«Cada uno debería esmerarse en cantar, incluso aquéllos que desafinan porque cantar es un medio para hacer un trabajo sobre uno mismo. Cuando cantamos, fisiológicamente, desde la garganta hasta el diafragma, algo poderoso se pone en movimiento: brota la voz y nos sentimos poco a poco liberados de las tensiones y de las cargas interiores.
¿Qué sabemos de los ángeles? Se les representa como criaturas aladas que cantan. Como los pájaros. El ángel y el pájaro están asociados a la idea de ligereza, de vuelo y también de canto. ¿No es ya para nosotros una invitación para cantar con el fin de desprendernos de nuestras cargas? ¡Y de cuántos trastornos mentales podrían curarse los humanos con el canto! Porque las vibraciones de la voz tienen igualmente el poder de disgregar las presencias oscuras que tratan de aferrarse a ellos. El canto es una expresión de la vida; la vida misma no es otra cosa que un canto. ¿Y qué es necesario, más vivificante, que llegar a desprenderse de la atmósfera pesada que nos rodea, para entrar en estas regiones en donde todo es armonioso, luminoso y ligero?»
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