Ayer el matón Erdogan
ofrecía su dimisión si se llegaba a demostrar que Turquía compra petróleo al ISIS, en lo que tradicionalmente conocemos como un «brindis al sol».
Al igual que otro cínico -al destaparse el caso GAL, ¿recuerdan?-, el presidente turco cuenta con que «no habrá pruebas ni las habrá».
Sabe que puede comprometer su palabra de fullero porque en Turquía la verdad es una mercancía prohibida, como demuestran hechos tan sangrantes como la acusación de «traición» contra los militares que
interceptaron un cargamento de armas que el servicio de Inteligencia Nacional de Turquía pretendía entregar a grupos terroristas sirios o el modo en que la prensa libre es reprimida y amordazada en aras de salvaguardar la alianza con el terror yihadista forjada por el carnicero de Ankara.
Can Dündar durante su comparecencia ante la «justicia» turca.
Justo una semana después de recibir un
galardón de «Reporteros sin fronteras» por la independencia mostrada por su periódico, el redactor jefe del diario «Cumhuriyet», Can Dündar, y uno de los editores fueron arrestados y encarcelados por supuestos cargos de espionaje.
La causa, un polémico artículo exponiendo los envíos de armas por parte de la inteligencia turca a los rebeldes extremistas sirios.
«Hemos sido arrestados», tuiteó Dündar el jueves.
«No os preocupéis, estos son medallas de honor para nosotros”.
Además explicó: «Se nos acusa de «espionaje».
El presidente dijo que es una «traición a la patria”.
No somos traidores, espías, o héroes; somos periodistas.
Lo que hemos hecho aquí es periodismo «,dijo Dündar antes de testificar.
Ahora, un tercer periodista, Ertuğrul Özkök, reportero del diario turco Hüriyet, ha sido arrestado por una crítica calumniosa del que se presume que es Erdoğan, a pesar de que el presidente no fue nombrado explícitamente en ninguna parte del artículo que escribio Özkök.
Como si se necesitara más evidencia de que Turquía está sofocando la libertad de prensa y la libertad de expresión, Özkök se enfrenta a cinco años y cuatro meses de prisión por publicar este artículo.
Dündar y Erdem Gül podrían pasar el resto de su vida en prisión solo por hacer su trabajo.
El mismo Erdoğan mismo demandó a Dündar y acusó a Cumhuriyet de divulgar información falsa y de espionaje cuando la historia explotó, declarando en su momento que el periodista responsable «pagaría un precio muy alto», tal como informó el Wall Street Journal.
A pesar de los recientes honores de Reporteros Sin Fronteras a Cunhuriyet por estar bajo la mirada paranoica del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, periodistas -y disidentes- se han enfrentado a la censura general.
Dündar y Gül podrían ser los más destacados ejemplos recientes de intento de Erdogan para mantener los «secretos de Estado» ocultos del escrutinio público, pero no son los primeros periodistas en sufrir este acoso.
De hecho, la última vez que un reportero trató de exponer la complicidad de Turquía en armar a los extremistas sirios, murió prematuramente y en circunstancias sospechosas que permanecen inescrutables incluso a su propia familia.
La reportera Serena Shim, de PressTV, ciudadana estadounidense, había estado investigando el flujo de militantes anti-Assad y las armas en la región de la frontera de Turquía en el noroeste de Siria en medio de intensos combates cerca de la ciudad de Kobani. Durante este tiempo, ella atrajo la atención de la Inteligencia de Turquía (MiT – Milli İstihbarat Teşkilatı).
Aunque los lugareños sabían de la profesionalidad de los reportajes que ella realizaba, el MIT procedió a interrogarlos y preguntar por su paradero, bajo el pretexto infundado de que Shim había estado actuando como una espía.
Serena Shim, enésima víctima del acoso a la prensa libre
En realidad, Shim había «descubierto evidencias de la ayuda occidental secreta al Estado islámico», un tema particularmente delicado para Erdoğan, como se ve en las detenciones de Dunbar y Gül.
Su evidencia en video de esta ayuda «prueba -según los informes- que terroristas del Estado Islámico están utilizando vehículos del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas» en Siria.
Durante un desplazamiento por carretera debido a su investigación, Serena y su primo, el camarógrafo Judy Irish, fueron embestidos por un camión.
Shim falleció, aunque existen numerosas discrepancias en los informes oficiales al respecto, incluyendo si ella murió en el acto o una hora después de insuficiencia cardíaca en el hospital.
Su pasaporte y su anillo de boda, incautados por las autoridades turcas en algún momento después de su muerte, nunca han sido devueltos a su familia.
Shim e Irish fueron inexplicablemente trasladados a hospitales a más de 25 millas de distancia una del otro por militares turcos -y no por la policía- que «investigaron» los restos.
Las autoridades turcas afirmaron que no pudieron localizar el vehículo que los atropelló, si bien fotografías que salieron a la luz pública mostraron que el «accidente» había sido causado por un conductor de camión de transporte de cemento.
La familia de Shim aún no ha recibido respuestas de las autoridades turcas ni de las autoridades de Estados Unidos sobre su dudosa desaparición.
