«Cada mañana se produce un acontecimiento grandioso: la salida del Sol. Incluso si os resulta pesado levantaros tan temprano, incluso si estáis medio somnolientos, vale la pena de asistir a la salida del Sol. Diréis que si estáis somnolientos no obtendréis nada con ello. Desengañaos: a pesar vuestro, fuera de vuestra conciencia, se hace un trabajo cuyos efectos aparecerán más tarde, e incluso vosotros mismos os quedaréis asombrados.
Cuando una persona ha vivido en su infancia escenas de violencia, acontecimientos trágicos, no tenía aún la edad de comprender lo que ocurría; pero un día, estos dramas comienzan a surgir bajo forma de angustias, de alteraciones en el comportamiento muy difíciles de curar. Que se comprenda o no, lo cierto es que todo se registra y puede aparecer más tarde en la superficie. Por eso, incluso si no «comprendéis» nada de este fenómeno cósmico que es la salida del Sol, poneos en buenas condiciones: necesariamente vuestro espíritu, vuestra alma y vuestro cuerpo recibirán algunos elementos que se manifestarán más tarde en vosotros como armonía, paz y luz.»
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