«La idea que muchas personas se hacen de la vida espiritual es la de que van a encontrarse con un mago, con un Iniciado que al poner su mano sobre ellas o al revelarles un secreto extraordinario, conseguirán transformarles al instante. Es una lástima, pero las cosas no suceden de esta manera. La transformación de los seres sólo es posible con un trabajo individual cotidiano y asiduo.
Alguien os dice: «Tome esta fórmula mágica, este talismán, y tendrá la salud (si está enfermo), la serenidad (si está angustiado) la fuerza (si es débil)…» Sabed que son las mentiras de una criatura que tiene interés en engañaros. Por el contrario, un verdadero Iniciado os dirá: «Hijos míos, todo es posible, pero solamente si hacéis esfuerzos; en ese momento lo que habréis obtenido será tan estable que nadie os lo podrá quitar.» Debéis saber, por otra parte, que todo lo que se obtiene por procedimientos mágicos – y es verdad que existen algunos de cierta eficacia – nunca puede ser definitivo: poco tiempo después se pierde todo aquello que creíamos poseer. Sólo se conserva aquello que hemos obtenido dentro de nosotros con nuestros esfuerzos personales. Ésta es una ley absoluta.»
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