Los distintos espacios de nuestra vida cotidiana -el hogar, la oficina…- deben tener un buen Feng Shui, es decir, una situación óptima en la que todo nos transmita calma, paz y equilibrio. De este modo, en una casa que goce de buen Feng Shui podremos sentirnos a gusto, disfrutaremos de buena salud y gozaremos de prosperidad. Para ello, debemos buscar el equilibrio y armonizar el mundo exterior con nuestro propio mundo interior.
Para conseguir un buen Feng Shui en nuestro dormitorio no necesitamos una brújula ni un cuarto de excepcionales dimensiones ni tan siquiera un extenso manual para ajustar nuestro espacio a una compleja filosofía decorativa: sólo debemos cuidar el equilibrio, la armonía y la proporción porque la justa medida es un buen camino hacia el descanso.
Responde con sinceridad: ¿Hay algún espejo junto a tu cama? ¿Adornas con flores tu mesilla de noche? ¿Duermes con tu pareja en una cama doble con colchones independientes? ¿Tienes un aparato de televisión frente a la cama? ¿En tu armario no cabe ni una prenda más?
Si has contestado que sí a cualquiera de estas preguntas, tu dormitorio no respeta las normas fundamentales para ser un lugar de auténtico descanso y sueño reparador. Si quieres mejorar esas condiciones, no dejes de prestar atención a nuestros consejos. En ellos te explicaremos cómo lograr un buen Feng Shui en tu dormitorio.
El dormitorio perfecto
El dormitorio es uno de los lugares fundamentales en nuestra vida. Es el espacio del sueño, del descanso, de la reflexión, de la convivencia y, cómo no, del sexo. Un territorio íntimo que compartimos con nuestra pareja o en el que refugiamos nuestra soledad. Por eso es uno de los lugares donde más debemos cuidar la armonía y el equilibrio. Un dormitorio con un buen Feng Shui nos permitirá despertarnos mucho más descansados, en paz con nosotros mismos y, sobre todo, con vitalismo suficiente para afrontar el nuevo día.
La cama es el mueble que debe gobernar el dormitorio. Todo tiene que disponerse en torno a ella, guardando las proporciones y distancias justas. En primer lugar, a la hora de orientar el cabecero hay que tener en cuenta que aquello que veamos desde la cama será siempre lo último y lo primero que retengamos en nuestra retina. Cuanto más caótica sea esa imagen, de menor calidad será nuestro descanso. Cuanto más armónica sea esa percepción, mayor placidez nos ofrecerá.
Ni ventanas ni puertas
Por este motivo, la cama no debe dar a un baño ni a un pasillo abierto. Si es posible, es conveniente que tampoco esté situada de cara a una puerta. En caso de que sea inevitable, siempre se pueden usar cortinas o biombos para marcar una separación y aislar la cama del pasillo. Tampoco es aconsejable colocar la cama bajo una ventana -esto nos transmitirá sensaciones de desprotección- ni bajo un depósito de agua.
Las paredes con cañerías estimulan la energía vital (o chi) y, por tanto, interfieren en el descanso y favorecen el insomnio. Por último, no debemos colocar la cama cerca de una viga, ya que estos elementos aportan una sensación de carga que acaba siendo un mal augurio, pues las vigas reflejan el peso -moral, laboral, mental…- que cae sobre nuestros hombros.
Todas las orientaciones geográficas son favorables si se cuida el conjunto del dormitorio. Aún así, cada disposición posee su propio significado:
Una cama orientada al Sur fortalece la intuición y estimula los sueños y la capacidad de retención. Una cama orientada al Norte favorece la salud y la energía vital. Unacama orientada al Este provoca dinamismo y ganas de vivir. Una cama orientada al Oeste constituye un buen mecanismo contra el estrés y la agitación.
Dependiendo de tus necesidades, puedes optar por colocar la almohada en cualquiera de estos cuatro puntos cardinales.
Buenas y malas compañías
Para preservar el descanso y la tranquilidad, el dormitorio nunca debe albergar muebles u objetos que perturben tu sueño. Situar junto a la cama un escritorio, un ordenador personal o un banco de gimnasia es un modo de favorecer el nerviosismo y la inquietud. El ordenador y el escritorio nos recordarán lo que nos queda por hacer en nuestro trabajo diario. El banco de gimnasia será, a su vez, un incómodo recordatorio del ejercicio físico que no hemos hecho.
Frente a la relación -abocada al fracaso- entre el ordenador y la cama, podemos encontrar otros muebles cómplices para nuestro dormitorio. Los sofás, los divanes y las sillas de lectura son compatibles con nuestra cama, pues todos ellos inciden en las mismas ideas: la comodidad y el descanso. En este caso, la armonía y el Feng Shui nacen de la uniformidad y la coherencia. Los muebles deben sugerir un mismo placer y una sugerente intimidad.
Elegir las sábanas y el edredón tampoco es una cuestión insignificante. Las rayas, por ejemplo, son un elemento desestabilizador y los estampados fuertes o excesivamente agresivos tampoco permiten dotar al dormitorio de la calidez necesaria para sentirnos convenientemente arropados. La ropa de cama debe tener colores cálidos y preferentemente planos. Tonos lisos y suaves que nos abriguen a través de nuestra percepción visual. Según el Feng Shui, la suma de los colores y un tacto agradable hará de nuestra cama un lugar apetecible y, en el caso de la vida en pareja, un entorno tierno y acogedor.
