Como muchos otros fósiles humanos de China, el cráneo de Maba ha permanecido casi invisible para la paleoantropología durante decenas de años. Este cráneo, de cronología incierta, fue sacado a la luz en 1958 durante las excavaciones realizadas en una cueva de la pequeña villa de Maba en la provincia china de Guandong. Se trata pues de uno más de las docenas de fósiles humanos localizados en el sur de China, donde las épocas glaciales del hemisferio norte apenas influyeron en su biodiversidad. La antigüedad de este cráneo se ha cifrado entre cerca de 300.000 y 130.000 años. Esta incertidumbre es común para muchos de los hallazgos realizados en China en esos años. Las primeras dataciones se realizaron durante los años 1980s, pero no se ha llegado a un consenso. Así que podemos quedarnos con la idea de que este cráneo perteneció a una población humana de finales del Pleistoceno Medio, sin entrar en más detalles.
Los paleoantropólogos occidentales que han tenido acceso bien al original bien a una réplica tampoco se han puesto de acuerdo sobre la asignación taxonómica del cráneo de Maba. Como bien explican Xiu-jie Wu y Emiliano Bruner en su estudio del neurocráneo de Maba, es prácticamente imposible llegar a una conclusión robusta sobre la identidad taxonómica de un fósil aislado. El estudio de la morfología del cráneo de Maba permite al menos proponer hipótesis sobre esa identidad y sus relaciones con los diferentes taxones propuestos por los expertos. Puesto que el fósil de Maba carece de las características de los cráneos de Homo erectus de China, los partidarios de la teoría multiregional consideran que estamos ante la evidencia de una población de rasgos intermedios entre Homo erectus y Homo sapiens. Sin embargo, a nadie se le ha escapado que el cráneo de Maba tiene un cierto parecido con los Neandertales.
¿Es que acaso los Neandertales llegaron hasta el sur de China? El último estudio de Xiu-jie y Bruner del neurocráneo de Maba ha mostrado el sorprendente parecido de este fósil con el cráneo Neandertal Saccopastore 1 (Italia). No obstante y aunque el volumen endocraneal de Maba alcanza la nada despreciable cifra de 1.300 centímetros cúbicos, su cerebro carecía de la notable expansión de los lóbulos frontales y la altura de los lóbulos parietales que caracteriza a Homo neanderthalensis y sobre todo a nuestra especie. Xiu-jie y Bruner se han fijado entonces en la morfología de los cráneos de la Sima de los Huesos de Atapuerca, en los que la cara es muy similar a la de los Neandertales, mientras que el neurocráneo tiene un aspecto más arcaico. Considerando esa similitud Xiu-jie y Bruner apuestan por dos hipótesis alternativas. El cráneo de Maba pudo haber pertenecido a un miembro de la especie Homo heidelbergensis, que para muchos expertos vivió en buena parte de África y en Eurasia. La segunda hipótesis plantea una convergencia y/o paralelismo evolutivo entre las poblaciones europeas y las poblaciones de China de finales del Pleistoceno Medio.
Acerca de la primera hipótesis recordemos que en un artículo publicado en 2014 en la revista Science dejamos a los humanos de la Sima de los Huesos fuera de la especieHomo heidelbergensis. Con esa decisión la especie perdió nada menos que el 80% de sus fósiles y quedó prácticamente en desahucio a la espera de rescate (si es que lo tiene). La segunda hipótesis es muy socorrida cuando resulta difícil interpretar la presencia de similitudes en fósiles localizados en regiones muy distantes. Me permito pues proponer una tercera hipótesis, que mi colega la Dra. María Martinón y el autor de estas líneas llevamos defendiendo desde hace algunos años para interpretar la variabilidad de las poblaciones de finales del Pleistoceno Medio en Eurasia. Las similitudes entre las poblaciones del este y el oeste pueden deberse a que estas poblaciones han compartido el mismo origen. Aún siguiendo caminos evolutivos diferentes en regiones muy distantes, los fósiles de Europa y de China habrían conservado muchas de las características de la población original de la que proceden.
Siempre hablamos del suroeste de Asia como una región privilegiada para la evolución humana y la de cualquier especie durante el Pleistoceno. Esta región, que incluye el Corredor Levantino, resultó ser un auténtico vergel durante las épocas más frías del Pleistoceno. El suroeste de Asia, cruce de caminos entre África y Eurasia, se considera un “punto caliente” para la biodiversidad del Pleistoceno. Si la hipótesis de un origen común se acerca a la realidad de los hechos los individuos de Maba y de Saccopastore estaría lejanamente emparentados a través de un mismo ancestro de esta región del planeta. Su parecido no sería consecuencia de una convergencia evolutiva sino de la persistencia de rasgos que ya estaban presentes en sus “progenitores”. No está de más recordar que una especie tan antigua como Homo antecessor también es portadora de características que una vez fueron tenidas como exclusivas de los Neandertales. Explicar estas similitudes en especies y especímenes de tiempos y regiones tan diferentes como consecuencia de múltiples convergencias evolutivas es altamente improbable.
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