen con la espera de la próxima cosecha, representa la renovación de la naturaleza. Por ejemplo, la quema de los rastrojos, el barbecho, son formas de regenerar la tierra, son prácticas de renovación. De igual modo, tras el paso por un ritual de purificación como símbolo de nacimiento a una nueva vida, el novicio esta preparado para recibir la siembra de la iniciación.
La ceremonia del Temazcal o ceremonia del Inipi
Temazcal es el termino Náhuatl, mientras que Inipi es la palabra que se utiliza en Lakota.
El Temazcal o Inipi, es un ritual milenario que trasciende desde los Mayas, los Toltecas y los nativos Norteamericanos, y consiste en una ceremonia realizada dentro de una construcción cerrada a manera de choza, donde se tira agua sobre piedras al rojo vivo para crear un ambiente similar a un baño de vapor. Se utiliza también hierbas, especias e incienso.
El propósito de esta antigua ceremonia es la purificación tanto del cuerpo como del alma. Es más que un simple baño de vapor u otro tipo de sauna ya que es, en si mismo, toda una ceremonia o ritual de purificación, tanto física como mental. El temazcalero, curandero o Chamán guía todo el proceso y se busca una depuración física, emocional y espiritual. El Temazcal es considerado como un lugar sagrado donde se va a pedir por algún propósito o simplemente a agradecer y recibir la bendición y purificación de los cuatro elementos, Tierra, Agua, Aire y Fuego. Dentro se está caliente y recogido. Es en este espacio, donde nos sentimos protegidos, donde podemos iniciar una ceremonia que nos limpie y nos transforme. Queremos volver a salir (renacer) siendo una persona nueva.
Hay que recordar que el Temazcal está hecho a semejanza del vientre de la mujer, del útero de la madre. Es el mismo vientre de la madre Tierra o Pachamama, donde por un agujero estrecho y oscuro, entramos lo más desnudos posible y salimos, renaciendo a nuestra vida en el Planeta, con una visión más clara de lo que tenemos que hacer, sanar, reconciliar y trabajar.
En el intento de recobrar nuestra memoria ancestral y abrir nuestro corazón, necesitamos reestablecer nuestra conexión con la Madre Tierra: Pachamama. El Temazcal es la vuelta al Útero Materno de la PachaMama, de donde la vida se cobija y gesta, y también es volver a Nacer, más livianos, más alegres, más vitales.
El agua tiene propiedades purificadoras innatas. Limpia y purifica la energía negativa y estancada y devuelve la sensación de paz y claridad. Cada vez que nos bañamos liberamos energía negativa e incorporamos influjos positivos.
Desde los tiempos más remotos se ha utilizado en las ceremonias espirituales y se ha asociado con los misterios de la existencia humana. Aunque un ritual no necesariamente se ha de cumplir dentro de un contexto religioso, el ritual de lavado o abluciones (latín ablutio, «me lavo; lavado») se ha incorporado en numerosas doctrinas y se realiza mediante la inmersión, aspersión o afusión de una persona en el agua.
Dicha práctica se ejecuta en religiones como el judaísmo donde es denominadamikve y en el cristianismo donde toma el nombre del sacramento delbautismo.
En el Hinduismo el agua es considerada como un elemento purificador con poderes espirituales. Lavarse con agua por la mañana es una obligación diaria. Cerca de cada templo se encuentra una fuente de agua y los adeptos deben bañarse en ella antes de entrar en el templo.
Según el islam, las cinco oraciones al día (o salat) deben llevarse a cabo después de haber lavado ciertas partes del cuerpo usando agua limpia o abdesto; sin embargo, en caso de que no hubiese agua limpia se realizan abluciones con polvo o arena las cuales son denominadas tayammum.
En el sintoísmo el agua es empleada en casi todos los rituales para purificar una persona o un lugar, como es el caso del ritual misogi. El culto de los kamis (deidades), comienza, siempre, por un acto de purificación mediante el agua. La purificación permite restablecer el orden y el equilibrio entre la naturaleza, los humanos y las divinidades. El Sintoísmo es la religión autóctona de Japón basada en la veneración de los kamis, esas innumerables deidades que contiene la naturaleza. Las cascadas se consideran sagradas.
