La meditación es importante, pero hay que llevar la meditación a la vida diaria o, dicho de otro modo, convertir la vida cotidiana en meditación, porque la verdad está también en la vida de cada día. Y en esa vida podemos ejercer la autovigilancia y la autoobservación, a fin de regular mejor nuestras conductas y de ir realmente conociéndonos.
Esta autoobservación tiene que evitar caer en la autocomplacencia o autoindulgencia, en el autoengaño y asimismo en la autorrecriminación. Sólo observando, observando cómo nos comportamos, cómo somos, cómo reaccionamos, cuáles son nuestros rasgos negativos principales. ¿Pereza? ¿Odio? ¿Celos? ¿Avaricia? Vemos cuáles son nuestros tóxicos inconscientes que irrumpen a la consciencia, nuestros autoengaños y falaces pretextos, nuestras contradicciones y mentiras. Ponemos así en marcha la vía de la autoobservación, que conduce a la vía del autoconocimiento y del descubrimiento de sí. Y mediante el autoconocimiento uno va sabiendo qué hay que cambiar y comienza a transformarse. Como reza el adagio, “si no conoces dónde está la espina, ¿cómo puedes arrancarla?”. Mediante la transformación uno se va paulatinamente realizando y los potenciales internos de sabiduría comienzan a aflorar.
La autoobservación es como un rayo láser que le permite a uno conocer sus agujeros psíquicos, sus complejos, sus miedos y ambivalencias. También es posible así conocer las reacciones egocéntricas y no dejarse atrapar por las redes de la autoimagen. Va uno aprendiendo a vivir desde uno mismo y no solo en base a viejos patrones, pautas, esquemas o descripciones ajenas. Todos estamos engañados por lo que no somos e implicados en lo que nos es ajeno, y tenemos que trabajar sobre nosotros mismos para recuperar nuestra real forma de ser.
Si nos vamos conociendo, muchas emociones tóxicas que nos dominan, las iremos enfriando y superando, e incluso lograremos transmutar emociones nocivas en aliadas, pues reorientaremos adecuadamente esa energía. Los enemigos se vuelven aliados. Observando inafectadamente lo que va surgiendo en nosotros, estaremos más preparados para no dejarnos tanto arrastrar por lo observado. Este ejercitamiento es el que consiste en establecerse en la consciencia-testigo, que observa sin aprobar ni desaprobar, para ver las cosas como son y proceder en consecuencia. Así es posible transmutar el veneno en néctar.
Es importante comenzar por no expresar emociones nocivas, que no consiste en reprimirlas sino en conscientemente contenerlas. Siguiendo con el trabajo sobre uno mismo, no solo se podrá no consentir a las emociones tóxicas, sino llegar a mitigarlas. Al armonizarnos a nosotros mismos, cooperamos en la armonía de los demás.
Ramiro Calle
http://www.yogaenred.com/
http://mauandayoyi.blogspot.com.ar