Las fluctuaciones climáticas del Pleistoceno, especialmente las ocurridas durante el último millón de años, han tenido una magnitud difícil de imaginar. La acumulación de hielo en los continentes provocó descensos del nivel del mar de hasta 120 metros. En esos períodos geológicos el extremo más oriental de Eurasia estaba constituido por la unión del conjunto de islas del actual estado de Indonesia, formando la llamada península de Sunda. Nueva Zelanda también quedaba unida al continente australiano, formando un conjunto de tierras emergidas mucho más amplio (Sahul). Entre Sunda y Sahul quedaban todavía varias islas próximas entre sí, que representaron entonces un puente perfecto para llegar de un sitio a otro, aún con sistemas rudimentario de navegación. Entre esas islas, que dibujan las líneas imaginarias de Wallace y Liddeker, se encuentran la de Flores y la de Sulawesi. La isla de Flores se hizo mundialmente famosa por el hallazgo de los pequeños humanos clasificados en la especie Homo floresiensis, que vivieron en la isla al menos durante 180.000 años, de acuerdo con las dataciones realizadas hasta el momento. La isla de Sulawesi no ha tenido la fortuna de un hallazgo tan espectacular, pero su nombre acaba de llegar a la revista Nature, gracias a ciertos hallazgos no menos interesantes y prometedores.
Gerrit van den Bergh y un nutrido grupo de científicos, la mayoría de instituciones australianas, acaban de publicar un importante trabajo de investigación en esta prestigiosa revista, donde ofrecen una ingente cantidad de información multidisciplinar sobre un yacimiento de la isla de Sulawesi. No se trata del primer hallazgo realizado en la isla. Ya en los años 1940 se llevaron a cabo trabajos de investigación, alentados por el éxito de los hallazgos en la isla de Java. En aquellos años se encontraron un cierto número de utensilios líticos poco elaborados y asociados a restos fósiles de vertebrados de especies extinguidas. Teniendo en cuenta la época en la que se llevaron a cabo estos trabajos, siempre han quedado dudas sobre muchos de los datos necesarios para situar en el tiempo geológico los hallazgos. Además, las herramientas de piedra no se encontraron in situ, sino fuera de su contexto original. Se sabía que los humanos modernos habíamos llegado a esta isla hace unos 40.000 años, pero se debatía sobre la posibilidad de que otros homininos la hubieran habitado en épocas anteriores.
El yacimiento excavado en fecha reciente por los autores de la investigación publicada en la revista Nature se localiza en la pequeña localidad de Talepu, en el sur de la isla, a 32 metros sobre el nivel del mar. Esto significa que en épocas glaciales, el yacimiento tuvo que estar situado a unos 150 metros por encima del nivel del mar. Las excavaciones han proporcionado 270 herramientas, que se encuentran in situ. Es la primera vez que se realiza un hallazgo de estas características, confirmando la presencia de alguna especie del género Homo a finales del Pleistoceno medio. Junto a las herramientas han aparecido, entre otros, restos de elefante enano del género Stegodon, un suido endémico de las islas (género Celebochoerus) y una tortuga gigante. Las dimensiones, grandes o pequeñas, de estas especies obedecen a los efectos del aislamiento prolongado y adaptación a un territorio reducido, como sucedió en la vecina isla de Flores. Las dataciones del yacimiento, realizadas por el alemán afincado en Australia Rainer Grün, ofrecieron fechas situadas en el rango de 200.000 y 100.000 años. Su fiabilidad es muy elevada.
A falta de fósiles humanos, el hallazgo queda a la espera de conocer a los autores de la industria lítica de Talepu o la que se pueda localizar en otros lugares de la isla. Sería un acontecimiento increíble que en la isla de Sulawesi se encontraran humanos parecidos en sus dimensiones y características a los pequeños Homo floresiensis descritos en 2004. Quizá se acabaría con el intenso debate entre los detractores y los defensores de esta especie. En cualquier caso, las islas situadas entre las líneas de Wallace y Lidekker resultaron ser un verdadero laboratorio evolutivo, donde la variabilidad de la especie o las especies humanas que las habitaron reflejan el “trabajo” de la selección natural durante milenios. Estaremos expectantes a que se produzcan nuevos hallazgos en Sulawesi.