«No existe ninguna separación entre el mundo de abajo y el mundo de arriba, he aquí una lección que nos da la semilla. Enterráis una semilla en el suelo: inmediatamente se produce una conexión entre la Tierra y el Cielo, porque el Sol le envía su luz y su calor, la lluvia la riega, la Tierra le da el abrigo y el alimento que necesita, y pronto veréis que la planta crece. Sólo con poner la semilla en tierra, habéis también desencadenado fenómenos en el cielo…
Estos mismos procesos se producen igualmente en nosotros. Un ejemplo: introducimos una semilla (el alimento) en la Tierra (nuestro estómago) e inmediatamente el Cielo (la cabeza) envía corrientes para que este alimento se transforme en energías, en sentimientos, en pensamientos. En cuanto ponemos el alimento en nuestro estómago, hay fuerzas que se dirigen hacia él y se ponen a trabajar.»
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