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Los terremotos son una de las catástrofes más estudiadas por los científicos. Si tenemos en cuenta la cantidad de daños personales y materiales que causan junto con nuestra baja capacidad de predecirlos, se vuelve un reto científico en sí mismo. Ahora tenemos mucha más información sobre su naturaleza que hace décadas, sabemos de la existencia de que terremotos lentos que pueden durar meses y teorizamos si son capaces de generar minas de oro. Pero a pesar de todo seguimos siendo incapaces de predecirlos a largo plazo, lo que sería útil a la hora de evacuar poblaciones (actualmente podemos avisar de un terremoto minutos antes de que suceda, y eso con suerte y si el epicentro está alejado). Para buscar pistas en la predicción de terremotos deberíamos fijarnos en los animales, que tienen fama en ser capaces de predecirlos incluso días antes de que sucedan…pero ¿es esto cierto? ¿O solo nos encontramos ante una casualidad?
Lo cierto es que a lo largo de la historia se han reportado muchos casos de comportamiento animal extraño antes de un terremoto. El primero es de 373 d.C., en el cual el escritor romano Aelianus describe la huida de ratas y ratones de la ciudad antes del temblor:
Después de que esas criaturas se fueran, un terremoto se produjo durante la noche. La ciudad cedió, una inmensa ola arrasó todo y Helike desapareció.
Otro caso famoso sucedió en China en Febrero de 1975, en el cual los agentes de seguridad de la ciudad de Haicheng comprobaron que varios nidos de serpientes de los alrededores que deberían estar hibernando salieron de forma prematura de su letargo y huyeron. Movidos principalmente por la superstición, decidieron evacuar la ciudad un día antes de un gran terremoto de 7.3 en la escala Richter, salvando posiblemente cientos de vidas.
En los zoos también existen reportes de cuidadores de animales que percibieron comportamientos extraños en las jaulas antes de un temblor. Minutos antes del terremoto de Washington de 5.8 grados que ocurrió en Agosto de 2010, muchos de los animales del zoo empezaron a mostrarse estresados, a gritar y a ponerse a cubierto minutos antes del comienzo del temblor.
Aunque pueda parecer extraño, un grupo de científicos italianos dirigidos por la zoóloga Rachel Grand han podido dedicar su tiempo a realizar un experimento como el descrito. Día tras día observaban a una población de sapos que vivían en cierto estanque aislado. No había estanques cercanos y estas ranas vivían en el mismo sin alejarse mucho de el. Se podría decir que el estanque era su mundo y así pudieron confirmarlo los científicos tras observarlos cada día. Pero un día, de repente todos los sapos desaparecieron del estanque, huyendo a un lugar desconocido para los investigadores (y la causa no pueden ser depredadores ya que el estanque estaba vallado para evitar este problema, los sapos huyeron por su propia cuenta). Tres días más tarde, un pequeño terremoto se produjo en la zona. Horas después del temblor los sapos volvieron de su refugio desconocido a su hogar de toda vida, su estanque. Se considera que este estudio es la primera prueba científica de que los animales realmente pueden predecir terremotos, o al menos los sapos.
Otro tema más importante es cómo los animales son capaces de predecirlos. Se han observado dos maneras de predecir un terremoto en animales: minutos antes, o días y horas antes. Se cree que cuando un animal predice un terremoto minutos antes de que suceda, es porque puede sentir la vibración de la tierra antes que nosotros. Gracias a los sismógrafos, que tienen una mayor sensibilidad que nosotros, hemos avanzado en la capacidad de detectar terremotos antes imitando a estos animales. Lo interesante son los animales como los sapos del experimento, aquellos capaces de predecir un terremoto días antes. En estos casos no existe ningún temblor de tierra que nos de pistas de lo que va a pasar, en estos casos ¿qué pueden estar percibiendo estos animales?
En el estudio de los sapos, los investigadores notaron que los animales se fueron cuando se produjeron vibraciones en la ionosfera del aire antes del seísmo. Mas tarde el mismo equipo pudo comprobar que los corrimientos de tierra liberan a la atmósfera una gran concentración de iones de oxigeno de origen geológico. Estos iones pueden reaccionar con el agua creando peróxido de hidrógeno (que normalmente llamamos agua oxigenada) y esta variación de concentración debería ser detectada por animales acuáticos como peces y anfibios. Si los sapos notan que su charla está más ácida de lo normal se alejaran de ella una temporada.
Respecto a los animales terrestres, un grupo de físicos estadounidenses dirigidos por Catherine Dukesdemostraron en un estudio que la fragmentación de cualquier roca libera grandes concentraciones de ozono al exterior. Este gas es un pariente cercano del oxígeno (tiene tres átomos de oxígeno en vez de dos), no es respirable por nosotros y tiene un ligero olor dulzón. Si los animales pudieran sentir los cambios bruscos de ozono, podrían notar la presencia de alguna falla tectónica a punto de deslizarse y por tanto un futuro terremoto, pero aún no han encontrado pruebas de que esto pase en los animales.
Como se puede comprobar, sabemos que los animales detectan terremotos desde hace siglos pero aún tenemos pocas pistas sobre el método que usan. Si se logra averiguar podríamos crear maquinas que imiten a los animales y nos permitan comenzar evacuaciones días antes. Por si acaso, si ves que tu mascota se comporta de manera extraña ve preparando una mochila de emergencia.