Algunos cultos emplean agua especialmente preparada para propósitos religiosos, como el agua bendita de algunas denominaciones cristianas o el amrita en el sijismo y el hinduismo.
La mayoría de las religiones tienen como bien el de ayunar , cada una lo practica y lo dispone de un modo diferente y hasta tienen propósitos un poco diferentes , pero lo importante es ayunar, en la Iglesia Cristiana se tiene como bien Ayunar antes de cualquier evento de carácter Espiritual , como: antes del miércoles Santo de ceniza y la comunión, en el Islam se realiza un mes entero de Ayuno que se conoce como Ramadán. En las culturas indígenas los Chamanes lo utilizan tanto para ellos como para sus aprendices antes de realizarse un rito de iniciación sagrado o para la toma de alguna sustancia enteogena.
El ayuno limpia el cuerpo de podredumbre y lo mantiene sano eliminando todo lo indeseable acumulado en el cuerpo durante años de alimentación inadecuada, también en el ayuno se elimina la materia astral inferior del hombre, provenientes de la alimentación carnívora y del consumo de elementos contaminantes; si bien un proceso de completa purificación puede llevar años, según el grado de envenenamiento del ser holístico.
En la Medicina Ayurveda se aconseja que se Ayune un día a al semana para tener una muy buena salud, tanto física como mental. El ayuno permite que el organismo descanse de la función de digestión y actúe en las funciones de eliminación y desintoxicación activando las capacidades de regeneración y renovación de todo el organismo, es el método de purificación mas natural y efectivo que se conoce, los animales lo realizan cuando se sienten enfermos, se abstienen de comer hasta que se mejoren y la Fuerza Vital de la naturaleza les devuelve la salud ; al ayunar se le permite a la naturaleza obrar en el cuerpo físico y los otros cuerpos (el emocional, el mental y el espiritual), y ella se encarga de restablecer la armonía y el equilibrio orgánico.
Los propósitos del ayuno son muchos : por salud, de higiene, a nivel anímico, sociales y espirituales , y cada uno de ellos no se puede separar del otro, van interrelacionados, pero los principales son dos: por salud y espiritual , de hecho el espiritual fue el mas usado antiguamente, ahora las medicinas alternativas y naturistas lo aconsejan y utilizan mucho pues han encontrado en el un método eficaz para la desintoxicación del organismo y para curar y ayudar a mejorar un sin fin de enfermedades.
El propósito del ayuno en la parte espiritual: es el de sacar todo lo venenoso, podredumbre, vibraciones astrales inferiores y energías negativas. En este proceso la fuerza vital de la naturaleza echará del cuerpo todo lo indeseable para que teniendo un cuerpo mas sano y purificado, el Ser se manifieste mas claro y profundo. El ayuno se asemeja a derribar los cimientos de una vieja casa, elimina todo lo que no sirve y estorba, para levantar nuevamente sólidos cimientos y construir con materiales nobles una morada digna donde el Espíritu pueda vivir y expresarse mas claramente.
Los innumerables rituales de purificación por el fuego de todas las culturas, son característicos de culturas agrarias. Simbolizan, en efecto, los incendios de los campos que se embellecen luego con un manto verde de naturaleza viva, representan la renovación. La más conocida de esas manifestaciones puede ser, tal vez, la de las hogueras, también llamadas candelas o queimadas. Las culturas antiguas, ya fuera la cretense, la helénica, la etrusco-romana o la ibérica, nos han legado esos ritos y costumbres de componente místico donde predominan la preocupación del hombre por la identificación con la naturaleza y la purificación a través del fuego el agua, la tierra y el viento.
Sin duda, la gran noche de las hogueras es la de San Juan, o Litha para los paganos, entroncada con las antiguas celebraciones del solsticio vernal y considerada como una de las noches mágicas por excelencia. La noche de San Juan, donde se queman los malos augurios en forma de objetos del pasado y se piden los deseos al mar, se convierte en un homenaje a la Madre Naturaleza que nos ofrece misterios con los que el hombre ha convivido miles de años. En el Sabbath de Litha celebramos la noche más larga del año, la llegada de una nueva estación, la estación de la cosecha, y el solsticio de verano.
