La reencarnación es la creencia basada en el regreso y renacimiento de la esencia del individuo en varios cuerpos y vidas sucesivas.
A diferencia del Cristianismo que cree que el alma humana se encarna una sola vez en un cuerpo para vivir, morir e ir eternamente al Paraíso o al infierno, la Reencarnación profesa que la esencia humana (conocida en occidente como espíritu o alma) viaja a través del tiempo, reencarnando en un cuerpo nuevo cada vez que muere.
Esta creencia es de vieja data y ha estado en la humanidad desde tiempos antiguos. Tiene su origen en las religiones orientales como el budismo y el hinduismo, aunque también se han encontrado hallazgos en las culturas africanas y americanas, antes de la llegada del cristianismo.
En la edad moderna, algunos de los profesionales que se han dedicado al estudio esta creencia que día a día parece llamar más la atención de la cultura occidental son Jim B.
Sin embargo, uno de los investigadores más controversiales sobre el tema de la reencarnación fue el psiquiatra Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, quien tuvo la oportunidad de documentar durante cuarenta años más de 2.500 casos sobre niños y niñas que podían recordar sus vidas pasadas.
Durante su investigación, Stevenson no sólo logró el registro metódico de los recuerdos de los niños y niñas, sino que al concatenar dichos recuerdos con la realidad logró llegar hasta la identidades de las personas que los niños de su investigación afirmaban haber sido en sus vidas pasadas, antes de fallecer y encarnar en la actual.
La precisión de los recuerdos y la comprobación de fechas, personas, direcciones y circunstancias reales convencieron a Stevenson de que la reencarnación en efecto existía, y que además la infancia es un época donde los recuerdos de esas otras vidas aún están presentes.
Entre los hallazgos más impactantes en la investigación de este psiquiatra se encuentra la coincidencia de marcas de nacimiento o condiciones físicas congénitas con heridas o accidentes vividos por la persona a la hora de su muerte en la vida pasada. Comparó numerosos casos de características físicas particulares de los niños de su investigación con los reportes de autopsia de la persona que estos aseguraban haber sido, tal como lo dejó plasmado en el texto Reincarnation and Biology. uno de sus doce libros sobre las impactantes evidencias palpables sobre la reencarnación.
Uno de los casos más representativos de la investigación de Stevenson se trató de un niño nacido en Turquía, quien al parecer recordaba haber sido asesinado en su vida pasada como hombre por un tiro en la cabeza, y que en esta vida había nacido con una deformación congénita de su oreja y una deformación facial del lado derecho, los cuales tienen un índice de aparición en la población muy bajo.
Descubrimientos que parecen coincidir con las creencias de algunas culturas asiáticas donde los parientes de la persona fallecida, con la creencia de que las almas reencarnan siempre en la misma familia (familia de almas)colocan en el cuerpo marcas de ceniza, a fin de poder reconocer a la persona a su regreso en una nueva vida.
Y según lo que consta en The Journal of Scientific Exploration, son varios los bebés nacidos con marcas de que tenían la misma forma y estaban en el mismo lugar que las dejadas por sus parientes en el cuerpo de algún ancestro.
EL ENCUENTRO CON EL PASADO
Otro de los casos representativos de evidencias sobre reencarnación, es el documentado por el psiquiatra estadounidense Adrian Finkelstein, quien en su libro Your Past Lives And The Healing Process da cuenta deRobin Hull, un niño pequeño, quien le hablaba a su mamá en un idioma desconocido, el cual fue identificado por un profesor de idiomas como un dialecto perteneciente a una región ubicada al norte del Tibet.
Más aún, Robin tenía recuerdos de su vida pasada, y afirmada haber estudiado en un monasterio. Finkelstein partió entonces hacia el Tibet, donde encontró el lugar y la edificación descrita por el pequeño Robin.
Así también encontramos la historia del niño indio Taranjit Singh, quien desde los dos años afirmaba que su nombre era Satnam Singh, que el de su padre era Jeet Singh, y que él había nacido y vivido en un pueblo ubicado a sesenta kilómetros de su actual vivienda.
Taranjit también contaba que había fallecido en un accidente de tránsito, cuando era estudiante de noveno curso, dando detalles tan específicos como la cantidad de dinero que llevaba en el bolsillo al momento de su muerte.
Su padre en esta vida, movido por tal precisión de recuerdos, se dio a la tarea de investigar los datos, llegando al pueblo que Taranjit mencionaba, donde encontró a la familia del chico Satman Singh, quienes confirmaron los detalles de la historia del pequeño Taranjit sobre la muerte por arrollamiento de éste.
En las culturas orientales este tipo de historias son frecuentes, y son acogidas con normalidad.
Tal como lo revela un reportaje reciente hecho por la Agencia de noticias EFE sobre la historia, ocurrida al norte de Bangkok, de Nopporn Jairaew, quien también a los dos años de edad confesó a sus padres que en su vida anterior había sido asesinado de un disparo tras entrar a robar a una casa vecina.
Para verificar su historia, los padres de Nopporn lo llevaron al médico, y tal cual lo comprobado numerosas veces en la investigación de Stevenson, el niño tenía una marca en la mandíbula y otra en la boca, ubicadas en los sitios donde afirmaba haber recibido las heridas del arma de fuego.
AL PARECER VOLVEMOS, Y NO LO OLVIDAMOS
Según las culturas orientales, la posibilidad de recordar la vida pasada en la infancia se debe a que el tercer ojo de los niños está abierto, y los recuerdos sobre la vida anterior están frescos aún, permaneciendo con claridad en la memoria del niño hasta los siete u ocho años, momento en el que comienzan a desaparecer.
Muchos son los casos que parecen dejar en evidencia que después de esta vida, no sólo volvemos a vivir otra, en otro cuerpo, sino que además somos capaces de recordarlo.
Fuente:https://misterios.co/ninos-que-recuerdan-vidas-pasadas/https://misterios.co/ninos-que-recuerdan-vidas-pasadas/
Bueno. Hace algún tiempo quería contar lo siguiente, aquí, pero no venía a cuento, ahora tampoco, pero es que esto ya es el colmo.
Resulta que mi hermana, me dió una pulsera que se encontró por la calle, que tiene el símbolo del infinito, y allá por donde voy y vea lo que vea, al menos una vez al día sigo viendo el dichoso símbolo desde entonces. No se si significa algo, pero nunca me había pasado algo así. Si teneis alguna idea me gustaría que comentarais algo por aqui.
Por el solo hecho de tener la mente atenta a «algo» ese algo se presentara con facilidad ya que las alternativas son miles las que se presentan en estos tiempos de tantas cosas que nos rodean,…………sino no estamos atento a algo ese algo pasa sin haberlo percibido . Es solo por el estado de estar atento a ello. Muchas veces confundimos lo evidente con lo misterioso.
De ultima opcion, demosle un buen aspecto o idea positiva,nunca negativa.