«Para dominar los sentimientos y los pensamientos, hay que empezar muy pronto vigilando los gestos de la vida cotidiana. Ésta es la única forma de desarrollar las facultades psíquicas necesarias para el control de todas las fuerzas instintivas. Mientras no hayamos aprendido a ejercer nuestra voluntad en los menores gestos de la vida cotidiana, no conseguiremos dominar el odio, la ira, el desprecio, el asco, el deseo de venganza…
Observad solamente la forma de comportaros en la mesa: os daréis cuenta de que no controláis vuestras manos. Movéis el tenedor, el cuchillo, zarandeáis los vasos, dais golpecitos en el borde de los platos, desmigáis el pan, etc… ¿Cómo pensáis que vais a poder controlar unos poderes que os sobrepasan, si todavía no habéis conseguido controlar vuestras manos? Incluso cuando meditáis, no siempre lográis mantenerlas inmóviles. ¿Queréis realizar grandes cosas? Pues bien, empezad por las pequeñas, porque son las cosas pequeñas las que un día nos permiten lograr las grandes.»
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