La persona es un ser de aprendizaje. De hecho aprendemos hasta que nuestros días acaban, o al menos podemos intentar hacerlo. Vamos aprendiendo y desaprendiendo, tomando y soltando. Es un proceso existencial e ineludible. Si no aprendemos más es porque nos estancamos, nos fosilizamos y nos dejamos ganar por los hábitos internos y externos. Tuvimos que aprender a caminar, hablar, leer y tantas otras cosas más. El aprendizaje no cesa y lo ideal es promoverlo en distintos órdenes para que nuestro cerebro no envejezca prematuramente y se vaya cristalizando.
La mente es entrenable y desarrollable, del mismo modo que las emociones pueden llegar a encauzarse y sanearse.
En el yoga al adiestramiento espiritual le denominamos Sadhana, término que quiere decir entrenamiento y que incumbe a la vida interior de la persona y su progreso espiritual. El sadhana es un conjunto muy nutrido de herramientas para elevar la consciencia, conocernos e irnos realizando. Sin sadhana es muy difícil mejorar la calidad de vida psíquica y liberar la mente de muchos de sus lastres y oscurecimientos.
Las técnicas para la realización de sí forman parte del sadhana. Las hay de muchas clases: las que hacen posible el trabajo consciente sobre el cuerpo (posturas de yoga, ejercicios de respirción consciente, la relajación profunda y otras), las que apuntan a la mente (meditación, concentración, visualización), las que indagan en la naturaleza porfunda de ser (autoindagación) o las que tratan de purificar el discernimiento para poder ver las cosas como realmente son y diferenciar entre lo ilusorio y lo real, lo adquirido en uno y lo esencial. Muchas de tales técnicas tratan de desarrollar la mente y poder adiestrar la percepción para que sea más directa, pura y penetrativa y revele lo que se oculta tras las apariencias.
También se proponen explorar otros ángulos de la mente más allá del solo conceptual o analítico. Se va obteniendo así otra manera de percibir y ser. El practicante trata de ir más allá de las formas o apariencias y conectar con el espacio más allá de las mismas. Mediante la introspección, por ejemplo, se trata de retirarse de la actividad sensorial, detener el discurso mental y vivirse en reveladora profundidad. El mantra, por ejemplo, es una técnica, asimismo, para mediante la palabra ir más allá de la palabra y establecerse en la mente quieta. El aspirante espiritual se sirve de la triple disciplina: la ética, la de concentración y la del cultivo de la Sabiduría, verbal y la corporal, así como de la triple autovigilancia: la mental, la verbal y la corporal. Se va aprendiendo a pensar y dejar de pensar. El pensamiento tiene su lugar pero es de corto alcance; más allá del pensamiento, hay otra manera de sentir y sentirse.
El sadhana es la disciplina para liberar la mente de ignorancia básica de sufrimiento inutil. Sin sadhana no hay avance, por mucho que hayan surgido gurús orientales y occidentales que digan desaprensivamente lo contrario o que hagan todo tipo de promesas falsas y vendan su producto asegurando que hay atajos para llegar al cielo. El sadhana es la garantía de que se puede prosperar, pero es que en cualquier disciplina la clave del éxito es la práctica asidua o motivado y regular adiestramiento. Como reza un antiguo adagio: «En el bloque de mármol está la escultura, pero hay que esculpirla».
Ramiro Calle
Centro Shadak