«¿Por qué debéis vigilar siempre vuestros pensamientos, vuestros sentimientos y vuestros actos? Porque estáis habitados por todo un pueblo de células que reproduce vuestras actitudes, vuestro comportamiento. Cada vez que os permitís una transgresión, este pueblo toma nota de ello y os imita. Así pues no os sorprendáis si después sentís molestias, inquietudes. Sois vosotros los que, con vuestro ejemplo, habéis educado mal a vuestras células y muchos desórdenes, muchos trastornos físicos y psíquicos son la consecuencia de esta mala educación.
Trabajáis refunfuñando, zarandeáis las sillas, cerráis las puertas a patadas, chocáis contra los muebles, lanzáis los objetos… Poco tiempo después sentís que hay algo que no va en vosotros y os preguntáis qué es lo que sucede. Es inútil que vayáis a buscar muy lejos: es simplemente que pequeñas criaturas que hay en vosotros, vuestras células, que os han visto actuar, os están imitando: refunfuñan, se ponen nerviosas, dan golpes…»
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