El secuestro que sufrieron 276 colegialas en Chibok, Nigeria, el 14 de abril de 2014, es una práctica común en el nordeste del país africano, donde se calcula que hasta 7.000 mujeres y niñas son retenidas contra su voluntad y sometidas a esclavitud sexual por el grupo extremista Boko Haram, advirtió la ONU.
«A los organismos humanitarios les preocupa que se cumplieron dos años y todavía se desconoce el destino de las niñas de Chibok y de muchas, muchas secuestradas más», subrayó Fatma Samoura, coordinadora humanitaria de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para Nigeria.
«No podemos tolerar el secuestro de niños. No podemos olvidar a las chicas de Chibok»: Leila Zerrougui.
A manos de sus captores sufrieron matrimonio forzado, esclavitud sexual y violación, y fueron utilizadas para detonar bombas. «Entre 2.000 y 7.000 mujeres y niñas viven en el secuestro y la esclavitud sexual», calculó Jean Gough, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Las mujeres y niñas que se escaparon de Boko Haram denunciaron que fueron sometidas a un programa de entrenamiento para formarlas como atacantes con bomba, según Unicef. Aproximadamente 85 por ciento de los atentados suicidas perpetrados por mujeres en todo el mundo en 2014 se realizaron en Nigeria. Muchas fueron obligadas a hacerlo.
Las víctimas de secuestro son liberadas a medida que las fuerzas armadas nigerianas retoman territorio ocupado por Boko Haram. Aparte de la violencia sexual que las mujeres y niñas experimentaron durante su cautiverio, muchas sufren el rechazo de sus familias y comunidades debido a su asociación con el grupo extremista.
«Eres una esposa de Boko Haram. ¡No te acerques a nosotros!», le advirtieron a una de las niñas recuperadas. La rehabilitación de las víctimas es fundamental para que puedan retomar sus vidas.
Los secuestros de Chibok no fueron incidentes aislados
Según la ONU, en noviembre de 2014 aproximadamente 300 niños y niñas fueron secuestrados en una escuela de la localidad nordestina de Damasak y todavía siguen desaparecidos.
Un informe de Unicef, publicado este mes, afirma que 1,3 millones de niñas y niños fueron desplazados por el conflicto a través de la cuenca del lago Chad, de los cuales casi un millón son oriundos de Nigeria. La organización de derechos humanos Human Rights Watchtambién afirma que un millón de niños perdieron el acceso a la educación.
Miles de personas se encuentran dispersas en las tierras áridas de Nguigimi, Níger, tras huir de la violencia de Boko Haram en Nigeria. Crédito: Vigno Hounkanli/ PMA Níger.
«Las chicas secuestradas de Chibok se convirtieron en un símbolo para cada niña que ha desaparecido a manos de Boko Haram y para todas las niñas que insisten en ejercer su derecho a la educación», expresó Munir Safieldin, coordinador adjunto humanitario para Nigeria.
«No podemos olvidar a las niñas de Chibok»
Al conmemorarse los dos años desde que Boko Haram secuestrara a las 276 colegialas de Nigeria, la representante especial del secretario general de la ONU para los niños y los conflictos armados, la argelina Leila Zerrougui, reiteró el llamado para que vuelvan. «Dependerá de nosotros ser su voz y darles de nuevo la vida que merecen», declaró el 13 de este mes.
Boko Haram secuestró a las 276 niñas del dormitorio de su escuela en Chibok. Cincuenta y siete escaparon horas más tarde, pero aún se ignora el paradero de las 219 colegialas restantes.
En los últimos dos años el conflicto recrudeció y las actividades de Boko Haram se expandieron a los países vecinos de Camerún, Chad y Níger. Más niños y niñas fueron secuestrados y cientos fueron asesinados, mutilados y reclutados por el grupo extremista.
La representante especial del secretario general de la ONU para los niños y los conflictos armados Leila Zerrougui (centro), reunida con niños desplazados y sus familias en el noreste de Nigeria, en enero de 2015. Crédito: ONU.
Niñas usadas como atacantes suicidas
En lo que se convirtió en una de las tácticas más terribles del grupo, mujeres y niños – en particular niñas – han sido obligados a ejercer como atacantes suicidas en mercados y lugares públicos llenos de gente, causando la muerte de muchos civiles, según Zerrougui.
«No es de extrañar que en medio de este tipo de violencia, las familias decidieron huir a zonas más seguras de Nigeria y a los países vecinos. Con más de dos millones de personas desplazadas, incluidos más de un millón de niños, a menudo separados de sus familias, la ONU calificó a estos desplazamientos masivos como una de las crisis de mayor crecimiento en África», añadió.
En el último año, a medida que el gobierno de Nigeria recuperó el control de parte del noreste del país, personas cautivas de Boko Haram fueron liberadas o lograron escapar, entre ellos muchos niños.
«Los niños y niñas contaron relatos inquietantes acerca de su cautiverio, incluso de cómo pueblos enteros se quemaron hasta los cimientos, y relataron historias de violación y violencia sexual, reclutamiento y el uso de niños por el grupo», destacó la funcionaria de la ONU.
«Estos niños anhelan la seguridad de sus familias, pero volver a sus comunidades puede significar la persecución y la desconfianza. Las niñas que regresan como madres jóvenes se enfrentan a retos aun mayores. Estas niñas traumatizadas requieren ayuda y nuestro apoyo para combatir el estigma y el rechazo», exhortó Zerrougui.
Educación perdida
El impacto del conflicto en la educación no ha sido menos profundo. Más de 1.500 escuelas en el noreste de Nigeria quedaron destruidas y el personal docente abandonó la zona. Cientos de miles de niños y niñas no reciben educación. Los esfuerzos de la comunidad internacional por apoyar las iniciativas para devolverlos a las aulas son esenciales y deben mantenerse.
Se hizo mucho para ayudar a los niños a reintegrarse a sus comunidades y regresar a la escuela, pero la necesidad es muy superior a los recursos disponibles.
«Es nuestra responsabilidad colectiva mantener encendida la atención en estos niños que lo necesitan y garantizar que tengan un futuro en el que puedan superar estos desafíos», manifestó Zerrougui.
«No podemos tolerar el secuestro de niños. No podemos olvidar a las chicas de Chibok «, concluyó.
Traducido por Álvaro Queiruga