Entre 1947 y 1984, la melodía Indian Summerfuncionó como preludio de un ritual que se repetía cada atardecer, de lunes a sábado, en los patios de luces y en las radios de los taxis de toda España. Elena Francis, con su voz de consejera maternal pero inflexible, respondía a las consultas de sus fieles oyentes con sabiduría enciclopédica y recta moral. Los laboratorios Francis concibieron este espacio patrocinado con el objetivo principal de promocionar sus productos de belleza. Sin embargo, en un tiempo en el que el decoro imponía silencio sobre los sentimientos y las relaciones, la venerada y venerable señora Francis se convirtió en la interlocutora ideal para muchas mujeres que no encontraban con quién hablar.
El programa debutó en Radio Barcelona, y en 1966 pasó a emitirse por el medio centenar de emisoras adscritas a Radio Peninsular, de la red de Radio Nacional. En media hora se radiaban y contestaban siete cartas, aunque según publicó en 1984 el diario Ya, el consultorio llegó a recibir entre 25.000 y 30.000 mensuales. La revista Ondas publicaba en 1957:
«Del interés y fidelidad de las oyentes se tienen muestras enseguida, pues llegan a recibirse más de quinientas cartas diarias. Los argumentos de esta nutrida correspondencia, escrita mayoritariamente por mujeres solteras, son conocer el carácter de su novio, saber la receta que ha de dominar los nervios del marido, aprender cómo mecer al pequeñuelo; es decir, enterarse de lo que, en realidad, es propio de su condición».
A la señora Francis podía escribirle cualquier tipo de mujer -incluso algún hombre-. Desde la chica de servicio desamparada tras haber sido seducida (y repudiada) por el señorito de la casa, todo un clásico, hasta la señora que pedía una dieta para adelgazar. Sin olvidar a la abuela que quería saber cuándo se celebraba el santo de su nieta Celia.
En el consultorio se acabó hablando de todo, menos de aborto, y muy poco de política. Todas buscaban consejo, guía o consuelo en la señora Francis, resguardadas en el anonimato del correo y en seudónimos como «una desesperada», «una que no sabe qué hacer», «una desconfiada y muy católica» o «Flor de Té». Las radioyentes se encomendaban a ella como a una virgencita. «Le envío un donativo de cinco pesetas», escribía al pie de su carta de 1963 una oyente fiel.
Durante años, Elena Francis fue la gurú espiritual que difundió los principios conservadores que debían seguir las mujeres españolas y católicas. Los mismos que Pilar Primo de Rivera trató de inculcar a través de la Sección Femenina. «Soy alegre (dentro de la seriedad)», escribía una oyente de Sóller (Mallorca) en 1955. Pero, a pesar de ser un personaje tan cercano para muchos, nadie vio, ni tocó ni se sentó junto a Elena Francis jamás. Nunca hubo fotografías ni actos públicos a los que fuera invitada, aunque sí apareció alguna supuesta entrevista en la prensa. Ya en 1982, cuando el consultorio languidecía y sonaba a cosa trasnochada, un libro del catedrático Gerard Imbert, experto en comunicación audiovisual, acabó con un secreto corporativo respetado durante 35 años por el personal de la radio y algunos periodistas: «Elena Francis no existe (y existe a la vez). Elena Francis es un hombre, creador discreto que desde hace quince años es guionista del programa», escribió.
El hombre en cuestión era el periodista Juan Soto Viñolo, que por entonces había trazado una carrera paralela como crítico taurino en El Periódico de Catalunya. «Todas las consultas, excepto las de belleza, que venían redactadas desde los laboratorios Bel Cosmetic (nuevo nombre de los laboratorios Francis), fueron evacuadas por mí», afirmó. Dos años después de que se rompiera el pacto de silencio, la familia Fradera Bes, propietaria de la empresa cosmética, decidió rescindir el contrato de patrocinio. El 31 de enero de 1984, un martes, se emitió el último programa sin previo aviso.
Juan Soto Viñolo |
Con la llegada de la democracia, el programa tuvo problemas para adaptarse a las nuevas ideas y seguir atrapando a la audiencia. «Después de la muerte de Franco se intentó modificar el discurso adecuándolo a los nuevos tiempos, sin conseguir despojarlo de la imagen moderada y del tufo a naftalina que exhibió durante estos años», escribió Soto Viñolo.
El modelo de mujer tradicional y sumisa, para la que Francis había sido una tabla de salvación, estaba en declive. En 1981 se aprobó la ley del divorcio en España. Los matrimonios dejaron de ser para toda la vida, y las recetas «para dominar los nervios del marido» se hicieron menos necesarias. Dos días después de suprimir el programa, el director comercial de Bel Cosmetic explicó que la mujer había evolucionado mucho y que las encuestas demostraban que el espacio había dejado de interesar, por lo que la compañía había considerado que el patrocinio le perjudicaba. El portavoz también reconoció que el envío de cartas se había reducido de forma considerable.
Fuente:
Eva Melús. Historia y Vida nº 572