«Si los físicos, los químicos y los astrónomos del pasado no nos hubiesen legado una herencia inmensa, ¿qué podrían hacer los investigadores actuales? Imaginaos a un químico que tuviese que volver a descubrir la composición del agua o un físico la ley de caída de los cuerpos o un astrónomo la de la gravitación universal…
Está bien que recibamos herencias en el plano físico e intelectual y que las reconozcamos, pero no debemos olvidar las que hemos recibido en el plano espiritual. ¿Dónde estaríamos sin la herencia de los Iniciados y de los grandes Maestros? Los que creen poder arreglárselas sólo con su experiencia tan limitada y sus esfuerzos personales insuficientes, no irán muy lejos: pronto se darán cuenta de lo débiles e ignorantes que son. Que sean a partir de ahora más modestos y aprendan a contar con los seres que le son superiores por su saber, por su luz, los grandes Maestros de la verdad. Que se conecten con ellos para poder recibir su experiencia y entonces descubrirán los poderes del espíritu.»
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Sin toda la sabiduría que hemos heredado de nuestros antepasados, tendríamos que empezar a balbucear de nuevo.