«Nunca sabemos qué es lo que puede llevar a ciertos seres a superarse y a sobrepasarse. A veces no tienen ni el coraje ni el poder para hacer nada por sí mismos, pero el deseo de ayudar a alguien, de socorrerle, desencadena en ellos una energía insospechada.
Había una vez una mujer que estaba paralítica. Desde hacía años casi no podía moverse. Pero he aquí que una noche se declaró un incendio en la casa. Su hijo, que dormía en otra habitación, estaba en peligro y no había nadie para socorrerle. Entonces, de pronto, ella se levantó y fue a buscar al niño. Cuando los vecinos se enteraron, no podían creerlo y sin embargo era cierto: el amor por su hijo fue más fuerte que la parálisis. Por eso ¡amad! Vuestro amor os dará la inteligencia para saber lo que debéis hacer y la fuerza para realizarlo. ¿Creéis que no tenéis ni saber ni poder? ¡Amad! Y el saber y el poder vendrán.»
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