“Recuerdo cuando aún era una veinteañera. Mi vida y la de mis amigas giraba en torno a cuántos chicos gustábamos. Realmente era un auténtico calvario.
Cada fin de semana era una locura mental pensar como vestirme, maquillarme y arreglarme para sentir que gustaba…
Mi autoestima dependía de las circunstancias externas, nada más. Todos me consideraban una chica buena, inteligente, estudiosa pero nada de eso veía yo.
Mi valoración como persona estaba tan solo en el número de chicos me habían mirado el sábado noche y si alguno se había acercado o no a mí.
Si yo no había sido la afortunada, no sentía envidia o malos sentimientos por mi amiga, pero si tenía una sensación de tristeza y de falta de confianza que me sobrepasaba…
pero ahora ya no vivo para ser sexy o para gustar a los demás… Vivo para gustarme a mí.
Pienso que en cierto modo todos sentimos eso alguna vez. Chicas y chicos intentamos ser los más guapos de la discoteca.
Y es que aunque no nos diéramos cuenta, estábamos en la edad del ligoteo y todos intentábamos desplegar nuestras alas como los pavos reales para conseguir a nuestra pareja.
“La autoestima es tan importante para nuestro bienestar como las piernas para una mesa. Es esencial para la salud física y mental y para la felicidad”
Con el paso de los años siento que los solteros de entre 30 y 40 años entramos un poco en la misma espiral, todos queremos gustar a los demás.
Pero ya es diferente, ahora mi autoestima no depende de que me miren o no. Ahora, por fin, me siento segura de mi misma, de lo que soy, de lo que siento, de lo que quiero y sobre todo de lo que no quiero.
Ahora no solo deciden los demás con una mirada lo que valgo o no valgo, ahora eso lo decido yo. Ya no me importa que miren a otras, yo soy como soy.
Me siento feliz por mis logros, por mis aciertos y desaciertos, mis virtudes y mis defectos… ahora ya no vivo para ser sexy o para gustar a los demás, vivo para gustarme a mí“.
No necesito gustar a los demás, mientras me guste a mí
Este podría ser el relato de muchas chicas y chicos que viven su adolescencia y su juventud con tristeza. Que no se sienten felices si no creen que son atractivos para los demás.
Un hecho muy triste y que ocurre con mucha frecuencia. Lo más triste es que en la vida, la juventud solo se vive una vez y debemos vivirla con alegría.
En la mayoría de los casos, con los años adquirimos autoestima y seguridad en nosotros mismos. En otros, esa baja autoestima se va arrastrando y condiciona nuestra vida, sobre todo cuando la soltería se prolonga…
Pero tenemos que pensar que los tiempos han cambiado, que estar soltero no significa valer menos o más que nadie… Y que además, no somos moneda de cambio que a todo el mundo le gusta.
Así es que ¿realmente nos merecemos esto? ¿Todo depende de que nos miren? ¿Todo depende de qué nos digan algo bonito por la calle o de que sintamos que gustamos mucho a los demás, de que somos sexys?
¿Cómo podemos dejar atrás esos pensamientos repetitivos?
- Habla con los que te quieren y con los que sabes que son sinceros contigo. Pregúntales que es lo que les gusta de ti.
- Busca los abrazos de tus amigos y familiares. El abrazo es una poderosa arma para sentirse querido y subir nuestra autoestima.
- Deja de compararte con los demás. Aprende que cada uno somos únicos e irrepetibles. Todos tenemos cosas maravillosas.
- Deja de buscar la aprobación continua de los demás y menos por tu físico. Las personas que gusta más son las más seguras de sí mismas.
- Mírate al espejo y quiérete. Eres única, no lo olvides y eso, es lo que te hace especial.
“Me llevó mucho tiempo no juzgarme a mi mismo a través de los ojos de otro”