«En cuanto os falta la más pequeña cosa, enseguida os quejáis. ¿Por qué esta carencia debe oscurecer de pronto vuestra mirada? El Sol se levanta cada día. Tenéis el agua, el aire, la luz, el alimento. Podéis ver, oír, saborear, comprender. Tenéis la facultad de entrar en relación con el Creador, con todas las entidades celestiales, con la naturaleza, con los humanos. ¿Y todo esto no tiene valor para vosotros?
¿En qué pensáis cuando os levantáis por la mañana? ¿Y en el momento en que os aseáis? Y cuando veis a vuestra mujer, a vuestros hijos ¿en qué estáis pensando? Quizás me diréis que no tenéis mujer ni hijos. Admitámoslo, pero al salir de vuestra casa, bien os encontráis con alguien: ¿en qué pensáis al verle?… Todos los seres que viven cerca de vosotros, todos los que os encontráis están ahí para aportaros alguna cosa, para haceros reflexionar, afinar vuestra sensibilidad. En lugar de deteneros en lo que os falta, aprended a alegraros por todas las riquezas inagotables de la vida que os son ofrecidas y notaréis que os volveréis vosotros mismos más vivos.»
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El sol es nuestro dios.