La resistencia de malezas al glifosato, un herbicida ampliamente utilizado en la agricultura moderna, viene preocupando a los investigadores locales hace años. Uruguay busca prevenir un problema mundial.
La problemática será planteada en la Jornada de Cultivos de Invierno, a realizarse el jueves 14 en Trinidad, Flores, por la investigadora del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Amalia Ríos, entre otros temas de interés para los productores.
En los últimos años se han registrado numerosos casos de resistencia a nivel mundial; actualmente hay 21 malezas con resistencia, varios de ellas en el Cono Sur y se considera que existe riesgo inminente de nuevas ocurrencias en distintos países.
Brasil lidera con 20 casos – de los cuales diez están en Río Grande del Sur-, con cinco malezas resistentes a glifosato, entre ellos el raigrás o Ballica italiana (Lolium multiflorum) y la yerba carnicera o junco (Conyza spp) que deberían ser las más preocupantes para Uruguay, por la frontera seca por donde en su momento se introdujo el Capin annoni (maleza).
Le sigue Argentina con cuatro casos, de los cuales tres son resistentes a glifosato sorgo de alepo (Sorghum halepensis) y dos raigrases, uno anual y otro perenne, en áreas donde hay semilleros de raigrás.
En Chile esta la ballica italiana resistente al glifosato en los viñedos y áreas con frutales en el centro y también en el Sur, donde en el cultivo de trigo la situación es muy grave, según advirtió Nelson Espinoza del INIA Chile, en un seminario organizado en Uruguay.
El investigador dijo que las ballicas resistentes al glifosato fueron introducidos desde Australia. Agregó que el graminicida Everest (flucarbazone), aún antes de que se realizara una aplicación a nivel comercial, ya no controlaba los diferentes poblaciones de ballicas presentes en los campos de los productores chilenos.
El riesgo de aparición de variedades de malezas resistentes al glifosato va a depender de la presión de selección ejercida por el herbicida, va a ser más alta en la medida que mayor sea el número de aplicaciones realizadas. En Uruguay podemos considerar que existen áreas con niveles de riesgo de ocurrencia de resistencia al glifosato bien disímiles, aseguran los técnicos del INIA.
Entre las áreas con menor riesgo podemos considerar las forestales, porque las aplicaciones se circunscriben a los tres años iniciales de establecimiento del bosque, como máximo.
Comienzan un año antes de la plantación y dependiendo de la tasa de crecimiento de los árboles y la competencia de las malezas, se mantienen de un año y medio a dos años pos- plantación. Esta secuencia se puede reiterar luego de ocho o diez años se si replanta el bosque. También en los sistemas de siembra directa del litoral se encuentran chacras con varios años de aplicaciones con glifosato, algunas con casi 20 años de actividad y aplicaciones sistemáticas, son las más expuestas al riesgo de ocurrencia de resistencia, en la medida que más intensa es la rotación agrícola . A esta se suman las nuevas áreas agrícolas que existen en prácticamente todos los departamentos del país, donde la etapa pastoril es muy poco frecuente.
Realidad: Brasil tiene 20 casos de resistencia al herbicida y Uruguay está preocupado.
Fuente: elpais.com.uy