Por el Dr. Mercola
La Dra. Suzanne Humphries, autora de “Dissolving Illusions: Disease, Vaccines, and the Forgotten History» (Ilusiones disueltas: las enfermedades, vacunas, y la historia olvidada),1 es una nefróloga que ha comprometido la última parte de su carrera médica en exponer los hechos, a menudo escondidos, acerca de las vacunas, su historia, y lo que las hace posiblemente peligrosas.
El aluminio (escrito y pronunciado como ‘aluminium’ en Europa) es una neurotoxina conocida, y la evidencia científica demuestra que puede desempeñar un papel significativo en las enfermedades neurológicas, incluyendo la demencia, el autismo y la enfermedad de Parkinson.
Las vías comunes de exposición incluyen a los desodorantes, los alimentos, los productos para el hogar a base de aluminio y las vacunas.
En el video presentado, el cual fue grabado en Tampere, Finlandia, la Dra. Humphries ofrece una crítica exhaustiva sobre las vacunas que contienen aluminio, que afirma pueden plantear un riesgo muy significativo para la salud–en especial para los niños.
Incluso, la toxicidad del aluminio podría exceder la toxicidad del mercurio en el cuerpo humano. Particularmente, ella está preocupada por la nueva tendencia de promocionar la vacunación durante el embarazo.
Ella cubre más cantidad de información en este video de lo que puedo incluir en este artículo, por lo que le insto a tome un poco de tiempo para ver esta conferencia de casi dos horas de duración–especialmente si tiene niños. Entender este material podría hacer una diferencia en la vida de su hijo.
El Caso Contra el Aluminio en las Vacunas
¿Qué vacunas contienen normalmente aluminio? Como regla general, las vacunas vivas no contienen aluminio. Solo las vacunas fabricadas con virus muertos/inactivados y las denominadas vacunas “toxoides» podrían tenerlo, y esto va tanto para las vacunas infantiles como para las de adultos.
En este video, la Dra. Humphries disecciona y refuta los argumentos que a menudo escucho de los médicos que están a favor de la vacunas, acerca de las vacunas con aluminio y la sorprendente falta de hechos científicos para respaldar las afirmaciones de seguridad.
Como se ha señalado por la Dra. Humphries, a menudo la cuestión del aluminio es el talón de Aquiles en el argumento de la vacunación, y aquí ella informa los pequeños detalles que necesita saber y entender.
Para empezar, cuando consume el aluminio por vía oral, su cuerpo lo absorbe entre el 0.2 y 1.5 % . Cuando inyecta el aluminio en el músculo, el cuerpo lo absorbe en un 100 %, por lo que las vacunas que contienen aluminio son sospechosas de ocasionar un gran daño.
Aunque el conservador de mercurio se ha eliminado de la mayoría de las vacunas, debido a su conocida neurotoxicidad, los niveles de aluminio adyuvante no tienen prácticamente ningún límite superior en el programa de vacunación, y el número de vacunas que contienen aluminio que reciben2 los niños de los Estados unidos se ha cuadruplicado en los últimos 30 años.
En la década de 1970, los niños de los Estados Unidos recibieron solo cuatro vacunas que contienen aluminio dentro de los primeros 18 meses de vida. Ahora suelen recibir 17. En los Estados Unidos, los bebés finalmente reciben hasta 4 925 microgramos (mcg) de aluminio dentro de los primeros 18 meses de vida, y unos 170 a 625 mcg adicionales a la edad de 6 años.
En Finlandia, donde se llevó a cabo esta charla, los bebés reciben un máximo estimado de 3 125 mcg de aluminio, si se les suministra la vacuna contra la hepatitis B. En total, los niños de los Estados Unidos finalmente reciben alrededor de 6 150 mcg de aluminio si les suministran todas las vacunas recomendadas en el calendario de vacunación infantil.
¿Por Qué Se Utiliza Aluminio en las Vacunas?
