Quiero comenzar aplicando una reflexión de uno de mis libros (AMOR y HUMOR, frases y reflexiones, no recuerdo de cuál de los tomos) respecto de un diálogo en una pareja (situación real):
Ella: “Tú tienes la culpa de que nos peleemos, porque te enojas”
Él: “Y cuando yo no me enojo… ¿Por qué te enojas tú?”
Ella, afirmando rotundamente: “¡Porque tú me haces enojar!”
Bien, evidentemente LA CULPA era siempre del señor, según lo que opinaba la señora.
Pero, en realidad… ¿Qué es la culpa?
La culpa es un sentimiento de represión de uno hacia sí mismo generado por el pensamiento sobre algo que se hizo, que la persona piensa que no debió hacer; o sobre algo que no se hizo cuando se piensa que debió haberse hecho. Es una disconformidad que nos imponemos juzgando nuestra conducta pasada y (más grave todavía) condenándonos severamente por el hecho.
¿Cómo se ve “la culpa” desde el otro lado del Velo, es decir, desde el punto de vista de las Dimensiones Superiores…?
Ellos nos dicen que NO EXISTE LA CULPA, que sólo es un producto mental de nuestras creencias y de nuestra manera de ver la realidad que nos rodea. Sabemos que en realidad… la realidad no existe.
Es decir, cada persona tiene construida SU realidad, que puede o no coincidir con la de otro, aunque ambos estén observando la misma situación. Por lo tanto, la culpa es subjetiva, es decir, depende del análisis y auto-juzgamiento de cada uno. Hay quienes piensan que todo es su culpa, mientras que otros proclaman siempre que la culpa es del otro.
Desde el otro lado del Velo, nuestros Guías Espirituales nos dicen que nuestros actos no son juzgados (según lecturas de Registros Akáshicos) porque son experiencias necesarias para el crecimiento del ser. Que lo que nosotros consideremos que pueden ser errores, tal vez pueden estar siendo sólo experiencias que nos acercan a aprendizajes y aciertos, que de otra forma no podríamos alcanzar.
Por lo tanto, entonces, “la culpa” no existe, es solamente una apreciación desafortunada de nuestra mente, condicionada por el sistema en que hemos crecido. Sin embargo, los efectos de esa culpa “fabricada” son bien reales y se descargan sobre la autoestima de la persona, sobre su toma de decisiones, sobre su desarrollo mental y espiritual y sobre su propia salud (y a veces sobre la salud de quienes la rodean).
La sociedad y su hija condicionada, la religión, acusan con sus dedos de hierro porque saben que por medio de esa culpa vuelven a la persona alguien más sugestionable y manejable. El sacerdote sabe que basta con despertar culpa con su sermón en los fieles, para que éstos acudan a pedir de rodillas ser perdonados, y así él se volverá imprescindible.
Pero señalan aún más duramente a quienes se rebelan contra ese sentido de culpa, porque saben que esas personas van a ser más difícil de manipular, ya que su autoestima forma una capa protectora que los aísla de las opiniones ajenas. Esto surge de lo que se había dado en llamar “pecado”, en la otra época del ciclo caducado de la Vieja Energía, antes del 2012.
Últimamente, el Papa Francisco ha revelado que el Infierno no existe; esto indirectamente habla de que entonces, no hay culpas que lleven a nadie al infierno.
Lamentablemente, las creencias (sobre todo las religiosas) hacen que las personas vivan con una carga encima que a veces los inclina a curvar la espalda, de tan pesada de sobrellevar; conozco severos casos así. Esto afecta la piel, los huesos, las articulaciones y todo lo que se relaciona con lo regido por el Planeta Saturno. La energía de Saturno representa a los huesos, a la piel, a los dientes, al miedo, al castigo.
La persona en estos casos suele disminuir su rendimiento, se reprocha a sí misma, se reprime y hasta se vuelve muy perfeccionista y se inclina con facilidad hacia la crítica como si esa actitud de buscar la perfección, le absolviera de su culpa. “Si los demás también tienen culpa, entonces mi culpa no es tan notoria” se dice ingenuamente.
Las personas con culpa, no se sienten habilitados para ser felices, como si ellos no fueran merecedores de alegría, y además, buscan motivos para sabotear su propia felicidad, logrando al fin terminar con ella “porque merecen sufrir, no ser felices”. Y de ese modo, arrastran a aquellos cercanos que son influenciados por sus campos energéticos y que son espectadores/víctimas de sus actos de autosabotaje.
Es realmente muy doloroso ver como la persona con culpa se autoflagela gratuitamente, se condena y se encierra en su sentimiento de culpa.
El sentimiento de culpa es tremendamente dañino y destructivo, como fácilmente se puede comprender. Torna infelices a las personas que a su vez, tornan infeliz la vida de sus cercanos; también se transmite a sus hijos, quienes asumen que deben hacerse cargo de resolver las cuestiones no resueltas de los padres.
Cuando estos hijos son niños, absorben de tal forma estas vibraciones negativas de sus padres, que se enferman, y a veces muy gravemente.
La persona con culpa no se quiere a sí misma y al negarse a recibir amor porque no cree ser merecedora de ello, genera un campo disfuncional en su familia, llegando hasta el extremo de conseguir disolverla, hundiéndola en el rechazo y la negatividad.
Otras veces, poner en evidencia ante los demás ese sentimiento de culpa, sirve como mecanismo de manipulación, porque la persona muestra que sufre, se instala en esa estrategia, y de ese modo consigue el acercamiento y consuelo de los demás… hasta que ellos se dan cuenta de que están siendo manipulados y se apartan. Pero entonces, la supuesta víctima tenderá nuevamente sus redes para atrapar a nuevos incautos.
Otras veces acude a las personas echando la culpa de su malestar a otro, haciendo que ellas se compadezcan de “su sufrimiento” y se alineen con ella. Pero siempre se trata de LA CULPA. Y luego sentirá internamente la culpa de haber echado la culpa al otro, en un mecanismo de realimentación negativa. Y también está estudiado como estrategia emocional utilizada en el marketing, o sea que… funciona.
Una de las Flores de Bach, el Pine (pino), es un excelente remedio natural para esta aflicción emocional/física, obteniéndose con ella (me baso en mi experiencia personal como Terapista) resultados graduales y la finalización del estado en algunos meses, cuando la persona accede a buscar una cura.
La culpa es un fantasma. Es una creencia destructiva. Es un componente tóxico de nuestro sistema social. Es una “piedra” inmensa en el camino de las personas. Es una carga muy difícil de llevar. Es una falsa realidad de la cual no sólo es víctima la persona con culpa, sino sus cercanos. Es la manera más segura de impedir que llegue la felicidad a nuestras vidas.
Anímate a vivir sin culpa, a sólo vivir con responsabilidad en lo que haces. Y la felicidad será naturalmente tuya, porque la felicidad no puede llegar a nosotros a causa de que nosotros mismos nos encargamos de ponerle obstáculos.
Por ejemplo, fue muy hábil la estrategia de Jesús para salvar a la mujer condenada, cuando expresó: “El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra” porque Él sabía que el fantasma de la culpa estaba instalado en las mentes de los acusadores, y conocía el poder limitador de la palabra CULPA.
Sería una excelente idea proponernos la aventura de dejar de culpar a los demás y de dejar de culparnos a nosotros mismos; sentiríamos un alivio inmediato, una libertad que es la que da paso a la felicidad. Esto se produce porque nos aliviamos de la carga que la culpa impone.
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Bendiciones e iluminación. Leo. (www.profesorleo.com.ar)