La adicción a los carbohidratos es más habitual de lo que parece y sus consecuencias para nuestra salud son desastrosas así que conviene solucionarlo.
Alimentos ricos en carbohidratos
Los encontramos en cereales ricos en almidón (arroz, trigo, avena, mijo, cebada, centeno, etc.), en hortalizas (patata, boniato, zanahoria, remolacha, etc.), frutas, endulzantes (azúcar, miel, etc.), pan, bollería, leche, chocolates con azúcar, helados, postres, zumos, etc.
A más refinado es el alimento más rico es en hidratos de carbono.
¿Por qué nos dan tanta satisfacción los hidratos de carbón?
Cuando los hidratos de carbono o carbohidratos se metabolizan en el organismo liberan una gran cantidad de glucosa. Eso nos da energía, es como la gasolina para el vehículo. Si tomamos demasiados el cuerpo recibe una «ola» de glucosa y el cerebro, que es el principal «consumidor» de glucosa lo recibe con satisfacción. Libera serotonina que es la encargada de «hacernos sentir bien». Por ello, todos buscamos el dulce cuando nos sentimos mal.
¿Qué tiene eso de malo?
Pues que al igual que las drogas, cuando es algo continuado el cuerpo cada vez necesita más dosis para sentir la misma satisfacción. Al final ya no consumes para sentirte bien… sino para no sentirte mal.
La resistencia a la insulina
Cuando el cuerpo siente que tenemos demasiada glucosa en sangre libera insulina para que baje el exceso. Cuando esta operación es demasiado habitual cada vez necesitará más dosis para hacer lo mismo. Al final el cuerpo apenas reacciona.
Eso se llama resistencia a la insulina. Sus consecuencias son desastrosas para la salud: podemos encaminarnos a una diabetes ya que el cuerpo no puede hacer bajar el exceso de glucosa; podemos empezar a «fabricar» colesterol y podemos volvernos hipertensos.
Se denomina Síndrome Metabólico y es la plaga del S.XXI. La grasa se deposita en la cintura y la obesidad se va instaurando a marchas forzadas.
¿Cómo afecta a nuestro ánimo la adicción a los carbohidratos?
Las subidas y bajadas de glucosa provocan una auténtica «montaña rusa» en nuestros niveles de energía y de ánimo. Ahora estoy muy vital, ahora hundido. Animoso, deprimido. Cada vez nos alimentamos de un modo más compulsivo.
La persona siente que está perdiendo el control y que la ansiedad puede más que la voluntad. Eso le hace sentirse mal cada vez que come y su autoestima baja en picado. Ahora ya sabe como se sienten los drogadictos, sin su dosis de comida, cada hora y media o cada dos, se siente desfallecer.
Los bajones son cada vez más profundos y necesita tener siempre algo a mano para comer (galletas, zumos, batidos, dulces, snacks, etc.). Cada vez come de forma más desordenada y rápida.
¿Podemos romper esa dinámica?
Por supuesto. Una vez somos conscientes de ellos podemos empezar a «trabajar». Consejos básicos:
Analiza tus problemas de fondo
¿Qué es lo que realmente te hace estar más ansioso?. ¿El trabajo, la pareja, los hijos, etc.?. Coge «el toro por los cuernos» y trata de resolver el problema. Busca asesoramiento, si es necesario.
Aumenta la proporción de proteínas
Las proteínas las encontramos en las legumbres, el huevo, el pescado, la carne, los derivados de la soja (tofu, germinados, tempeh), seitán o gluten (cuidado los celíacos), Quorn, derivados lácteos (queso, yogur, etc.) y en menor medida en los frutos secos, algas, etc.
Lo ideal es que busques un dietista que te ayude a combinarlos. Empieza por tomar proteínas en cada comida. Así reducirás la proporción de hidratos
Elimina todos los alimentos refinados
Pásate al arroz, pan y pasta… integrales. La fibra enlentece la absorción de glucosa. Tendremos menos subidas y bajadas. Cambia la bollería industrial por fruta.