El aluminio se utiliza como un adyuvante de vacunas–una sustancia que cuando se mezcla con el antígeno de un virus o una bacteria, provoca una mayor respuesta inmuno-inflamatoria y, teóricamente, una mayor respuesta de los anticuerpos protectores.
Como lo ha indicado la Dra. Humphries, «los bebés están programados para no inflamarse», esto significa que la placenta y leche materna ayudan a “programar” al niño para mantenerlo en un estado no inflamado.
Con el fin de hacer que estas vacunas con virus muertos funcionen, se debe utilizar un adyuvante para agitar o agravar lo suficiente al sistema inmunológico para ponerlo en acción. De este modo, las vacunas «vulneran la programación natural del sistema inmunológico del bebé».
Depende de si la vacuna contiene un virus vivo o inactivo, la vacuna estimulará respectivamente una respuesta inmunológica ya sea mediada por las células (Th1) o por los anticuerpos (Th2).
El primero, Th1, ayuda a combatir las infecciones, mientras que Th2 disminuye su capacidad para luchar contra la infección. En pocas palabras, al estimular la inmunidad tipo Th2, las vacunas inactivadas pueden amortiguar posteriormente su capacidad para combatir infecciones. Su sistema inmunológico impulsado por anticuerpos o Th2, también estimula las respuestas alérgicas, elevando el riesgo de alergias.
Como Entender la Inmunidad
Con el fin de comprender a las enfermedades y a la salud, es importante entender cómo funciona su sistema inmunológico. Se nace con una inmunidad innata contra las enfermedades, en gran parte gracias a su microbioma—las bacterias saludables que residen en el intestino, en su piel, y en varias mucosas, tales como la nariz y la boca.
Estas bacterias comensales le protegen de la invasión de microbios potencialmente dañinos. Si su sistema inmunológico innato falla, la infección se pondrá en acción, y otras células inmunológicas se harán cargo de combatir al patógeno invasor.
Si esta capa de su sistema inmunológico también falla, sus ganglios linfáticos, el bazo y los órganos linfáticos se pondrán en acción. Aquí es donde la respuesta inmunológica desarrolla una “memoria” a largo plazo del patógeno invasor, lo que se traduce en la inmunidad a largo plazo, una vez que la infección haya vencido exitosamente.
Los factores que pueden debilitar estas tres capas de su sistema inmunológico incluyen una nutrición deficiente, alimentar con fórmula en lugar de la leche materna, la falta de sueño, el estrés, y así sucesivamente. En un estado debilitado, su cuerpo pasará dificultades para combatir al microbio invasor.
Por ejemplo, la infección por salmonela o el sarampión, pueden resultar en una enfermedad muy grave si su sistema inmunológico está comprometido. Sin embargo, si está sano, su cuerpo va a combatir con bastante facilidad la infección, va a recuperarse, y tendrá una inmunidad adquirida naturalmente a largo plazo contra el patógeno en cuestión.
Las vacunas rodean las primeras dos capas naturales de protección proporcionada por el sistema inmunológico innato y la respuesta inmunológica innata inducida de forma temprana, y se moverán directamente hacia la tercera capa de la respuesta inmunológica adaptativa.
La inmunidad proporcionada por una vacuna, por lo tanto, es muy diferente de la inmunidad natural adquirida de una infección activa. Para empezar, es sólo temporal, no permanente.
Las Vacunas Inactivadas Aumentan Varias Veces la Tasa de Mortalidad
La Dra. Humphries cita un importante estudio africano, publicado en el 2014, que analizó la mortalidad durante los 12 meses de seguimiento tras la vacunación con vacunas inactivadas frente a las vacunas vivas. Algunos de los niños recibieron múltiples inyecciones de vacunas vivas, mientras que otros recibieron vacunas tanto vivas como inactivadas.
Curiosamente, la tasa de mortalidad fue casi 8 veces mayor entre los niños que recibieron una combinación de ambas vacunas, vivas e inactivadas, durante los siguientes 6 meses, y casi 5 veces más alta durante los siguientes 12 meses. En general, proporcionar vacunas inactivadas se tradujo en una tasa de mortalidad ¡64 % más alta!
