El laboratorio farmacéutico GlaxoSmithKline (GSK), uno de los principales por su facturación, ha anunciado un cambio en su modelo de relación con los profesionales y organizaciones sanitarias. En esencia dice que va a modificar su lobby y a dejar de presionar a los médicospara que receten lo que le interesa al laboratorio. A dónde habremos llegado que la medida se anuncia como novedosa en esta industria.
Uno de los diarios on line más cercanos a la industria farmacéutica lo explica así:
GSK modifica la forma en la que interacciona con dos de sus principales grupos de interés, en ámbitos relacionados con la formación de los profesionales sanitarios, la relación de su red comercial con estos profesionales y la eliminación de cualquierremuneración directa a los médicos para que intervengan y hablen en su nombre o asistan a congresos y conferencias científicas.
Así, tal y como lo ha explicado, Cristina Henríquez de Luna, presidenta y consejera delegada de GSK Farma España, su compañía dejará de tener un papel activo en la selección de los profesionales sanitarios que asisten a conferencias científicas. En este sentido, desde el 1 de enero de este año, la compañía financiará las actividades formativas a través de organizaciones profesionales que, de forma independiente, seleccionarán y asignarán los fondos para que los médicos se formen”.
Otro periódico nada sospechoso de crítico con la Big Pharma con uanima el debate con un título bien sugerente: Las farmacéuticas ya no darán jamones.
Ni les invitarán al congreso en el Caribe sobre la tendinitis del pato viudo, tampoco les regalarán entradas para el Bernabéu, ni les obsequiarán con dos noches en un hotel de 5 estrellas. Si acaso les podrán agasajar con un bolígrafo, siempre y cuando no valga más de 10 euros.
Se acabó el tarugueo -como se denomina el soborno a los médicos-, una práctica terriblemente dañina, pero que ha sido habitual en los últimos años en las relaciones entre los laboratorios farmacéuticos y el colectivo sanitario. Millones de medicamentos han sido recetados por médicos apóstoles o tarugos (así se llaman a los que aceptan regalos), que no han tenido ningún escrúpulo en prescribir los fármacos de los laboratorios que les obsequiaban con todo tipo de regalos, incluido dinero en metálico”.
Habrá que ver hasta dónde llega Glaxo con sus buenas intenciones. La corrupción sanitaria a manos de la industria está muy extendida. El citado tarugueo es aún hoy una práctica común. Si ha decrecido es porque las compañías están más centradas en las farmacias y los hospitales, así como en hacer lobby sobre altos cargos de las administraciones sanitarias públicas.
Los médicos han dado un paso adelante en estos últimos años que, aunque no suficiente, sí ha obligado a retroceder a las industrias. Bajo la excusa de la formación de los profesionales la industria ha extendido una red clientelar en el sistema sanitario que lo ha degradado. Casi todoslos grandes (y medianos y pequeños) laboratorios desarrollan estas prácticas. Sus ventas no serían tales sin ellas.
De ello no ha escapado GSK. No hace mucho el escándalo fue mundial cuando China multó a esta farmacéutica con 379 millones por sobornos en hospitales. Los precedentes son muchos.
En el mes de mayo pasado, la compañía farmacéutica británica GlaxoSmithKline era investigada por la Oficina Antifraude del Reino Unido. Entonces tenía procesos similares abiertos en otros estados como Polonia, Irak, Jordania y Líbano.
No es un problema de desconocimiento de los hechos pues,GlaxoSmithKline reconoce que paga a médicos para que promuevan sus productos. Tampoco es un problema de falta de leyes para actuar, así queda patente en el análisis que hace el fiscal español Valentín José de la Iglesia Palacios sobre el soborno sanitario.
Es problema de la falta de voluntad política que manifiestan los diferentes partidos en el poder.
Las fiscalías deben actuar de oficio pues tampoco lo están haciendo; en España hay indicios de que GSK hace lo mismo. Basta con leer el capítulo de mi libro Laboratorio de médicos que dedico a esta empresa donde quienes han participado en los sobornos lo narran.
Yo no me fío de esta farmacéutica con ese pasado. Más bien creo que por desgracia hemos llegado a un punto en el que anunciar (casi en solitario, las demás apenas se han pronunciado sobre dejar los sobornos) que van a ser “buenos” es una gran operación de marketing, de lavado de cara.
La imagen de la industria es muy mala y lo saben. Además, sobornar a médicos es un estrategia que, aunque parezca mentira, tiene las patas muy cortas, no puede durar toda la vida.
En fin, estaremos atentos pues hasta ahora los pasos dados por lasfarmaindustrias en pos de la transparencia han sido sobre todo a través de códigos de autorregulación ética. Esto es un intento de lanzar el mensaje de que en las cosas de la industra nadie se mete, ya ella se regula sola. Jeje.
Mientras la administración pública mira para otro lado y continúa sin hacer su trabajo de formación de los profesionales, clave en este caso.