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Sobre la expansión humana durante el paleolítico y el posible temprano conocimiento de la gnomónica, por parte de los caza-recolectores
Evolución gnomónica |
Conforme surge de las conclusiones de los más recientes estudios y contrariamente a como se creía hasta ahora, la primera expansión humana se produjo durante el Paleolítico y al parecer, habría tenido lugar con mucha anterioridad a la aparición de la agricultura y la ganadería; incluso se remontaría al Paleolítico inferior entre los 60.000 y 80.000 años antes del presente y no durante el neolítico como se consideraba hasta hace muy poco con una estimación de unos 10.000 años, según concluye una investigación.
La expansión paleolítica y la experimentación gnomónica
Según una reciente investigación, la primera expansión significativa de las poblaciones humanas, parece ser muy anterior a la aparición de la agricultura y la ganadería, remontándose incluso, al Paleolítico inferior, entre los 60.000 y 80.000 años Ap, y no durante el neolítico como se supo acordar hasta el presente y estimar en unos 10.000 años su antigüedad, según concluye la investigación.
Por lo tanto, las poblaciones de cazadores-recolectores-pescadores-marisqueros, que fueron capaces de prosperar con los avances culturales y sociales, fueron las que en definitiva tuvieron a su cargo la primera expansión humana no las poblaciones del neolítico.
En este aspecto y desde nuestra mirada gnomónica, hay que señalar que es muy probable que ya por entonces, aquellos humanos modernos se valieran de los conocimientos gnomónicos para orientarse en el tiempo y el espacio, a partir de la interpretación de los direccionamientos y longitudes de las sombras del propio cuerpo en relación con los posicionamientos del Sol y la Luna durante el día y el año trópico.
Los autores de esta investigación, que se publica en la edición anticipada de la revista ‘Molecular Biology and Evolution’, también especulan con que la expansión de la población humana del Paleolítico puede estar relacionada con la aparición de nuevas tecnologías de caza más avanzadas o un cambio ambiental rápido a climas más secos.
En cuanto a ello, cuando de técnicas pretéritas se trata, recurrentemente debemos recordar que el reconocido astrofísico Carl Sagán, al estudiar y comparar la metodología de caza de los bosquimanos con sus pares astrofísicos, dice que en las condiciones propias de cazadores y recolectores desplazándose en zonas desérticas y expuestas intensa y permanentemente al Sol y cielo abierto, los bosquimanos han desarrollado un método de rastreo y caza que resulta esencialmente idéntico al que usan los astrónomos/astrofísicos para analizar los cráteres dejados por el impacto de asteroides y planetoides.
En ambos casos, tanto en una huella rastreada por el bosquimano como en un cráter estudiado por el astrofísico, tenemos que, cuanto más superficial se muestre, más antigüedad se deduce. Es que los cráteres, como las huellas rastreadas por el bosquimano, guardan una relación esencial entre la profundidad alcanzada por el peso y el diámetro del mismo, en tanto que se verifica en ambos casos, que cuanto más partículas finas se acumularon en su interior, la huella o cráter “rastreado” resulta de mayor antigüedad, y esto en ambos casos es consecuencia devenida inevitablemente de la observación directa y socialmente acumulada y transmitida generacionalmente.
Como coronación a estos conocimientos, el bosquimano reflexiona gnomónicamente y describe que la sombra no se encuentra siempre en el mismo lugar ni tampoco se direcciona de manera estable, más bien depende del momento del día y de la posición que el sol tenga en cada momento de su recorrido sobre el arco diurno.
Al amanecer, conforme sea el curso del año trópico, el sol sale por algún punto en el horizonte del lateral Este y las sombras que provocan los objetos y el propio cuerpo del hombre, se proyectan hacia el oeste. Luego, la sombra decrece hasta que al mediodía alcanza su longitud más corta llamada umbra mínima y por la tarde, al ponerse el Sol por el oeste, las sombras vuelven a crecer en longitud pero contrariamente a lo experimentado al amanecer, se proyectan hacia el Este.
En consecuencia y a los efectos del estudio de la expansión humana, se debería considerar de fundamental importancia la posibilidad cierta de que el hombre del paleolítico ya experimentara la gnomónica como nueva técnica a partir del uso de su propio cuerpo como gnomón solar vertical y ambulante para la orientación espacio-temporal, a la manera de un arcaico GPS utilizado por el Homo sapiens/sapiens quizás, desde el momento mismo de salir de África.
«Alguien tuvo que fijar todos esos protocolos para seguir rastros por primera vez, quizá algún genio del paleolítico, o más probablemente una sucesión de genios en épocas y lugares muy separados. No hay indicación en los protocolos rastreadores«, nos dice Carl Sagán.
