¿Cómo influye el país de origen en la forma de ser? Es una pregunta que se han hecho muchos pensadores y científicos desde hace varios siglos. Las respuestas a este interrogante van desde aquellas que insisten en un determinismo geográfico, hasta las que ponen énfasis en una esencia humana universal.
Lo cierto es que la cultura en la que una persona es educada, definitivamente sí ejerce gran influencia en lo que es y en la forma como piensa y siente. También resulta decisiva en la formación de la opinión sobre nosotros mismos. No es tanto que exista una “forma nacional de ser”, sino que en cada país predominan ciertos rasgos y valores.
“El nacionalismo se cura viajando.”
También es cierto que existen rasgos comunes a todos los seres humanos, sin importar de qué cultura provengan. Margaret Mead, la antropóloga inglesa que fue famosa a comienzos de los años veinte, muestra cómo hasta en las culturas más exóticas hay separación de tareas y de poderes en función del género. También el hecho de que en todas las culturas hay expresiones estéticas que son fuertemente valoradas por la comunidad.
La forma de ser y los estereotipos
No es fácil establecer un conjunto de rasgos que definan la forma de ser según el país de origen. A veces lo que existen sonprejuicios y estereotipos respecto a determinadas culturas. Además, el hecho de que primen ciertos atributos, no significa que absolutamente todos los habitantes de un país sean de la misma manera.
Es claro que hay usos y costumbres predominantes, que impregnan la forma de ser de quienes comparten una cultura. También es claro que quienes forman parte de un país están expuestos a los mismos hechos históricos y que los más relevantes dejan una marca, más o menos similar, en quienes fueron afectados por ellos.
De otro lado, cada nación tiene un conjunto de valores, o antivalores, que promueve tanto en el plano familiar, como en la educación formal. Sin embargo, no se debe perder de vista que en razón a intereses políticos y económicos también se construyen estereotipos para demeritar o menoscabar a algún grupo humano.
Es lo que ocurrió, y ocurre muchas veces aún, con los judíos, a quienes se les tachó de “tramposos”. O lo que se dijo de los indígenas americanos a quienes se les adjudicaba ser “taimados”, “sucios” y “degenerados”. O lo que alguna vez se afirmó de los vietnamitas: que eran sanguinarios, indolentes y dementes.
Los principales rasgos y estereotipos
Para efectos de definir la forma de ser, lo común es que se haga una división basada en el origen cultural. De este modo, aparecen bloques bien diferenciados: los anglosajones, latinos y los orientales. Aunque cada grupo incluye un gran número de países, con importantes diferencias entre sí, hay rasgos que se les adjudican comúnmente.
Se dice que los anglosajones se caracterizan principalmente por su individualismo. Esto les lleva a ser personas básicamente reservadas, independientes y prácticas. Suelen ser bastante competitivos y valoran la libertad y la autonomía, por encima de todo.
Aprecian la precisión, la exactitud y el método. Se les considera, en general, sosos y demasiado esquemáticos. El sentido del humor lo valoran como expresión de ingenio y no como estado de ánimo constante. Los anglosajones tienen muy arraigado el concepto de éxito y fracaso y organizan sus vidas en torno a ellos.
Los orientales cultivan un profundo sentido del honor, que se expresa en un acatamiento casi ciego a las autoridades y una autoexigencia enorme. En los países orientales se respetan, y casi se veneran, todo tipo de jerarquías: desde las familiares, hasta las religiosas y políticas.
Son pueblos disciplinados que, al mismo tiempo, exaltan el respeto y la tolerancia por los demás. Buscan que sus actos se apeguen a principios éticos. Se enaltece, sobre todo, la capacidad de trabajo de una persona y su honradez.
Los latinos se asocian con el don de gentes, la buena conversación y la extroversión. Se afirma que son poco apegados a las normas y, en cambio, muy proclives a los placeres. Son creativos, hospitalarios, cordiales y generosos.
Pueden renunciar al éxito profesional, en función de una vida más sosegada entre amigos y familiares. Tienen gran sentido del humor y les gusta expresar lo que sienten, mejor si es a través del arte. Tienen fama de ser los mejores amantes y suelen ser profundamente apegados a sus familias.
Fuente: La Mente es Maravillosa