«El gozo verdadero no tiene por causa nada visible o intangible. Es un gozo sin causa que nos da solamente la sensación de existir como alma y como espíritu. Así pues, en lugar de esperar poseer algo o a alguien para sentiros alegres, haced lo contrario: alegraos de la simple existencia de los seres y de las cosas, porque en esta dicha que os dan, ya tenéis la sensación de que os pertenecen. Sólo lo que os da gozo os pertenece, mientras que lo que ya os pertenece, no os lo da necesariamente.
Todo lo que os alegra, ya lo poseéis verdaderamente y mucho mejor que si fuerais su propietario. ¡Qué gozo podemos sentir ante la belleza de la naturaleza, la salida del sol, el cielo estrellado! Y sin embargo, no son materialmente nuestros. Lo más importante no es pues la posesión, sino la facultad de regocijarse.»
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