«El poder creador del ser humano reside mucho más arriba que su nivel de conciencia ordinario: se manifiesta como facultad de explorar unas realidades que le sobrepasan, de captar sus elementos y de reproducirlos en la materia. Crear es superarse, sobrepasarse. Sin embargo, incluso para muchos artistas, el acto de crear permanece en el dominio del instinto: se sienten impulsados a expresarse, eso es todo; pero expresarse todavía no significa crear. Todos los artistas que no hacen el esfuerzo de elevarse hasta las regiones superiores del alma y del espíritu, no pueden ejercer una buena influencia sobre aquéllos que les miran, les escuchan o les leen.
Estudiad bien las sensaciones que las frecuentes visitas para ver obras de arte o escuchar diferentes opiniones, despiertan en nosotros porque estas sensaciones siempre tienen consecuencias. Lo queráis o no, os conectáis con sus autores y éstos os llevan por los caminos que han recorrido antes que vosotros. Ahí es donde el arte, bien comprendido, podría ser la mejor de las pedagogías. Cuando los artistas han sabido elevarse hasta el mundo divino, hasta la cima de su ser, los elementos que han traído de estas ascensiones espirituales, no solamente continúan trabajando en ellos, sino que producen también transformaciones benéficas en el mundo entero.»
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