«Sentir es una cosa y pensar es otra, pero a menudo la sensación influye en el pensamiento. A veces, os sentís agotados, lo que no tiene nada de anormal; pero he aquí que esta sensación desencadena en vosotros pensamientos y sentimientos de desánimo, de tristeza, de desesperación. Pues bien, no, en estos momentos, por el contrario, es el pensamiento el que debe actuar sobre la sensación: aunque no puede vencerla, debe estar ahí como una luz, como un faro lejano. El pensamiento os dice que podéis levantaros de nuevo; y entonces, a pesar de vuestro cansancio y de vuestro agotamiento, debéis creer en él y no en vuestras sensaciones.
¿Ya no queda ni una gota de energía en vuestro depósito? Acordaos de que el depósito cósmico está lleno y es ahí donde debéis extraer vuestras energías con el pensamiento. Porque el pensamiento sirve también para eso: apenas hayáis extraído algunas gotas de ese depósito de energías, la llama de vuestra lamparilla que se estaba apagando brillará de nuevo.»
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