Por desgracia, pocas personas hablan de estos resultados, y quienes lo hacen son profundamente ignorados por la Organización Mundial de la Salud. Según la Dra. Humphries, hay una serie de factores que contribuyen a estos resultados.
El aluminio en las vacunas inactivadas es parte de los factores, pero también tiene que ver con el hecho de que las vacunas inactivadas programan a su sistema inmunológico de una manera que disminuye la capacidad del cuerpo para combatir las enfermedades posteriormente.
Los Estudios Sobre las Vacunas Fallan al Buscar Efectos No Específicos a Largo Plazo
Es importante tener en cuenta que este problema no se limita a países como África. Las vacunas inactivadas plantean riesgos para la salud similares en el mundo Occidental, incluyendo la vacuna triple (DTaP, por sus siglas en inglés) y la vacuna contra la hepatitis B. También es importante entender que los estudios de vacunas no buscan los efectos no específicos tales como una mayor tasa de mortalidad.
Por ejemplo, el efecto específico de la vacuna contra el sarampión es su capacidad para prevenir el sarampión. Los efectos no específicos incluyen todo, fuera de eso; bueno o malo. Lo que esto significa es que una vacuna puede ayudar eficazmente a prevenir una enfermedad, y por lo tanto es considerada un éxito—incluso aunque el efecto no específico pueda ser una tasa de mortalidad más alta.
Muy pocas vacunas se han estudiado para determinar realmente los efectos no específicos tales como la tasa de mortalidad.
¿Qué Dice La Ciencia Acerca de la Seguridad de las Vacunas de Aluminio?
Dado que el aluminio se usa como un adyuvante en muchas vacunas, parece razonable suponer que se han realizado extensas pruebas para determinar su seguridad. Razonable o no, tal suposición sería falsa. De hecho, no hay evidencia real del todo para apoyar la idea de que la inyección de las vacunas que contienen aluminio sea un proceso seguro. Todo lo que sabemos es que es eficaz.
En el 2004, el Dr. Thomas Jefferson y sus colegas junto con Cochrane Collaboration, que es el estándar de oro para las revisiones basadas en la evidencia, realizaron un meta-análisis3 sobre los eventos adversos después de la inmunización con vacunas DTaP que contienen aluminio. Sorprendentemente, el estudio concluyó que: «A pesar de la falta de evidencia de buena calidad, no recomendamos que sea realizada cualquier investigación adicional sobre este tema».
¿Por qué iban disuadir cualquier investigación posterior sobre adyuvantes de aluminio cuando todavía hay muchas preguntas por responder, y a pesar de admitir que hay una falta de evidencia de buena calidad acerca de su seguridad? La respuesta que señala la Dra. Humphries, se encuentra en el propio informe, el cual establece:
«La evaluación de la seguridad del aluminio en las vacunas es importante debido a que la sustitución de los compuestos de aluminio en las vacunas actualmente autorizadas requeriría la introducción de un compuesto completamente nuevo que tendría que ser investigado antes de la concesión de las licencias.
No hay candidatos obvios disponibles para reemplazar el aluminio, por lo que suspender su uso por razones de seguridad podría afectar gravemente a la inmunogenicidad y a los efectos protectores de algunas vacunas actualmente autorizadas y amenazar a los programas de inmunización en todo el mundo. «[El énfasis es mío]
Los Objetivos de Salud Pública Superan a la Salud de las Personas
Por lo que realmente NO están considerando la salud de las personas. Más bien, ellos han elegido proteger los programas de inmunización, ya que sin aluminio, un gran número de vacunas tendría que ser eliminadas ya que no existen alternativas viables.
