¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO SOLTAR, DEJAR IR?
“Antes de aprender a conseguir, deberíamos aprender a dejar ir. La vida está hecha para acariciarse, no para estrangularse. Tienes que relajarte.”
¿Por qué el corazón está tan ansioso por convertirse en lo nuevo mientras la mente no quiere dar ni un paso para cambiar? ¿Por qué estamos tan encariñados con nuestras estructuras mentales? ¿Por qué estamos tan apegados a nuestra zona de confort, incluso cuando se interpone entre nosotros y nuestra evolución?
¿Qué es estar a salvo? En cualquier momento estamos bailando entre la vida y la muerte, a un paso de hacer que nuestras vidas funcionen y a otro del desastre y el caos. Y sin embargo, la vida continúa, todo continúa.
¿Por qué seguimos aferrándonos a lo que tanto nos lastima?
El confort y la familiaridad son el pegamento que sostiene nuestro sentido del Yo. Pero también pueden obstruir y bloquear la entrada de una nueva luz.
Somos rápidos para juzgar aquello que no podemos entender, y lo hacemos para alimentar nuestra necesidad de control, ponemos todo en el lugar “correcto”. Pero ¿qué es lo correcto? y, ¿cuál es su lugar? Somos nuestros únicos paradigmas.
Nos sentimos miedosos ante lo desconocido, ante todo lo que se atreva a vivir libre y descaradamente fuera de nuestra zona de confort. Nuestra mente se marea con la sola idea de volar y lanzarse al vacío que se extiende entre lo que somos y en lo que podemos convertirnos.
¿Cuáles serían las señales de que es hora de dejar ir?
Esto debe ser simple, de verdad. Si algo no te da alegría, no es bueno para ti.
Pero, ¿Cómo distinguir entre las dificultades pasajeras y la crónica enfermedad de estar luchando con los gigantes invisibles que tú mismo has creado?
Aunque seamos capaces de manejar un estrés y una tristeza prolongada, estamos equipados para el éxtasis. Nuestras defensas pueden ser fuertes, pero no somos invencibles. Cuando estás constantemente privado de lo que impulsa tu evolución, simplemente te agotas. Cuando lo único que haces es retirar de la cuenta de tu corazón, es muy probable que termines en números rojos.
Somos fuertes, pero también frágiles. Somos eternos, pero mortales. Hay un límite, así como hay una parte de nosotros que es ilimitada.
Cuando algo/alguien constantemente te quita sin darte nada, es momento de dejar ir. Cuando alguien/algo no contribuye a tu vitalidad, sino que te mantiene esclavo de su percepción, miedo, condicionamiento, circunstancias, actitud y del paradigma del mundo entero, es momento de dejar ir.
Nuestro corazón va años luz por delante de nuestra mente.
Cada organismo en el cosmos (persona, animal, planta o la vida intracelular) está sujeta al libre albedrío. Esto significa que existe la posibilidad de que este organismo diga NO a su propio desarrollo, o que elija otra forma de desarrollarse que no esté de acuerdo con la tuya.
Y así es como se siente el Arte de Dejar Ir.
Al dejar ir, estás aceptando lo que es. Y al aceptar lo que es, estás respetando el derecho que cada organismo tiene de convertirse en sí mismo.
No puedes cambiar a las personas, ni las circunstancias, ni las situaciones. Sólo puedes alinearte con ellas. O no.
No puedes despertar a nadie. No puedes liberar a nadie que no se haya liberado a sí mismo. Lo único que puedes hacer es Ser. Lo único que puedes ser es libre, ser tú mismo.
Las personas con complejo de héroe, casi nunca son capaces de digerir esto. Y sienten que tienen el poder de abrirles los ojos a los demás, o de abrir sus puertas.
Y con el tiempo, en lugar de enfocarse en su propia aventura de ser ellos mismos, que es el único campo de acción, el único reino sobre el cuál tienen alguna autoridad, terminan queriendo que los demás hagan lo que ellos no son capaces de hacer.
1. Dejar ir no es renunciar. Dejar ir lo que ya no Eres, es valentía.
2. Dejar ir no es algo pasivo, sino algo activo. Hacen falta agallas y movimiento. Cuando dejas de evolucionar, dejas de moverte. Cuando dejas ir lo que se está interponiendo en el camino de tu evolución, comienzas a moverte de nuevo.
3. Dejar ir te hará libre. Somos criaturas de hábitos y nuestros Yoes territoriales se pondrán en guerra cuando intentemos dejarlos ir. Nuestro cuerpo recuerda lo que nuestra mente desea olvidar.
4. Dejar ir es el más poderoso acto de fe. Hace falta valor para saltar a lo desconocido y confiar en que se tejerá una red para protegerte. Se requiere de esperanza y de un fuerte amor.
5. Dejar ir es la manera de abrazar el cambio. Somos coleccionistas de momentos, hábitos, circunstancias, acontecimientos, gente que hemos conocido, amado y desamado, corazones que hemos tocado y corazones que nos han tocado. Todo lo que sé acerca de nosotros, es que somos cambio, que todo está en constante movimiento.
Nuestros cerebros y corazones son 73% agua, nuestros pulmones hasta un 83%. El resto de nosotros es 60% agua. ¿Qué es esa pesadez en el interior que se niega afluir? ¿Qué tipo de compuertas hemos construido alrededor de nuestro corazón que no pueden ser abiertas?
Bruce Lee decía:
Sé como el agua que se abre camino por entre las grietas. No seas tajante, pero adáptate al objeto, y encontrarás una vía alrededor o a través de él. Si nada dentro de ti se mantiene rígido, las cosas de fuera se revelarán a sí mismas. Vacía tu mente, sé sin forma. Sin forma, como el agua. Si pones agua en una taza, el agua se convierte en taza. Si pones agua en una botella, ésta se convierte en botella. Si la pones en una tetera, se convierte en tetera. Ahora, el agua puede fluir suavemente. Sé agua, amigo mío.
Andréa Balt
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