«Lo que perjudica tanto a nuestros contemporáneos, es esta continúa agitación, esta fiebre con la que viven y que acaba produciendo daños tanto en su organismo físico como en su organismo psíquico. Cada vez más oímos a gente que se queja: «¡Qué cansado estoy!» Pero a pesar de ello, siguen corriendo de un lado a otro. Está bien querer ser activos, pero para poder permanecer activos sin agotarnos debemos saber relajarnos. ¿Cómo? Tratando de romper este ritmo acelerado que hace de nosotros máquinas propulsadas por un motor imposible de dominar. Y para esto existen unos métodos muy sencillos.
Varias veces al día, deteneos al menos un minuto, pensad en alguien o en algo que améis, que os serene, que os inspire, que os dé ánimos. También, si podéis, retiraos a una habitación tranquila, tumbaos boca abajo en una cama o en una alfombra en el suelo, con los brazos y las piernas relajados, y dejaos ir, como si flotaseis en un océano de luz, sin moveros, pensando sólo en la luz… Tras uno o dos minutos solamente, os levantaréis recargados.»
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Habría que decir; «potencialmente habitables» en las condiciones propias de los seres humanos, que ni siquiera en las condiciones terrestres, por que aquí también hay vida en condiciones muy extremas