El ojo humano puede distinguir hasta dos millones y medio de colores diferentes. Marcan nuestra existencia configurando el entorno que nos rodea pero, ¿son realmente como los vemos? Y más importante, ¿los demás ven los colores como uno mismo?
Estamos integrados en una realidad codificada por formas y colores que aprendemos desde que nacemos y que asimilamos a lo largo de nuestra vida. Desde la ropa que nos ponemos a los alimentos que comemos, los colores nos sirven de guía, pero ¿son realmente lo que parecen?
El documental ‘El misterio de los colores‘, de Sophie Robinson, se plantea una importante cuestión: ¿qué pensarías si alguien te dijera que el cielo no es realmente azul o que las hojas no son verdes? A través de un recorrido por los trabajos de una serie de investigadores, la pieza indaga en cómo el ser humano es capaz de percibir el color y de la importancia que éste tiene en nuestro universo emocional.
La superioridad del rojo
Hace unos años un grupo de científicos quiso averiguar la influencia que el color rojo tiene sobre nosotros. El equipo, capitaneado por Russell Hill, de la Universidad de Durham, partía de la base de que el rojo está profundamente enraizado en la mente humana y evoca emociones contradictorias que van desde el amor apasionado al peligro e incluso la violencia. «Empezamos a formular hipótesis sobre la influencia que podía tener sobre los humanos y sobre si la ropa que llevamos pudiera condicionar nuestra superioridad en situaciones de peligro», explica. El doctor decide centrar su estudio en el Taekwondo y los Juegos Olímpicos de Pekín les ofrecen una oportunidad única.
En los deportes de combate a los participantes se les asigna aleatoriamente el rojo o el azul para distinguirlos sobre la plataforma. De esta manera, si el color no influyera en el resultado final deberíamos encontrar un número similar de victorias entre los competidores pero, tras analizar los resultados de los combates, comprobaron que los rojos ganaban mucho más que los azules con dos tercios de victorias en los asaltos analizados. Por tanto, la primera conclusión a la que llegan es que vestir de rojo ayuda en situaciones competitivas.
Pero quisieron ir más allá y decidieron cambiar digitalmente los colores de los competidores y mostrarle los vídeos a los árbitros. El resultado fue que al estar los colores cambiados, los jueces dieron más puntos a los jugadores que ahora iban de rojo, cuando en la competición había sido al contrario, de manera que el color rojo también influyó en el juicio de los jueces, demostrando que el color que elegimos es más que una preferencia estética. Vestir de rojo nos puede convertir en ganadores.
El azul en el comportamiento
El color azul tiene un poder asombroso en nuestras vidas. Mark Hensman, diseñador de iluminación, decidió utilizar los tonos azules para decorar un restaurante de Londres, pese a que los decoradores de este tipo de locales suelen emplear los marrones y rojos porque se les supone la capacidad de abrir el apetito. «Decidimos emplear la luz azul para dotar al espacio de un ambiente cálido, es difícil de explicar porque a priori es contrario a la intuición. Esta luz hace que todo parezca más cálido, incluido el tono de la piel, de manera que la gente guapa parece aún más guapa», asegura.
A las pocas semanas de su apertura se dieron cuenta, además, de que a partir de las diez de la noche el comportamiento de los comensales empezaba a cambiar, la atmósfera cobraba vida y vibraba creando un ambiente especial, se potenciaban las buenas sensaciones que iban aumentando a lo largo de la noche a medida que intensificaban el componente azul de la iluminación.
La explicación puede encontrarse en las teorías de Russell Foster, neurocientífico de la Universidad de Oxford, quién asegura que existe un reloj interior regulado por la luz y que gracias a la percepción de la luz calculamos la hora del día y, por tanto, los patrones de sueño. Su equipo ha descubierto una célula del ojo humano llamada ‘célula del ganglio fotosensible’, que está conectada a una gran variedad de estructuras del cerebro como son los niveles de excitación, de alerta o de sueño y que es esencial para regular el reloj interior.
Estas células que envían señales al cerebro para mantenernos despiertos son sensibles sólo a una longitud de onda de la luz, la azul. Por ello, los clientes del restaurante parecían ‘despertar’ a la hora en la que normalmente las personas comienzan a estar cansadas.
La ilusión de los colores
Según Jay Neitz, de la Universidad de Washington, el color está enraizado con nuestro pasado evolutivo. Al principio sólo teníamos sensibilidad al color azul y amarillo, por el mar y el sol, que eran los elementos de los que se alimentaban los primeros organismos unicelulares. Luego ampliamos nuestro espectro al rojo y al verde, gracias a los cuales los primates empezaron a reconocer la frutas y los vegetales. Por lo tanto, el azul y el amarillo están conectados con nuestras emociones, con los sentimientos básicos esenciales, en cambio el rojo y el verde los tuvimos que aprender, son más modernos, poniendo así de manifiesto por qué no todos los colores son iguales.
Para Beau Lotto, del University College de Londres, las ilusiones guardan el secreto sobre los mecanismos de los sentidos y una de las principales ilusiones es el color, «que nos resulta muy útil para ver el mundo tal y como necesitamos verlo», asegura. Según el investigador, que ha desarrollado una serie de experimentos con 150 hombres y mujeres de distinta nacionalidad y edad, cuando se trata de ver el color no podemos disociarlo de nuestra experiencia ecológica y vital, lo que sugiere que cada uno de nosotros puede ver los colores de manera distinta dependiendo de factores como el sexo, el nivel social o el estado de ánimo.
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Publicado por SAIKU
DE TODO UN POCO.