Tierra de zombies: Haití, historia del origen de los muertos vivientes

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El etnobotánico de la Universidad de Harvard, Wade Davis, viajó a Haití en 1982 para localizar dos casos certificados de zombies y obtener una muestra de la sustancia causante de la “zombificación”.

Haití es un pequeño y pobre país caribeño que ha sido gobernado por una serie de dictadores además de haber sido azotado por pestes, hambruna y grandes terremotos. Sin embargo, dicho país destaca por códigos semicultos propios de las sociedades secretas y místicas. Su cultura e historia tienen orígenes africanos, los códigos mencionados tienen una profunda raíz: el vudú.

Alrededor de Haití se construyó una vasta colección de leyendas que relacionaron el vudú con los zombies (palabra que deriva de nzambi, de los Kongo, que significa “espíritu de los difuntos”) razón suficiente para que el culto nacional del país fuera conocido como “el rito de los muertos vivos”. Y, como es sabido, detrás de toda leyenda aparece un destello de verdad que estaba oculta.

Zombies Haití

Foto: Héctor Flores

Todo partió por el interés que despertó en un periodista inglés, Spencer St. John, quien en 1880 divulgó que los jóvenes haitianos eran sacrificados por tribus indígenas tras hacerles ingerir una pócima envenenada. Luego, -apuntó- éstos eran revividos por el houngan y el bokor –líderes máximos del culto vudú- mediante extraños sortilegios. Al salir de la tumba las víctimas, muertas en vida, ya no eran dueñas de sus actos, siendo obligadas a trabajar en las plantaciones como mano de obra esclava y convertidos en hombres y mujeres sin identidad que sólo se dedicarían a obedecer a sus amos.

Algunos creían que los artículos de St. John eran producto de hechos reales sumados a un relato imaginario. Entretanto, para los antropólogos, los haitianos eran acusados de salvajes debido a que se desconocía su compleja y hermética cultura.

Caza Zombies de Harvard y polvos de pez

Ya existían demasiados indicios de la existencia de zombies, sin embargo, era necesario desentrañar el misterio al enfrentarse a los dueños del desconocido veneno.

El etnobotánico de la Universidad de Harvard, Wade Davis, viajó a Haití en 1982 para localizar dos casos certificados de zombies y obtener una muestra de la sustancia causante de la “zombificación”. Primero dio con el paradero de Clairvius Narcisse, un campesino declarado clínicamente muerto y enterrado en mayo de 1962, y reaparecido en 1980. El hombre dijo que su hermano había pagado para que lo convirtieran en zombie después de haberse negado a vender su parte de la herencia. Cuando lo sacaron de la tumba recibió tantos azotes que recién entonces perdió el conocimiento”. Siempre estuvo paralizado, pero lúcido. Fue llevado a una plantación donde trabajó como esclavo con otros zombies durante dos años, y quedó libre cuando el dueño del campo murió.

Davis se dedicó a investigar si el estado de “muerte latente” en que caían los zombies se producía o no a través de una poderosa droga sedante. Tras sortear un arriesgado periplo que incluyó pactos con personajes extraños y peligrosos. El científico anunció que los zombies eran reales y desmenuzó las bases químicas y sociales del proceso en su libro “La serpiente y el arcoiris”.

Lo más curioso de todo es que en las selvas tropicales de Haití existen muchas variedades de plantas alucinógenas y las cálidas aguas que bañan sus costas albergan a una criatura casi ridícula, el pez globo, que ante el menor peligro se infla como pelota. Plantas, peces zombies ¿qué relación existe entre ellos? El análisis demostró que el pez globo contiene tetrodontoxina, un potente veneno que ataca al sistema nervioso. Esta sustancia paraliza a la víctima y mantiene la respiración a un nivel tan bajo que le permite vivir durante horas con el escaso oxígeno que hay dentro del ataúd.

Poco después del entierro se le da a ingerir una pasta alucinógena elaborada a base de batata, jarabe de azúcar y Datura stramonium, fruto de una planta llamada “pepino de zombie” que induce a un estado psicótico caracterizado por la desorientación, la confusión aguda y la amnesia total. En ese momento el sacerdote lo declara Muerto Viviente y, altamente intoxicado, el zombie recibe un nuevo nombre e inicia otra vida.

Los vudúes deben proporcionarle la dosis justa de veneno para que resulte. La fórmula de la toxina, planteó el farmacólogo C. Kao de la State University of New York, no explica por qué en algunos casos el efecto duraba años.

Un tema es la sustancia que la ciencia ya ha investigado, sin embargo, no han podido acceder al trasfondo del tema: los misteriosos ritos que realizan los Houngans, verdaderos pilares de la comunidad vudú

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