También en el estudio los investigadores sugieren que las fuertes expansiones del Paleolítico podrían haber favorecido el sedentarismo y su consecuente aparición de la agricultura en algunas poblaciones durante el Neolítico.En cambio y por el contrario, las poblaciones de pastores nómadas contemporáneos en Eurasia experimentaron expansiones moderadas durante el Paleolítico y no se detectaron ampliaciones de los grupos de cazadores-recolectores nómadas en África.
De hecho, con sus conclusiones demuestran que las poblaciones que pudieron haber adoptado un estilo de vida agrícola sedentaria durante el Neolítico, habían experimentado previamente otras expansiones durante el Paleolítico, por lo quequizás, decimos nosotros, para llegar a sembrar, cosechar y practicar algún tipo de agricultura incipiente, tuvieron necesariamente que haber experimentado correlativamente también, con los conocimientos de las estaciones, posiciones del Sol y la Luna y el aprovechamiento, de los beneficios propios de un adecuado relacionamiento con el Sol, la sombra y los movimientos aparentes del Sol durante el día y el año trópico.
Ya sea que al principio haya podido tratarse de un simple e inevitable juego con la propia sombra a que se ven sometidos algunas especies de mamíferos, o bien como un técnica espacio-temporal más tarde que movida por la curiosidad humana pudo dotar al Homo sapiens/sapiens paleolítico, de lo que hoy definiríamos como un GPS basado en la sombra de su propio cuerpo para orientarse en el tiempo y el espacio.
Siendo que los autores de esta investigación, especulan con que la expansión de la población humana del Paleolítico puede estar relacionada con la aparición de nuevas tecnologías de caza más avanzadas, o a un cambio ambiental rápido hacia climas más secos, bien podría tratarse de que una “sapiensagnomónica paleolítica previa”, ligada a la ubicación espacio-temporal y a las siembras y cosechas, pudo necesariamente coadyuvar a la migración consciente y voluntaria de algunas poblaciones reducidas que habrían hecho de aquel Homo sapiens/sapiens, emigrado en el paleolítico, un Homo sapiens gnomónico.
Homo sapiens gnomónico no totalmente consumado como tal, pues probablemente todavía no se había reproducido a/sí, fuera de/sí, como gnomón solar material y exterior a su propio cuerpo en un palo, poste o menhir (como nos dejan clara evidencia todos los sitios arqueológicos) pero si al menos, tuvo que ser un sapiensgnomónicamente experimentado y en formación, a partir del juego y conocimiento de los rudimentos técnicos del manejo a voluntad de su propia sombra corporal, para con ella orientarse y entendérselas con la migración planetaria.
Las evidencias arqueológicas en general indican que las culturas neolíticas han conocido y experimentado con los conocimientos gnomónicos valiéndose de gnómones simples en tiempos remotos y o de algunos con cierto grado de sofisticación iconográfica zoomorfa y/o antropomorfa tardíamente, como así también hablan acerca de que los emplazamientos de edificios y estelas no fueron elegidos al azar sino que por el contrario, todos encuentran en la gnomónica y la arqueoastronomía una total justificación.
Bosquimano gnomónico |
Irrupción del Homo sapiens gnomónico
De modo que no hay duda alguna respecto a que el Homo sapiens/sapiensneolítico es ya un Homo sapiens gnomónico, por lo que inevitablemente se puede inferir que previo a serlo en la exterioridad de su cuerpo con elementos materiales del medio que aprendió a domesticar, tuvo necesariamente que haberlo practicado con su primer y único instrumento gnomónico dado por la naturaleza, esto es su propio cuerpo.
Seguramente como lo hacen los cánidos y otros mamíferos, sin saberse naturalmente gnomón (antroposgnomón) el pretérito hombre moderno habrá jugado con la indisoluble sombra de su propio cuerpo, hasta que en algún momento de su paleolítica existencia, se supo al fin gnomón (sapiens gnomónico) y de ese modo irrumpió como Homo sapiens gnomónico que supo dominar, dialogar y dejar el planeta entero sembrado de evidencias gnomónicas.
Es que parafraseando a Carl Sagán, y para concluir, debemos suponer quealguien tuvo que fijar todos esos protocolos para seguir los movimientos del Sol por primera vez y valerse de la sombra, quizá algún genio del paleolítico, o más probablemente una sucesión de genios en épocas y lugares muy separados. No hay indicación en los protocolos rastreadores gnomónicos más que las evidencias concretas que arrojan aún hoy los diversos sitios arqueológicos.
Los autores, para realizar el estudio mencionado, analizaron un amplio conjunto de muestras que abarca unas 20 regiones genómicas y geográficas diferentes y el ADN mitocondrial de individuos de 66 poblaciones de África y Eurasia y que también se compararon sus resultados genéticos, con lo hallazgos arqueológicos.