El 20 de octubre de 2014, Marie Harf del Departamento de Estado respondió a las preguntas de la prensa sobre una serie de temas, incluyendo los rumores que rodean la muerte de Shim. Según la transcripción:
PREGUNTA: ¿Tiene algún comentario que realizar sobre los informes de la muerte de la ciudadana estadounidense Serena Shim en Turquía sobre que puede ser algo más que un accidente de coche, cuando realizaba un informe sobre cómo los militantes de ISIS introducen contrabando a través de la frontera con Siria?
Harf: Sí. Podemos confirmar que ella murió en Turquía el 19 de octubre y extender nuestro más sentido pésame a su familia y amigos.
Funcionarios de los EE.UU. del Consulado General en Adana están en contacto con su familia y proporcionarán toda la asistencia consular. Para cualquier detalle o información sobre la investigación, creo que las autoridades locales en Turquía están manejando eso.
PREGUNTA: Pero quiero decir, la cuestión era si usted cree que su muerte podría haber sido otra cosa más que un accidente de coche.
Harf: Yo, simplemente no tengo nada más que decir.
El 20 de noviembre, los medios de comunicación una vez más intentaron presionar en busca de respuestas sobre la muerte de Shim durante una rueda de prensa diaria dada por el portavoz del Departamento, Jeff Rathke. Por la transcripción:
PREGUNTA: Se trata de la periodista Serena Shim, que murió en Turquía en circunstancias muy sospechosas.
¿Levantó sospechas su muerte en el Departamento de Estado?
Jeff Rathke, alias «no sabe no contesta»
RATHKE: Bueno, creo que hemos hablado de esto en la sala de prensa hace varias semanas, después de que ocurriera.
Yo no tengo nada que añadir a lo que dijo el portavoz en su momento.
PREGUNTA: Pero ella murió varios días después de que ella dijera que había sido amenazada por la inteligencia turca.
¿Ha consultado sobre esto? ¿Realmente no hay nada nuevo acerca de esto?
RATHKE: Bueno, simplemente no tienen ninguna actualización para compartir con ustedes.
Esta respuesta helada contrasta fuertemente con la dada por el Estado respecto a otros periodistas estadounidenses muertos o capturados en la zona; como la que dio el gobierno del presidente Obama con James Foley (que fue decapitado por ISIS).
Mark Toner, alias «boca chica»
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Mark Toner, dio a conocer un comunicado el jueves en relación con las detenciones de Dunbar y Gül:
«Estamos preocupados por la detención previa al juicio de ayer de los jefes de redacción del respetado diario turco Cumhuriyet.
La investigación, cargos criminales, y arresto plantean serias dudas sobre el compromiso del gobierno turco al principio fundamental de la libertad de prensa.
Estos eventos son sólo el último de una serie de acciones judiciales y policiales tomadas bajo circunstancias cuestionables contra medios de comunicación turcos que critican al gobierno”.
Lo más preocupante en silenciar a Shim, Dunbar, Gül, y ahora Özkök son las consecuencias reales de la veracidad de sus informes sobre la complicidad del gobierno de Erdogan en armar y ayudar al Estado Islámico podría ser parte de las operaciones de la OTAN en la región. Si sus sus respectivos descubrimientos son ciertos – y teniendo en cuenta la reacción rápida y de mano dura de Erdoğan, probablemente lo sean – el programa de Turquía se situaría en pugna con el supuesto objetivo de la coalición de detener el crecimiento de ISIS. Incluso el vicepresidente Joe Biden implicó a Turquía en el comercio de armas con ISIS, aunque él se disculpó y, esencialmente, se retractó de esa afirmación poco después.
Poco después de la misteriosa muerte de Shim, el Daily Mail reveló un video de la policía de fronteras turcas teniendo relaciones amistosas con combatientes de ISIS – aparentemente más pruebas apoyando los reclamos de los periodistas.
Los Estados Unidos y otros aliados de Turquía reaccionaron rápidamente en solidaridad con el reciente derribo de un avión ruso que al parecer violó el espacio aéreo turco, echando una cortina de humo sobre el hecho evidente de que la participación de Estados Unidos en el embrollo de Siria tiene mucho más que ver con deponer al presidente Bashar al-Assad que con acabar con el floreciente Estado Islámico.
En uno de los informes finales de Shim de su investigación, ella reveló que las poblaciones locales turcas cerca de la frontera con Siria simplemente quieren poner fin a la lucha. Ella reveló que muchos de los campos de refugiados en esa región de la frontera eran, en realidad, campamentos de entrenamiento para militantes.
Según Shim, los lugareños afirmaron, «Queremos que Turquía y Siria vuelvan a ser amigos de nuevo. Queremos a los militantes sirios fuera del territorio de Turquía». Los lugareños también le explicaron que «culpan a su gobierno por todo el caos que tiene lugar en la frontera [en Siria], llamando a su primer ministro, un «títere de Israel y de Estados Unidos”.
La familia de Shim está a la espera de información de los EE.UU. sobre su muerte. Judy irish sobrevivió al «accidente» mortal, pero hasta ahora no se ha presentado ninguna declaración pública sobre el incidente.
La libertad de prensa en Turquía, por su parte, se ha convertido en un oxímoron.
Quizás Voltaire lo explicó mejor:
«Para determinar los verdaderos gobernantes de cualquier sociedad, basta con hacer esta pregunta: ¿A quién no está permitido criticar?».
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