Otra publicación que aclara la verdadera motivación para la defensa de las vacunas con aluminio se puede encontrar en el Registro Federal, Volumen 49, Nº 107, publicada el 1 de junio de 1984, que declara en parte:
«… [C]ualquier posible duda, este o no fundamentada, acerca de la seguridad de la vacuna [Nota del editor: se refiere a la vacuna contra la polio específicamente] no debe existir, con el fin de asegurar que la vacuna continúe utilizándose hasta la máxima extensión compatible con los objetivos de salud pública de la nación».
Si menciona estos hechos a su médico y cuestiona la seguridad de la vacunación de su hijo–en especial la práctica rutinaria de la administración de múltiples vacunas al mismo tiempo–lo más probable es que le digan que no hay nada de qué preocuparse, ya que la cantidad de aluminio en las vacunas es extremadamente pequeña, y el cuerpo elimina la mayor parte del aluminio en cuestión de unos pocos días. Para citar a la Dra. Humphries, «eso es completamente falso».
Como se mencionó anteriormente, hay una gran diferencia en la absorción entre tomar el aluminio vía oral e inyectarlo en el tejido muscular. Por otra parte, mientras que la leche materna podría proveerle a su hijo 21 mcg de aluminio por día, y una fórmula convencional alrededor de 114 mcg, esto se extiende a lo largo de varias comidas.
Cuando se administra a través de una inyección, se obtiene una dosis masiva–más de 100 veces mayor que la fórmula–a la vez.
Más importante aún, cuando el aluminio se administra a través de una inyección, se absorbe prácticamente TODO. Cuando se toma, solo es absorbido alrededor del 1 %. Así que la diferencia que se absorbe en el sistema es aún más dramática, 100 000 veces a través de una inyección.
Así que, ¿puede comparar realmente el aluminio tomado al aluminio inyectado? Según el Dr. Humphries, la respuesta es un consistente no.
También, podrían asegurarle que el aluminio es un metal muy común en el medio ambiente, y se encuentra naturalmente en la leche materna, la fórmula, los alimentos y el agua potable, y por lo tanto se acumula naturalmente en el cuerpo de su hijo. Es posible que eso sea muy cierto, pero ciertamente ¡eso no significa que dicha acumulación sea saludable!
¿Qué Cantidad de Aluminio Puede Asimilar un Bebé a la Vez de Forma Segura?
Los defensores de la vacuna le dirán que el aluminio se excreta rápidamente. Sin embargo, las investigaciones muestran una realidad diferente. Los estudios en conejos muestran que casi la totalidad del aluminio (78 a 94 %) es retenido 28 días después de la inyección intramuscular.
Las pruebas de autopsia revelaron aluminio acumulado en los riñones, el bazo, el hígado, el corazón, los nódulos linfáticos y el cerebro–en ese orden. A largo plazo, el aluminio también se acumula en los huesos.
Los estudios en bebés humanos muestran que el aluminio no se excreta a corto plazo en lo absoluto. Aquí, a los bebés de 2 meses de edad se les dio un total de 1 200 mcg de aluminio en forma de tres vacunas intramusculares, según el programa de vacunación estándar. Los niveles de aluminio en la sangre y orina se midieron durante las siguientes 12 horas.
Los autores estuvieron «tranquilos» al encontrar que no habían aumentado los niveles sanguíneos de aluminio después de la vacunación. Pero tampoco aparecieron niveles de aluminio en la orina. Entonces, ¿a dónde se fue todo?
Cuando la Dra. Humphries escribió a uno de los autores para obtener una respuesta a esa pregunta, el autor, Tammy Movsas, contestó diciendo: «Así que… no se sabe muy bien lo que ocurre con el aluminio en este momento. Como ha dicho, se necesita más investigación en esta área». Sin embargo, este estudio es uno de los estudios utilizados para mitigar los temores de que el aluminio puede ser dañino.
En otro estudio, un hombre adulto sano que recibió una pequeña cantidad de aluminio ( únicamente 0.7 mcg) por vía intravenosa, no intramuscular, todavía tenía un 4 % del aluminio en su cuerpo después de tres años. La mayor parte del aluminio se excreta por los riñones, y en ello radica una parte importante del problema, ya que la función renal infantil no es equivalente a la de un adulto.