Otro ritual de purificación es el Agnihotra de la tradición ayurvedica. Es un proceso de purificación de la atmósfera mediante la acción del fuego preparado en una pirámide de cobre, sintonizado al biorritmo de la salida y la puesta del sol. Este ritual ayuda a establecer un equilibrio bioenergético en toda la naturaleza: atmósfera, suelos, aguas, plantas, animales, y seres humanos.
La custodia del fuego sagrado como símbolo purificador y regenerador se extiende de la antigua Roma a Angkor, desde el Occidente al Japón. EI fuego es el símbolo divino esencial del mazdeísmo. La liturgia católica del fuego nuevo se celebra en la víspera pascual. La del Shintó coincide con la renovación del año. El papel del herrero introduce al de su pariente el alquimista, que confecciona la inmortalidad en el fuego de su hornillo. En Oriente, el fuego del crisol interior, se corresponde con al plexo solar y al Chakra Manipura que evoca también «el fuego que no quema» del hermetismo occidental. Los taoístas, por otra parte, entran en ese fuego para liberarse del condicionamiento humano. Buddha substituye el fuego sacrificial del hinduismo por el fuego interior, que es a la vez conocimiento penetrante, iluminación y destrucción de la envoltura: «Atizo en mí una llama… Mi corazón es el hogar, la llama es el yo domado». El hombre es fuego, y como tal ha de disolver su envoltura y unirse a la fuente de la que está separado. Los Upanishad aseguran paralelamente que quemar por fuera no es quemar. De ahí los símbolos de la kundalini ardiente en el yoga, y del fuego interior en el tantrismo tibetano.
El Fuego, en los ritos iniciáticos de muerte y renacimiento, se asocia a su principio antagonista, el Agua. Así, la purificación por el fuego es complementaria de la purificación por el agua. Como el sol por sus rayos, el fuego por sus llamas simboliza la acción fecundante, purificadora e iluminadora. Pero presenta también un aspecto negativo: obscurece y sofoca por su humo, quema, devora, destruye. El fuego también simboliza el intelecto, es decir la conciencia, con toda su ambivalencia: la Ilama que sube hacia el cielo representa el impulso hacia la espiritualización. El intelecto en su forma evolutiva es servidor del espíritu. Pero la llama es también vacilante, lo cual explica que el fuego se preste igualmente a representar el intelecto en cuanto olvida al espíritu. Recordemos que el espíritu se entiende aquí en el sentido de supraconsciente. EI fuego humeante y devorador, todo lo contrario de la llama iluminante, simboliza la imaginación exaltada, lo subconsciente, la cavidad subterránea, el fuego infernal, el intelecto en su forma rebelde: en pocas palabras, todas las formas de regresión psíquica. El fuego es también, en esta perspectiva, en cuanto quema y consume, un símbolo de purificación y de regeneración. Hallamos aquí el aspecto positivo de la destrucción. Purificadora y regeneradora, el agua también lo es. Pero el fuego se distingue de ella en que simboliza «la purificación por la comprensión», hasta su forma más espiritual, por la luz y la verdad; el agua simboliza la purificación del deseo hasta su forma más sublime, la bondad.
En un proceso ritual se incluye prácticas de muy distinta complejidad. Un ritual comprende un conjunto de actos y/o interacciones más o menos estructuradas, emparentadas y marcadas de algún valor simbólico y que generalmente encuentran un sentido o razón de ser en un contexto especifico. El ritual no se restringe únicamente a la ceremonia de realización, sino que incluye el proceso completo de preparación, la experiencia misma de ejecución y reintegración posterior a la vida cotidiana. Pues en todo ritual se distingue un aspecto formal y un aspecto vivencial, que forman un todo indisoluble. Un rito desde el aspecto formal prescribe un conjunto de acciones simbólicas que han de ejecutarse de un modo determinado y en cierto orden (tiempo y lugar adecuados) y pueden o no estar acompañados por fórmulas verbales. El componente vivencial implica la exigencia de un fuerte compromiso en su realización, sin el cual la experiencia carecería de significado privado, convirtiéndose en algo vacío. Cuanto más flexible sea el proceso de ejecución de un ritual, mas sencillo sera incorporar nuevos significados que se ajusten a los cambios históricos e individuales, potenciando de ese modo, un estado adecuado de conciencia que evoque emociones intensas.