El dormitorio no sólo es el lugar donde descansamos sino, en gran medida, el centro de nuestra vida en pareja. Noches compartidas en las que la conversación, la sensualidad, el abrazo cómplice o el silencio a medias preludia el sueño y el amanecer conjunto. La armonía de la pareja puede verse favorecida por el Feng Shui siempre que se tengan en cuenta algunos de los siguientes consejos:
Dormir en una cama doble pero sobre colchones separados no es una medida acertada. La separación de colchones puede acabar convirtiéndose en algo simbólico, ya que introduce un elemento físico de desunión. Tampoco debes descuidar las diferencias que, inconscientemente, puedas establecer dentro de tu dormitorio. Es necesario asegurarse de que hay mesillas de noche y lámparas idénticas a ambos lados de la cama.
Además, se debe procurar que el espacio libre entre las mesitas y la cama sea igual en los dos extremos. Igualdad, proporción, equidad y simetría. Las normas para que una pareja funcione son las mismas que debe respetar la decoración de tu dormitorio.
Espejos, televisores, plantas y recuerdos
En el dormitorio tampoco debemos colocar espejos a la vista. En primer lugar, los espejos activan nuestros sentidos y, por tanto, dificultan el sueño y favorecen el insomnio. La multiplicación de la imagen y su movimiento constituyen un foco de distracción que no nos permitirá descansar bien. Además, en el Feng Shui se considera que el espejo puede llegar a representar la intromisión de una tercera persona que ejerce de voyeur impertinente en la vida de la pareja.
Los espejos, por tanto, tienen que hallarse dentro del armario (en una de sus puertas) o, en su defecto, podemos usar velos o cortinas de colores suaves para dejarlos visibles durante el día y taparlos con estas telas durante la noche.
En cuanto a la televisión, disponer de uno de estos aparatos frente a la cama es, sin duda, uno de los elementos que más perjudican el Feng Shui de nuestro dormitorio. La velocidad de sus imágenes altera el descanso y constituye, además, un sustituto peligroso de la reflexión íntima o en pareja a la que deben invitar los instantes anteriores al sueño.
La lectura, la escritura de un diario íntimo o el pensamiento sobre lo acaecido en el día son técnicas mucho más eficaces de conciliar un sueño tranquilo y reparador. Además, en la vida en pareja, es necesario que el entorno favorezca la sensualidad y el contacto físico. La televisión introduce un componente de extrañeza y lejanía que interrumpe la comunicación corporal e íntima.
Respecto a las plantas, imprescindibles según el Feng Shui en otros lugares de nuestro piso, son un elemento que introduce la discordia y cierto exceso de energía a nuestro dormitorio. Otro aspecto importante, es que coleccionamos demasiados objetos en nuestro dormitorio. Todos ellos tienen que estar conectados con nuestros buenos recuerdos si queremos que la energía que desprendan sea positiva. Objetos de nuestra vida laboral o recordatorios de asuntos pendientes resultarán nefastos para nuestro descanso, al igual que todo elemento que evoque un asunto desagradable o de recuerdo triste.
La cama no es el único mueble de nuestro dormitorio. Pese a su clara primacía, no podemos olvidar la presencia otro mueble fundamental en nuestro cuarto: el armario. A la hora de elegirlo hemos de evitar muebles con bordes excesivamente puntiagudos. Los picos y salientes son elementos que enturbian la armonía decorativa.
Es mucho más aconsejable optar por armarios de bordes redondeados y de sencillo diseño. Esto mismo puede aplicarse a las mesillas de noche y a la cómoda. Además, se debe evitar colocar muebles demasiado altos cerca de la cama. En ocasiones, la acumulación de ropa en armarios y cajones acaba dando lugar a rincones atestados de prendas donde ni siquiera somos capaces de encontrar lo que buscamos.
La sensación de desorden resulta muy desestabilizadora, especialmente si tenemos en cuenta que hemos de abrir el armario cada mañana antes de salir a la calle. La imagen que esos cajones proyectan sobre nuestra personalidad resulta hostil y acabará afectando a nuestra autoestima.
No sólo hemos de ordenar los armarios tanto como sea posible sino que es aconsejable prescindir de aquello que no vayamos a usar. El Feng Shui cree en el equilibrio, de modo que eliminar lo que no nos interesa permitirá generar espacio para que llegue a nuestra vida algo que sí nos sea de utilidad.
—
Fuente: decoracion.facilisimo.com
Publicado por SAIKU
DE TODO UN POCO.
El dormitorio es un invento occidental sobrevalorado. En Japón, por ejemplo, y numerosos paises orientales; el dormitorio como tal no existe. Se arma cada noche y se desarma cada mañana.
Al llegar el momento de dormir, se despeja la habitación principal, se extienden los futones y se acuestan a dormir. Al despertarse se recogen y se guardan en un armario hasta la noche siguiente. Pudiéndose utilizar la habitación para otros usos.
Lo de destinar un espacio fijo únicamente para dormir se considera un desperdicio. Ésto también ocurre en India, Pakistán y por supuesto – aunque por otras razones – en la mayor parte de África.
Tener una habitación para dormir ( alcoba ), otra para trabajar ( despacho ), otra para ociar ( salón ), otra para asearse ( baño ), otra para cocinar ( cocina ), otra para ejercitarse ( gimnasio ), etc. Son lujos o despilfarros de espacio occidentales, fundamentalmente creados por la industria y el negocio.
En la mayor parte del planeta la gente no se complica tanto la vida.
Yo no sabia eso,muy practico,nunca te acostaras sin saber una cosa mas,gracias Jose.