- En su video mensaje de enero 2016 y en declaraciones anteriores, Francisco sostiene que son válidas todas las religiones para llegar al mismo Dios. En esa perspectiva, no es necesaria la llamada católica al bautismo, o la predicación universal para convertirse y creer en el Evangelio.
- El ya recluido Papa Benedicto XVI refrenda lo contrario. En el único documento escrito durante su retiro expone que las ideas relativistas sobre la verdad religiosa son letales para la fe. El diálogo interreligioso no puede sustituir la misión evangelizadora, y refrenda el mandato de Cristo «Id por todo mundo y predicad el Evangelio haciendo discípulos y bautizando a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». «Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mi».
- Cada vez se pone más en evidencia la herejía irenista de Bergoglio.
En su primer video en el que pide oraciones por sus intenciones, Bergoglio afirma primeramente algo que es fácilmente constatable: «Muchos piensan distinto, sienten distinto». Pero inmediatamente pasa a a una aseveración que constituye una falacia: «encuentran a Dios de diversa manera». Y concluye diciendo que «todos somos hijos de Dios». Esto es un sofisma engañoso, ya que los judíos y los musulmanes no aceptan que Jesucristo es Hijo de Dios hecho carne para nuestra redención.
Es la primera vez que un «Papa» contradice las Escrituras y el Magisterio. San Pablo no duda en afirmar «Todos éramos hijos de la ira, pero Dios nos dio la vida juntamente con Cristo, por gracia del bautismo sois salvos» (Ef 2, 1-5).
El video concluye diciendo que cada una de las religiones es igual a la otra pues todas creen en el amor. Esto es otra mentira, ya que los judíos profesan la idea de la predestinación racial y consideran a los demás como «paganos» dignos de ser tratados como animales, y no aceptan al judaísmo sino a los hijos de judía y pertenecientes al linaje de Israel. Y los musulmanes practican no la ley del amor, sino la ley Sharia, por la cual quienes no practican el islam deben ser tratados como herejes y proscritos.
El Papa Benedicto XVI, en el discurso que escribió para la Universidad Urbaniana, expone claramente que todos somos creaturas de Dios, sí, pero no todos hemos sido hechos «hijos de Dios». A ello solo se accede por el bautismo y la adhesión al Evangelio.
En materia de apologética, el Papa Benedicto XVI se ha distanciado de las ideas proclamadas por el nuevo obispo de Roma, que a sí mismo se hace llamar padre Bergoglio, quien ha declarado que «todas las religiones son iguales», ó que «Dios no es católico» ó que «da igual si un niño es educado por un judío, o un musulmán o un cristiano», o que «el bien y el mal lo define no Dios, sino el hombre», pues «lo único absoluto es la propia conciencia», como lo ha afirmado en sus cartas abiertas a Scalfari y en diversas intervenciones públicas.
En su discurso para la Universidad Urbaniana, el Papa Benedicto XVI refutó esas tesis de Francisco, derivadas de un falso diálogo interreligioso, y marcó su discrepancia doctrinal respecto a las mismas. Por el contrario, Benedicto XVI reafirmó que Jesucristo es el camino para llegar al Padre; recordó que la Iglesia -y su único Dios- es católica desde el inicio, pues ofrece la salvación a todos; y que el cristiano tiene el mandato de proclamar la fe en Cristo hasta los confines de la Tierra.
El afán de igualar y unir a las religiones en bien de una «paz común» es una herejía del Siglo XVI conocida como «Irenismo». Esa ideología proponía una religiosidad ajena a la identidad específica de cada religión, una «unidad» de creencias para evitar las «guerras de religión».
El término viene de la propuesta de Erasmo de querer conciliar el catolicismo y el protestantismo, pero más recientemente ha servido para impulsar la idea de lograr una unificación religiosa universal, presuntamente en pro de la paz que supere las diferencias que provocan entre sí las distintas religiones.
El Irenismo se desarrolla en la simulación, la concesión de lo propio y en el no querer manifestar que existe una verdad absoluta y una religión verdadera. El Concilio Vaticano II condenó el Irenismo en el número 11 del Decreto Unitatis Redintegratio diciendo que «no hay nada tan ajeno al ecumenismo como ese falso Irenismo que daña la pureza de la doctrina católica y oscurece su sentido genuino y cierto».
Lo que hizo Benedicto XVI, con el discurso a la Universidad Urbaniana, es ratificar la doctrina del Concilio y distanciarse de la herejía irenista profesada por Bergoglio.
El Irenismo, llevó a Francisco anteriormente a caer en una herejía formal, por cuanto se trata de un documento pontificio. Dice así en el número 247 de su Exhortación Evangelii Gaudium: «Una mirada especial se dirige al pueblo judío cuya Alianza con Dios jamás ha sido revocada». Ese texto se opone directamente a la definición dogmática solemne establecida por el Concilio Ecuménico de Florencia, y ratificada por el Papa Eugenio III, enseñada por el magisterio supremo del Papa Benedicto XIV y sostenida por el Magisterio de la Iglesia hasta nuestros días. Dios sí revocó la alianza mosaica a los judíos, por haber dado muerte al Mesías.
El mismo Jesucristo sentenció a los judíos, por rechazar al Mesías que les fue enviado: «Se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos» (Mt 21, 33-46). Y cuando celebró la Pascua con sus discípulos, antes de ser asesinado en la Cruz por los judíos, dijo a sus discípulos: «Este es el caliz de mi sangre, sangre de la Nueva Alianza que será derramada por muchos». Es decir, la alianza que el Padre sella con la sangre de su propio Hijo es eterna, es definitiva y suple totalmente a la antigua alianza; aquella fue superada, y dejó de ser vigente y necesaria, gracias a la muerte y resurrección de Cristo.
Concluyamos la reflexión con el pasaje de la Natividad. Los ángeles proclamaron «Gloria a Dios en el cielo» a los pastores (llamada de conversión para los judíos). Y los magos de oriente fueron siguiendo la estrella que los condujo a adorar al Dios hecho hombre (llamada de conversión para los musulmanes y gentiles). ¿Qué parte de la debida evangelización es la que Bergoglio no entiende? Es solo pregunta.
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