Las principales funciones descritas que cumplen los rituales en la vida de las sociedades, pueblos, familias e individuos son las siguientes:
1. Los ritos hacen predecible la vida, proporcionando un sentimiento de pertenencia al grupo, que incide en el sentimiento de identidad de los individuos que lo forman. Los rituales ordenan y regulan el funcionamiento social, confirmando la estructura social, promoviendo a la vez una evolución en esta con mínimos conflictos.
2. Otra función primordial es la transmisión de la cultura, valores y normas más perdurables. Por un lado, crean un sentimiento de solidaridad, cohesión y continuidad en los grupos, y por otro, contribuyen notablemente a la creación de los sistemas de creencias de un grupo.
3. Los rituales tradicionales no sólo canalizan la coordinación social entre individuos, familias, y pueblos o comunidades en el aquí y ahora, sino también entre el pasado, presente y futuro representados por las diversas generaciones.
4. Los rituales de transición señalan y al mismo tiempo permiten efectuar el paso de una etapa a otra del ciclo vital. Su componente de acción hace que los roles, relaciones, normas y concepciones del mundo se modifiquen durante su ejecución. Admitiendo que toda transición supone en mayor o menor medida un desequilibrio, las ceremonias rituales aportan una estructura conductual en la cual pueden acontecer los cambios y, después, normalizan la vida que sigue a los mismos.
5. Gracias a los símbolos que engloban, los rituales cumplen una triple función:
(a) En primer lugar, proporcionan significados polivalentes a conductas, afectos y cogniciones, lo que incide directamente en las partes abiertas o creativas de los rituales;
(b) en segundo lugar, dichos símbolos caracterizados por la multiplicidad de significados evocan intensas emociones, uniendo en una misma experiencia fenómenos muy distintos que no podrían asociarse simplemente por medio de palabras;
(c) trabajan al mismo tiempo con los polos sensoriales y cognitivos del significado, razón por la cual es importante cultivar la potencialidad de cambio del más mínimo detalle, también del estético.
6. La naturaleza simbólica del ritual hace posible que operen y se mantengan al mismo tiempo los dos aspectos de una contradicción. En el ritual de correr el gallo, por ejemplo, la continuidad y el cambio.
7. Los rituales aportan apoyo y contención a las emociones generadas por crisis vitales. Esta función se ve mejor en situaciones vitales difíciles, por ejemplo la muerte de un ser querido. En tales situaciones es frecuente que las personas no manifiesten sus emociones ni sentimientos por miedo a la abrumadora amenaza de una pérdida de control. Precisamente, en dichas circunstancias, es cuando los rituales favorecen y encauzan la expresión de fuertes emociones, impidiendo que se desborden. Asimismo, propician una elaboración no consciente de la crisis, haciendo que los sujetos contemplen los cambios, operados en ellos y en sus relaciones, como algo que escapa a su comprensión.
8. Finalmente, los rituales favorecen cambios en el estado de conciencia, ya que, como mínimo, centran la atención de los participantes en aquello que están experimentando o presenciando, creando un ×estado de atención. Diversos autores han propuesto la utilización de vías no conscientes de transmisión de mensajes, por parte del ritual, como una posible forma de evitar posibles resistencias conscientes a los mensajes que este trasmite.
En algunas ocasiones se emplea el ritual como “herramientas de trabajo” con el objetivo de conseguir un cambio sistémico. Los rituales son procedimientos propios de pueblos y grupos que promueven el cambio individual, tribal y social. Las acciones y símbolos forman parte de ellos, aunque varíen en complejidad y duración. La repetición, aunque puede componer algunos rituales no es un elemento necesario.
Los antropólogos fueron los primeros en analizar los rituales. Sostienen que los ritos convalidan la estructura social actual y promueven la resolución de problemas personales y sociales, al facilitar la manifestación de ideologías, valores, normas y emociones mediante los actos simbólicos.
En las sociedades y culturas africanas, el paso de la niñez-adolescencia-adultez, es representado con el “rito de iniciación de la serpiente”. Este rito consiste en que al igual que la serpiente que muda de piel, el niño se transforma en adulto y se hacen una serie de danzas y junto con pinturas y vestidos representa el paso de una etapa a otra.
