Los Zetas, el grupo criminal conocido por su crueldad y por haber nacido de elementos desertores de las Fuerzas Armadas mexicanas, vive una guerra intestina, de acuerdo con analistas y autoridades.
La madrugada del jueves 11 de febrero en el penal de Topo Chico, en Monterrey, Nuevo León, hubo un enfrentamiento que dejó más de 50 muertos y una docena de heridos.
El titular de la Comisión Nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia, señaló que el enfrentamiento se trató de una rencilla entre grupos del mismo cartel.
La Sección Segunda de la Séptima Zona Militar advirtió a Rodrigo Medina, exgobernador Priista de Nuevo León, que gracias a la complicidad de autoridades penitenciarias, Los Zetas obtenían en la prisión de Topo Chico unos 15 millones de pesos al mes por cobro de cuotas, venta de droga y otros negocios, fondos que permitían financiar la narcoguerra que asolaba al estado de Nuevo León en ese periodo.
Pero Medina recibió más de 20 millones de dorales para ignorar las repetidas advertencias; los nexos entre políticos, ex gobernantes y gobernantes con Los Zetas inició al finalizar el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, cuando este en un intento fallido por detener el levantamiento zapatista en Chiapas en 1994, apoyó la creación del grupo de exmilitares con asesoría y entrenamiento de élite por Estados Unidos, Israel y Francia.
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NO dejemos de analizar lo que nos dicen.
Los indigenas, en cualquier parte del planeta, son gente que se dedica a cuestiones civiles, casi siempre con recursos muy escasos, de poca instruccion escolar, de nula conexión con carteles que vendan armas, y menos con que comprarlas.
CUALQUIER LEVANTAMIENTO, INSURRECCIÓN, ETC, ESTÁ FINANCIADA POR INTERESES DE OTRO RICO, que a la postre terminará siendo otró tirano, al cobrar su «inversión».