Es una forma de vivir conectado a la percepción de que todo es energía divina. Vivir en la frecuencia de la Felicidad, que nos permite acceder al vasto campo de infinitas posibilidades. Vivir en la Presencia.
Estar consciente de que la energía, que es el todo, se manifiesta en diferentes niveles de frecuencias vibratorias; a partir de esta consciencia, también se entiende que donde se coloca intención se crea un pulso que pone en movimiento la energía y moldea una nueva manifestación, ya sea en el campo físico o sutil.
La energía aquí llamada Prana, que puede ser mejor entendida como energía vital o fotones de luz, es una partícula de inteligencia cósmica que está y siempre estuvo en nosotros y en nuestro entorno, la materia está compuesta por este potencial inmensurable; él da alma a los seres vivos, desarrolla funciones creativas en el plano material y en el campo invisible, también llamado Etérico.
Si podemos mover esta energía creativa a través de la intención, podemos modificar nuestra condición de ser limitado, podemos crear nuestra realidad conscientemente, libre de patrones limitantes. A partir de una toma de consciencia, vamos a reconocer que al moldear nuestra realidad vamos a afectar a la realidad de todo, entonces traemos la responsabilidad de impulsar solo buenos flujos en la creación de nuestro proyecto personal.
Tomando esta consciencia nos conectamos con esta fuerza divina que crea realidades favorables a la realización del plano divino individual, y que como parte del todo es el mantenimiento para una vida Feliz y Próspera; así estos niveles de frecuencia más elevados elevarán también el patrón vibratorio planetario.
Para mantenerse en esta frecuencia elevada que nos permita el estado de Felicidad Plena se precisa energía. Aquella necesaria para observar la calidad de los pensamientos, energía para observar los patrones internos de los cuerpos físico, mental y emocional, energía para dirigir nuestra intención al equilibrio, energía para mantenerse conectado a la consciencia. Que por fin nos revela el verdadero potencial.
Cuando observamos estamos en el presente y en él nos conectamos a lo que es real, en él sólo hay perfección, pues la consciencia sabe lo que puede cambiar y lo que no puede, y lo acepta. En el presente no existe lucha, no hay desgaste de energía con conflictos internos. El presente es la Presencia.
Después de dirigir el prana para una limpieza en todas las extensiones de nuestro ser a través de la intención, tendremos la clara revelación de cómo nuestra energía se desvanece cuando estamos viviendo en pasado y el futuro (recuerdos, juicios, proyecciones y preocupaciones), se mostrará nítidamente quién es el ego, sólo la percepción de quien es él nos coloca en la posición de quien somos, el observador, nuestra divinidad se revela, a pesar de que siempre estuvo ahí.
Entonces, percibiremos que algunos elementos en nuestras vidas interfieren en nuestra frecuencia vibratoria, y encontramos el circuito de dispersión; por ejemplo, cuando tenemos pensamientos negativos o cuando comemos algo que tiene una baja frecuencia, como por ejemplo carne, que además de las toxinas también trae a nuestro ser el dolor, el sufrimiento, la violencia y el miedo, nuestra vibración es alterada, con eso tenemos un desequilibrio en el cuerpo físico, emocional y mental, perdemos mucha energía para digerir, recuperar nuestro centro y restaurar nuestro campo vibratorio original.
Sin esa energía tenemos dificultad para observar, así salimos del presente, perdemos la Presencia y dejamos el estado de Felicidad. Entonces caemos en nuestros dramas diarios, nos distanciamos de nuestro potencial y volvemos a ser guiados por el ego. Pasamos a liberar elementos no conscientes, de baja frecuencia para el inconsciente colectivo, empezamos a producir pensamientos en la misma franja vibratoria, nuestras palabras pierden su poder y densificamos nuestra percepción sobre ellas distanciándonos del precioso silencio o del poder de la invocación y verdad; las acciones pasan a ser apenas una reproducción de los patrones ya establecidos en este nivel denso de vibración.
Conectándonos a esta potencial Universal, o prana, asumimos conscientemente un mecanismo que nos ayuda a mantener el estado de Comunión y Amor de forma continua. Si elevamos nuestra frecuencia por encima de los niveles ordinarios, vamos activando capacidades más sutiles, como por ejemplo la posibilidad de vivir sin la dependencia de la comida. La inteligencia corporal sustituye o complementa la necesidad de alimentos físicos para una alimentación procedente de Luz Divina o prana. Haciendo que no perdamos la energía para observar y mantenernos en el presente; en el proceso digestivo perdemos más del 50% de nuestra energía, dentro de una dieta dicha “normal”.
El factor no comer o vivir básicamente de la energía del Amor, nos ayuda a mantenernos en una frecuencia más elevada sin tanto gasto de energía. Entonces entramos en el Circuito de Sustento, donde percibimos que abastecerse de este modo sólo es posible cuando estamos Felices, pues de lo contrario, con la vibración baja el cuerpo siente la necesidad de un apoyo físico aunque esto lo haga más denso. Él accede al Circuito de Supervivencia, ya que no es la consciencia quien está controlando. Como la mayoría de nosotros estamos viviendo en el modo de la inconciencia, la inteligencia del cuerpo cumple su papel cerrada en el circuito de la supervivencia.
La franja vibratoria del campo de infinitas posibilidades, no está limitada solamente a aquellos que no ingieren alimentos físicos, puedes llegar a estos mismos estados dentro de una alimentación física consciente, o si el cuerpo está siendo alimentado por el prana también puedes usar el mecanismo del discernimiento y transitar por los sabores sin perder la conexión con la consciencia.
Para vivir de Luz es precisa la ecuanimidad, una condición mental y emocional estable, es preciso estar en la Presencia.
Existen algunos medios que permiten una expansión de la consciencia, una elevación mayor del campo vibratorio. Uno de ellos es la iniciación espiritual conocida como “Proceso de los 21 días”, en ella se observa un cambio en el sistema de creencias y la transmutación de los patrones limitantes, sucede una profunda limpieza física, emocional y mental que permite una percepción mayor, también se tiene la experiencia de la Felicidad Plena. Son 21 días sin comida, la primera semana sin ingerir absolutamente nada, ni agua; esta situación radical es necesaria para reconocernos libres de miedo, de rencores, de la posición de víctima, curar vicios mentales, disolver los coágulos emocionales y fortalecer la Fe.
En este proceso nuestro cuerpo reconoce el prana y utiliza esta energía sutil para crear materia, los componentes que el organismo necesita para vivir.
Consciencia Pránica es vaciar el vaso y percibir que el vacío es un universo de infinitas posibilidades, donde hay unidad, Amor, Paz y Felicidad.
Consciencia Pránica es un medio más que posibilita la conexión con lo Divino.
Autor: Oberom
Fuente: www.conscienciapranica.com/p/consciencia-pranica.html