Los “ritos de iniciación” ayudan a los participantes a integrarse de forma exitosa a nuevos modelos de conducta dentro de la comunidad. Son un método formalizado para redistribuir el poder tribal y reorganizar las nuevas relaciones, le brinda a los adolescentes la oportunidad de aumentar su autoconfianza cuando experimentan la aceptación y el éxito de su crecimiento.
Todo ritual debe ser lo suficientemente flexible para así adaptarse a las nuevas necesidades individuales y colectivas.
Los rituales de las sociedades primitivas cumplen una triple e indisoluble función sociocultural:
1. Organizar la vida de los pueblos definiendo y confirmando su estructura social.
2. Si son adecuadamente flexibles, introducir armónicamente las nuevas normas y valores que la evolución histórica exige.
3. Dotar de significado a las experiencias vitales, convirtiéndose en un valioso instrumento para aprender no sólo las normas y valores patrimonio de la tribu, sino también todo un compendio de conocimientos y habilidades imprescindibles para la vida.
1. Rituales de Transición:
Actúan en las transiciones normativas experimentadas por personas y grupos a lo largo de su vida, marcando el final de una etapa de desarrollo y comienzo de otra nueva. Estos procedimientos cambian el funcionamiento del grupo al que pertenecen los protagonistas de la transición. Transforman los roles y estatus de los participantes, alteran sus frecuencias de interacción, organizan sus estados internos afectivos y cognitivos e introducen cambios prescritos en sus relaciones, que quedan reemplazadas por otras nuevas y cualitativamente diferentes.
Se diferencia tres etapas fundamentales en una situación de transición:
a) Etapa de separación o “segregación”: Comprende una serie de ritos de separación. Su finalidad es que la interacción del sujeto con el grupo que se desliga se reduzca ostensiblemente o termine por completo.
b) Etapa marginal: Es sumamente compleja. En ella, el sujeto se encuentra entre 2 posiciones, la antigua y la nueva. El proceso de cambio del ritual declara simbólicamente muerta la antigua situación.
c) Etapa de incorporación a la vida” normal”: Se delimita a través de un rito de reunión con la comunidad, normalmente concretado en una gran fiesta, que define que las relaciones han cambiado y que las frecuencias de interacción ahora serán diferentes. En este ritual de paso se incorporan los ritos de iniciación.
2. Rituales de Continuidad:
A diferencia de los ritos de transición que generalmente se realizan solo una vez en la vida de cada individuo, los rituales de continuidad se ejecutan repetidamente, siendo su finalidad marcar el ritmo de la vida y mantener una continuidad, una normalidad dentro de cada etapa del ciclo vital.
Entre los ritos de continuidad se encuentran: Telécticos e intensificación.
a) Telécticos: Pueden ser diarios, semanales o anuales. El término griego “teléctico” significa desprenderse de lo viejo (despedida y dar la bienvenida a los nuevo, saludo).
Hechos tan comunes en la vida cotidiana como las acciones de saludar y despedirse producen un intercambio de mensajes emocionales como alegría y tristeza, fundamentalmente a través de canales no verbales. Los participantes indican que juntos forman un sistema en el que ciertos sentimientos juegan un papel importante y en el que ocupan ciertas posiciones y representan ciertos roles.
b) Intensificación: Actividades ritualizadas colectivas de un grupo, actividades que pueden coincidir con los cambios periódicos del entorno.
En nuestra cultura, la ausencia de rituales de continuidad conduciría a un elevado grado de confusión o ambigüedad y a conflictos acerca de los roles dentro de la comunidad.
Las celebraciones constituyen acontecimientos anuales festejados ampliamente en el contexto cultural: Año Nuevo, Acción de Gracias, Natividad, la festividad de Holi. La universalidad de sus símbolos designa al clan o a la tribu como grupo perteneciente a una determinada cultura, aportándole una identidad cultural.
Las tradiciones como conmemoración del principio o final de un ciclo: nacimientos, aniversarios, cumpleaños, siembras o cosechas están menos establecidas culturalmente y forman parte de la identidad e idiosincrasia de cada grupo, diferenciándolo del resto de su misma cultura.
Las rutinas de la vida cotidiana, son actividades diarias, de las que por habituales se tiene menos conciencia, con alto contenido simbólico, desarrolladas en torno a la hora de la comida, la hora de acostarse, las visitas de amigos o familiares y momentos de ocio.
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