La excreción de aluminio no es tan eficiente en los lactantes y niños pequeños, sin embargo, este hecho casi nunca se toma en consideración. Lo que no se excreta al final se bioacumula en varios órganos, incluyendo al cerebro, los riñones y los huesos del niño.
Los Macrófagos Actúan como Caballos de Troya al Transportar el Aluminio a Su Cerebro
Otra mentira común es que cualquier aluminio no disuelto se mantiene justo en el lugar de la inyección, donde permanece inofensivo. Esto no es verdad.
Muchos estudios han demostrado que tan pronto como se inyecta la vacuna, la unión que mantiene el aluminio y el antígeno juntos se disuelve, y los dos se separan. Una vez que se inyecta el aluminio en su cuerpo, las células inmunes llamadas macrófagos se precipitan y engullen el aluminio. También se alimentan del antígeno. (Esto es por su diseño, porque así es como la vacuna «funciona»).
Sin embargo, este es el problema que los fabricantes de vacunas ignoran. Los macrófagos pueden transportan lo que han asimilado a través de la barrera hematoencefálica, en su cerebro. Y así como caballos de Troya, estos facilitan la entrada del aluminio en el cerebro.
Esto se ha demostrado en un «experimento de prueba del principio», publicado en el 2012, donde las nanopartículas fueron suministradas en la metástasis cerebral del cáncer de seno a través de una célula macrófaga como caballo de Troya. Otra reciente investigación ha demostrado que el aluminio se transporta del músculo al cerebro.
Un importante estudio realizado en el 2013 señaló que:4
«El Alumbre tiene un alto potencial neurotóxico, y planear y administrar una escalada continua de dosis de este adyuvante poco biodegradable en la población debe ser evaluado cuidadosamente por las agencias reguladoras, ya que el compuesto puede ser insidiosamente peligroso… especialmente en el caso de un exceso de inmunización o una barrera hematoencefálica inmadura/alterada».
Un gran número de cosas pueden alterar y abrir su barrera hematoencefálica, incluyendo por ejemplo, un nacimiento prematuro, la disbiosis, la inflamación, los agentes infecciosos, los problemas mitocondriales, las fórmulas infantiles, la irradiación, y las metanfetaminas.
Según la Dra. Humphries, a pesar de que se nos dice que el aluminio es seguro, y que el aluminio de las vacunas es inofensivo, la investigación ha demostrado que el aluminio de las vacunas termina en el cerebro. Incluso, las nanopartículas de aluminio han sido fotografiadas en los macrófagos en el interior del cerebro, después de haber sido inyectadas en el músculo.
¿Cómo Es Que El Aluminio Causa Daño?
Debido a la acción de caballo de Troya ofrecida por los macrófagos, el aluminio es capaz de viajar por todo el cuerpo, en los lugares en su cuerpo donde puede hacer un daño significativo. Desde luego, su cerebro es uno de los órganos más sensibles a esto, y sus efectos excitotoóxicos aumentan el riesgo de inflamación cerebral. La Dra. Humphries compara la acción del aluminio con las «bombas de fragmentación», donde el daño puede ser extenso, pero no necesariamente en un punto específico.
No se sabe que áreas se verán afectadas; pero en el cerebro, incluso los daños menores pueden causar problemas graves. Otros efectos adversos de la exposición al aluminio incluyen:
- Altera el ADN, regula anormalmente la función de los genes, e interfiere en la expresión génica
- Altera el metabolismo energético al vincular al trifosfato de adenosina (ATP, por sus siglas en inglés)
- Coagula a las proteínas, lo que puede alterar su función
- Daña las membranas celulares. También causa que su mielina – la capa aislante alrededor de los nervios – adquiera rigidez y se vuelva disfuncional
- Aumenta la adhesividad del endotelio vascular e incrementa el riesgo de enfermedad cardiovascular
Mercola.com.