«Los salafistas matan más cantidad de musulmanes que de no musulmanes», dice Pierre Conesa.
Pierre Conesa, ex alto funcionario del Departamento de Defensa y catedrático en el Sciences Po (Instituto de Estudios Políticos de París), habla con Middle East Eye sobre las consecuencias potenciales de los atentados en París y del peligro creciente del salafismo.
-Middle East Eye (MEE): ¿Cómo explica que el Estado Islámico (EI) apuntara a Francia y no a los otros miembros de la coalición internacional que actualmente llevan adelante acciones militares en Iraq y Siria?
-Pierre Conesa (PC): Desde el momento en que [el ex presidente] Nicolás Sarkozy asumió el cargo, Francia alineó por completo su política con la de EE. UU.
Para el mundo árabe, Francia se convirtió en la punta de lanza de la ofensiva europea. Comenzó en Libia con los juicios por los casos de VIH, y continúo con François Hollande y sus declaraciones contra Siria, más severas que las de Barack Obama.
El EI debe haber sabido diferenciar entre Jacques Chirac (que se opuso a la guerra contra Iraq) y los neoconservadores, Nicolás Sarkozy y François Hollande.
Existe un vínculo evidente entre el activismo neoconservador en Francia y esos ataques. Por desgracia, Francia subió muchos peldaños en la lista de enemigos.
La segunda razón es que Francia es una tierra de inmigrantes. Tiene las comunidades chinas, judías, armenias y musulmanas más grandes de toda la Unión Europea.
De hecho, la opinión pública francesa es más sensible a las cuestiones diplomáticas.
Se ha demostrado en el pasado, por ejemplo en el caso Mohamed Merah [en referencia a los asesinatos de 2012 en el sur de Francia cometidos por un francés de origen argelino], que había pocas personas dispuestas a realizar ataques motivados exclusivamente en las acciones militares de Francia en el extranjero.
-MEE: En el video difundido para adjudicarse los ataques, EI convoca a todos los musulmanes franceses que no pueden ir a Siria a luchar, a que lleven a cabo más atentados en Francia. Más allá de la estrategia obvia de generar miedo, ¿no cree que el EI quiere crear una división en la sociedad, una ruptura, o aún peor, una guerra civil en Francia?
-PC: Para contestar esta pregunta con propiedad, primero tenemos que mencionar al salafismo.
Los salafistas sostienen que son los mejores musulmanes del mundo, y que a ellos les corresponde hablar en nombre de la comunidad musulmana mundial, la Umma.
El año pasado, escribí un informe llamado «Política de antirradicalización en Francia», en el cual contaba la diferencia entre aquellos que se atribuyen representar a todos los musulmanes y la clase media francesa de origen musulmán, que «dio nacimiento» a elites, artistas, escritores, ingenieros…
Esa clase media se ve confrontada con los salafistas, que los consideran traidores e «informantes». Irónicamente, los salafistas matan más cantidad de musulmanes que de no musulmanes.
-MEE: ¿No es una meta clara del EI crear o incitar una atmósfera de sospecha hacia los musulmanes en Francia?
-PC: Por supuesto. La tal denominada apelación a la unidad solo incentivará la ya existente confusión y despejará el camino de la radicalización ultraconservadora.
En contra de la idea de que todos los musulmanes son responsables, y ahora que el estado de emergencia se ha desencadenado, es aún más necesario dialogar con los musulmanes franceses para evitar errores groseros.
Por ejemplo, tomemos el caso de la familia de Mohamed Merah. Uno de sus hermanos y su hermana lo apoyaron; sin embargo, su otro hermano condenó de forma clara su accionar.
El gobierno debe ser capaz de establecer la diferencia. Incluso más, cooperar con los representantes de la comunidad musulmana, sus teólogos, y cualquiera que esté dispuesto a evitar que ocurran otros atentados. Ellos son los que más pueden ayudar a las autoridades.
-MEE: Hasta el momento, ¿el gobierno no ha hecho lo suficiente?
-PC : Antes de los atentados contra Charlie Hebdo y el supermercado kosher [de enero de 2015], las políticas contra el extremismo no eran ni claras ni constantes.
El accionar de la Policía fue muy eficiente y exitoso. Sin embargo, para prevenir la radicalización de la sociedad, Francia debe abordar el discurso de la victimización empleado por los salafistas utilizando a los teólogos y las herramientas culturales que mostrarán a los verdaderos responsables: los salafistas, y no la comunidad musulmana en su conjunto.
Siempre remarqué que debemos identificar al auténtico objetivo: «El verdadero enemigo de la República es el movimiento salafista», ya que lugares comunes como «fanático musulmán o islámico» solo contribuyen a la confusión.
-MEE: François Hollande dijo que los atentados tuvieron como objetivo «los valores que propagamos en el mundo, lo que somos, un país libre».
Lo que nos recuerda lo que dijo George W. Bush después del 11 de septiembre: «Odian nuestra libertad». ¿Qué reflexión hace sobre esa similitud en la elección de palabras?
-PC : En efecto, la semejanza es evidente. Tenemos que considerar que los países occidentales siempre trataron de controlar Oriente Medio. En el caso de los salafistas, comenzó en 1979, cuando el Ejército Soviético invadió Afganistán.
