Hace 2.000 años, en Patagonia, era una práctica común que la gente modificara los cráneos de los bebés. Y no eran los únicos. Los motivos no están completamente claros en muchos casos.
Si te golpeas la parte de atrás de la cabeza, verás que es muy dura. Pero en la infancia temprana no es así y, con las técnicas adecuadas, puede ser moldeada, cambiando su forma para siempre.
Bienvenido a la práctica de transformar el cráneo humano. Ha sido documentada en grupos de todo el mundo, desde hace 45.000 años hasta ahora.
Algunos lo hicieron por estética, otros por poder. En muchos casos, solo podemos intentar adivinar las razones.
Resulta que esta práctica era común entre los cazadores-recolectores en Patagonia, en Sudamérica, hace 2.000 años.
Decenas de estos cráneos modificados ofrecen nuevas pistas sobre por qué lo hicieron.
Modificación temprana
En 2009, un equipo de arqueólogos encontró restos intrigantes en una tumba antigua.
Mara Alfonso-Durruty, antropóloga de la Universidad de Kansas State, en Estados Unidos, fue invitada al Instituto de la Patagonia chileno para investigarlo. Le habían dicho que se iba a encontrar con un cráneo extremadamente modificado.
Cuando llegó y empezó a ver los otros cráneos, vio que de hecho había varios cráneos modificados, algo que antes no se había visto en Patagonia. De 60 cráneos adultos, 18 (el 30%) habían sido modificados.
Además del obvio, nadie más se había dado cuenta de las modificaciones, porque los otros cambios eran más sutiles y podían parecer una variación natural para un ojo no experto.
Modificar un cráneo no es fácil. Nuestros cráneos son bastante duros, así que cuando ya se han formado completamente, es demasiado tarde para cambiarlos.
Hay que empezar en la infancia temprana, cuando el cráneo del niño es lo suficientemente blando para que se pueda cambiar su forma.
La decisión para modificarlo tuvo que ser tomada por los cuidadores del niño, y es probable que empezaran al poco tiempo de nacer.
No tendría que ser necesario hacer esta advertencia, pero no lo intentes en casa.
Una forma en que un padre puede dar forma al cráneo de su hijo es vendando con fuerza la cabeza con trozos de tela.
Esto fuerza al cráneo hacia arriba y da a la cabeza una forma cilíndrica, como la que se ve en la foto.
Pero este método es peligroso: si la tela se envuelve demasiado fuerte, esto podría matar al niño, como sucedió en el caso de unos restos descritos en Perú en 2008.
Otro método utilizado creaba una forma distinta. Los cráneos planos (en la foto de abajo) eran creados con duros tablones de madera.
La cabeza del bebé se presionaba contra ellos durante largo rato, a veces en la frente y por detrás. «Parece que alguien golpeó una puerta contra él», dice Alfonso-Durruty.
Una cuna para aplanar la cabeza
Algunos nativos americanos utilizaban un aparato en la cuna.
«El bebé era atado a la cuna de forma que las madres no tenían que preocuparse. Esta forma de deformación pudo ser, al menos al principio, accidental», dice Mercedes Okumura, arqueóloga en el Museo Nacional, en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Brasil.
«Después de algún tiempo, la gente se dio cuenta de que la cabeza del bebé se aplanaba, así que empezaron a usar la cuna de madera para obtener un cráneo deformado intencionalmente».
La transformación es irreversible y para mucha gente, suena extrema. Peroera una forma importante de identificarse con el grupo. Y puede ser que se considerara bella, dice Okumura.
«Hay fuerte evidencia de que la manipulación física de los cráneos se hacía no solo para reforzar las distinciones sociales, pero también para consolidar el poder político. De esta forma, puede servir como símbolo permanente de solidaridad de grupo y de las diferencias culturales entre grupos».
Símbolo de estatus
En algunos casos, modificaciones craneales sirvieron como símbolo de estatus, para señalar la clase social de alguien: este era el caso de los oruro, en Bolivia.
«Individuos de clase alta tenían cabezas tabulares erectas, la clase media tenía cabezas oblicuas tabulares, y el resto cabezas con forma de anillo«, dice Okumura.
Pero los cazadores-recolectores de Patagonia no vivían en sociedades bien estructuradas en las que fuese necesario subrayar esas distinciones. En su lugar, pasaron sus vidas migrando de sitio en sitio.
Así que Alfonso-Durruty se sorprendió al ver que tantos habían deformado sus cráneos.
Probablemente no deformaron sus cráneos para mostrar pertenencia al grupo, dice, sino para ayudarlos a expandir sus territorios y ganar acceso a nuevos recursos.
Puede que esto suene raro. ¿Cómo puede un cráneo con forma rara ayudar a los grupos a obtener acceso a nuevos lugares? Pero cuando empiezas a estudiar los detalles, empieza a tener más sentido.
Esta gente vivía en sitios con recursos dispersos, dice Alfonso-Durruty. «En ese caso tu mejor estrategia es expandir tu red, de forma que tú y tu grupo pueda acceder a distintas zonas en el territorio».
La mejor forma para expandirse es hacerse amigo con otros. Deformar tu cráneo no es algo fácil de hacer o de simular, así que los que lo hacían mostraban inmediatamente que eran un grupo confiable.
«Haciendo esto señalaban relaciones con individuos de otras regiones», dice Alfonso-Durruty. Marcas simples en sus cuerpos no serían una señal tan fuerte.
A estos pueblos les favorecía estar bien conectados, y tener un cráneo con forma extraña probaba que habían adquirido información sobre cómo hacerlo de otro grupo en el que confiaban.
«Era una estrategia social que permitía a los individuos acceder a recursos, que eran por momentos impredecibles, en un gran territorio», dice Alfonso-Durruty.
Quizás incluso esto les ayudó a expandirse. Se sabe que en la zona se vivió un crecimiento poblacional en esa época.
Pistas en la comida
La idea se apoya también en los análisis llevados a cabo por el equipo sobre qué comía esta gente.
Todo lo que comemos deja pequeños trazos en nuestros huesos, así que analizando los restos, los investigadores descubrieron que estos habitantes de Patagonia tenían una dieta mixta.
Comían cosas del mar y de la tierra, lo que muestra que vivieron en diferentes zonas.
Pero todavía quedan muchas preguntas sin responder.
Por ejemplo, no sabemos durante cuánto tiempo se practicó la deformación de cráneos, o si era más extrema en los hombres o en las mujeres. Tampoco se sabe qué tipo de modificación era la preferida, ni por qué.
No se sabe si los bebés tenían elección.
Pero cuando consideramos cuánta gente hoy en día está dispuesta a modificar drásticamente su cuerpo, no parece sorprendente que algunos padres decidieran modificar los cráneos de sus hijos, especialmente si esto les daba una probabilidad mayor de prosperar como adultos.
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