Por CARLES ENRIC LÓPEZ
Las personas siempre nos formamos más en la vida que en los estudios. A estas alturas de la mía puedo confirmar he tenido la suerte de conocer a muchos auténticos estúpidos con innumerables licenciaturas. También a auténticas maravillas de personas con escasamente el graduado escolar. Dicho lo cual, está claro que me importan bien poco los títulos o las carreras. Aunque sí admito que me indigna quién alardea de tenerlas simplemente como forma de obtener prestigio social o como forma obtener sueldo público.
Hasta el día antes de la proclamación, la biografía de Puigdemont era clara: filólogo y periodista. Pero la realidad es otra. El president es un respetable bachiller sin ningún tipo de licenciatura
Cuando empezó a sonar el runrún de Puigdemont como nuevo presidente de la Generalitat, él era filólogo y periodista. Ciertamente es aún fácil encontrar en internet múltiples referencias en la línea de «Carles Puigdemont, licenciado en filología». Simplemente tecleen en Google esas palabras. Las primeras biografías –alguien se las dió– así lo indicaban en La Vanguardia o El Periódico. Si tienen más paciencia, tiren de hemerotecas como las de La Vanguardia o el Diari de Girona.
Pero, curiosamente, con el paso de las horas, Puigdemont ya no era filólogo, ni de formación ni de licenciatura. Su perfil se aclaraba. Ahora tenía sólo «estudios», y era borrado aquello de «filólogo de formación». Excepto, claro, en Diari de Gironadonde es –tomen nota– «filólogo de formación aunque no haya acabado la carrera». Ironías como la de ser medico sin ser licenciado en medicina, o yo mismo cuando estudié matemáticas –nunca acabé– en la Universidad, por lo que de formación soy matemático.
El tema periodista es todavía más complejo. Uno puede acceder al Colegio de Periodistas bien por la licenciatura universitaria o bien por acreditar durante dos años la profesión en medios. Este fue el camino de Carles Puigdemont. Respetable, como otros tantos en la profesión, pero también sin los estudios reglados como parece dar a entender su biografía. En pocas palabras, hasta el día antes de la proclamación, la biografía del entonces sí alcalde de Girona era clara: filólogo y periodista. Pero la realidad es otra. El president es un respetable bachiller sin ningún tipo de licenciatura. Algo, por cierto, que decía sin tapujos otro presidente de Cataluña como Montilla.
Pero, volviendo a su biografía, es curioso cómo se indica que no se dedicó a la política hasta 2006. Curioso porque años antes creó la Agencia Catalana de Noticíes (ACN). Un organismo de la Generalitat pagado con dinero publico. Según algunas fuentes, fue directamente un encargo del Govern, según otras, una idea suya. Ya sabemos que en Cataluña alguien sin más formación que el bachillerato pica a la puerta de la Generalitat y le ponen miles de euros para gestionar una empresa de una sociedad pública. De ahí paso a dirigir la Casa de Cultura de Girona en 2002. Ciertamente, un encargo con una vinculación claramente política. Sorprende pero, de nuevo, un bachiller al frente. ¿O en aquellas era ‘aún’ filólogo?
Esperemos que no aparezca algún escrito, currículum o biografía oficial de Carles Puigdemont donde de su puño indique que es filólogo, porque sería una presidencia bien corta
Quizás con los años me haya vuelto un clásico. Pero creo que lo mínimo exigible a un presidente es la transparencia. Como hemos citado, Josep Montilla, criticable para mi gusto en muchos temas, no era licenciado pero no lo ocultaba. Era, además, de una generación con más dificultades para el acceso a los estudios superiores. Sorprende más, por eso, que una persona joven haya llegado tan lejos sin haber acabado una carrera. Para mí dice muy poco como éxito de país. Porque quizás, y sólo quizás, permite pensar que los esfuerzos para estudiar tienen menos valor que estar bien ‘conectado’.
Recordemos que en Alemania los políticos dimiten por plagiar una tesis –al menos sí son licenciados–. Aquí alguna vicepresidenta, como Joana Ortega, ha mentido en su currículum con su carrera de psicología sin pasar nada. Pensábamos que era una excepción. Pero ahora entran las dudas de si es una práctica más común de lo habitual. Esperemos que no aparezca algún escrito, currículum o biografía oficial de Carles Puigdemont donde de su puño indique que es filólogo, porque sería una presidencia bien corta. Eso sí, ahora nadie duda ya si Puigdemont es licenciado o bachiller. Aunque deberíamos preguntarnos por qué esa respuesta ahora tan clara fue tan ambigua mientras cobraba dinero público. Que cada uno saque sus conclusiones.