El pueblo musulmán se percató entonces del doble estándar: el interés occidental constante de intervenir en Oriente Medio, pero no tanto para defender a los palestinos.
En un sitio web salafista una vez leí: «Asesinan a mil personas en Gaza, no hacen nada. Matan a cuatro occidentales, y envían fuerzas militares».
La gente al mando en París o Washington no tiene idea de cómo lidiar con esas situaciones. Si se les sugiriera que Arabia Saudita podría haberse encargado de separar a los católicos y protestantes en Irlanda del Norte, hubieran dicho que era una locura.
Lo cual es precisamente lo que los países occidentales están haciendo. Justifican sus acciones en el nombre de los derechos humanos y de la democracia.
¡De acuerdo! Pero si combatimos al EI porque decapitan personas, cortan manos, prohíben otras religiones, oprimen a las mujeres… ¿por qué respaldamos a Arabia Saudita, que hace exactamente lo mismo?
Se toma como válida esa esquizofrenia. Ahora que los países occidentales se enfrentan a ese problema, y encuentran la relación evidente entre los atentados y la guerra en Siria, se ven atrapados, por lo que deben retroceder y ceder a la provocación del terrorismo.
Pero ahora que el daño ya está hecho, tenemos que considerar si las acciones militares deben intensificarse, lo que es un error claro en mi opinión, o retirarnos de allí. Por desgracia, la segunda alternativa implicaría admitir que nos equivocamos, algo complejo de hacer justo antes de las elecciones regionales.
Temo que los políticos no elegirán la segunda opción.
-MEE: ¿Lo que se denominó «guerra contra el terrorismo» es percibido en Oriente Medio simplemente como una guerra?
-PC : Sí, hemos declarado una guerra. El terrorismo no es un enemigo; sino un método de acción. Hubo terrorismo en la región vasca, pero no fuimos a la guerra allí. Cuando hablamos de «terrorismo», lo reducimos al terrorismo islámico.
El lema «guerra global contra el terrorismo» fue tomado directamente de los partidos ultraconservadores. Aún más, 15 de los 19 terroristas del 11 de Septiembre eran sauditas. Pero a Irán, Iraq y Corea del Norte se los catalogó como parte del «Eje del Mal».
Esa misma lógica insólita se aplica cuando Israel bombardea Gaza y decimos que es en defensa propia. Esa clase de perversión intelectual solo logra incentivar la sensación de injusticia entre los jóvenes salafistas.
En los últimos tiempos, he conversado con algunos de ellos, presos por terrorismo. Tienen su propia lógica geopolítica, la cual es muy difícil de rebatir. Debemos reconocerles algún tipo de legitimidad en sus acciones y mostrarles al mismo tiempo que las principales víctimas son los propios musulmanes.
-MEE: ¿Y cómo se puede luchar contra el terrorismo entonces?
-PC: Tenemos que resolver la situación políticamente. La historia ya lo ha demostrado. El terrorismo cesó en Argelia con la independencia.
Cada vez que pensamos que no es necesario hablar con los terroristas, sabemos que, al final, si no tenemos manera de exterminarlos, nos veremos desbordados. Cuanto más nos quedemos atascados en una lógica militar, más atentados enfrentaremos.
Debemos evitar el terrorismo con la ley y no con acciones militares, y luego participar de un proceso político. No podemos volvernos exigentes al elegir a nuestros interlocutores. Tomemos el caso de Siria: Francia no quiere hablar con [el presidente sirio] Bashar al-Asad; Estados Unidos no quiere hablar con Al Qaeda; Arabia Saudita, con Dáesh [Estado Islámico]… ¿con quién te sientas a hablar entonces?
La política implica reconocer las demandas legítimas del adversario.
-MEE: Sobre el proceso de radicalización, el ex juez antiterrorista Marc Trevidic considera que los yihadistas europeos que se alistan para la guerra en Siria están motivados solo en un 10% por cuestiones religiosas. ¿Qué opina sobre eso?
-PC : En 1979 comenzó un giro ideológico, cuando el Ejército Soviético invadió Afganistán. Y hubo un intento fallido de convertir a un país musulmán al socialismo.
El movimiento salafista tomó el poder. Un joven que atraviesa una crisis identitaria es el blanco perfecto.
Defender al pueblo musulmán se convirtió en una lucha por la justicia, la nueva lucha contra el imperialismo. El argumento religioso es un incentivo extra.
Francia, con su ley de 1905 que separa a la Iglesia del Estado, está mal preparada para pelear en ese terreno, dado que el Estado no debería entrometerse en asuntos religiosos. De todas maneras, precisamos que los teólogos musulmanes ofrezcan un camino alternativo.
-MEE: En pocas palabras, ¿Francia está atrapada a causa de su propia concepción del secularismo?
-PC : ¡Claro! Esto es difícil de admitir. Me he reunido con teólogos que están dispuestos a comprometerse y dictar una fatwa contra el yihadismo en Francia. A menos que el gobierno les dé una plataforma para exponer sus ideas, la confluencia del pueblo musulmán y el terrorismo será inevitable.
Este artículo se publicó originalmente en la edición francesa de Middle East Eye.