Antes de Alex Jones, antes de David Icke y antes de Bill Cooper, hubo un tipo, todavía vivo, llamado Jordan Maxwell.
Hace unas semanas, ya anciano, reapareció (a modo de testamento, parece, y vislumbrando el final de la lucha) para recordar a los novatos cuál es la parte final de este proceso de liberación de la Humanidad. La ley que nos esclaviza, la ley comercial o marítima, que hace de nosotros mera mercancía y no, seres humanos.
Sin duda, esta información es la cumbre (dejando al margen una cosita más) del proceso de conocimiento que lleva a la libertad del ser humano y, como es norma, se basa en la palabra, en el lenguaje, en cómo los “ingenieros jurídicos” que han construido esta falsa legalidad en la que vivimos han distorsionado el verdadero significado de las palabras para convencernos de que hay una autoridad legítima que tiene derecho a obligarnos a pagarle impuestos. Aunque está bien traducida por “Fabio Complejo”, si sabes un poquito de inglés, lo entenderás mejor porque es en la variación de palabras con un significado parecido y en la alteración de otras, donde reside la clave.
Aprovecho la ocasión, con el legendario Jordan Maxwell todavía vivo, para agradecerle desde lo más profundo de mi corazón el gigantesco trabajo realizado en estos 53 años de investigación, y que nos ha entregado la llave para conseguir nuestra libertad. Las generaciones venideras le recordarán como lo que fue, un auténtico profeta.
¡Gracias, Maestro!
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