«Cuando se trata de conocimientos teóricos, los humanos son extraordinariamente sabios, pero para la práctica, eso ya es otra cosa. Saben que con la paciencia van a poder con todas las dificultades, pero no son pacientes. Saben que con la dulzura se logran mejor las cosas que con la violencia, pero se dejan llevar sin cesar por la ira. Saben, saben… y pueden incluso hablar muy bien de lo que saben, pero siguen siendo débiles, vulnerables. Todavía no han comprendido verdaderamente que su saber sólo tiene valor si lo aplican en la vida.
Lo que cuenta es vuestro trabajo, la voluntad de traducir vuestros conocimientos en un comportamiento armonioso, benéfico para todos, si no nunca tendréis un punto de apoyo sólido y estaréis expuestos a todas las tribulaciones. Que paséis por altos y bajos, es normal: la vida cotidiana sólo está hecha de obstáculos, de imprevistos que pueden perturbaros momentáneamente. Pero si os habituáis a hacer ejercicios, a poner en práctica ciertos principios de la vida espiritual, ni las dificultades, ni siquiera los fracasos lograrán desestabilizaros.»
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