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«Para que una semilla produzca un árbol, se necesitan cuatro condiciones: plantarla en la tierra, regarla, dejarla al aire y asegurarle el calor y la luz del Sol. Así pues, están ahí presentes los cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el fuego. A medida que las raíces se hunden en el suelo, aparece un pequeño tallo que poco a poco se convierte en un tronco; este tronco produce ramas sobre las cuales crecen los brotes; cuando los brotes se abren, aparecen las hojas y las flores, y estas flores darán frutos. Finalmente, los frutos producen semillas de nuevo y el ciclo vuelve a comenzar.
Todo lo que existe en el universo pasa en cierta manera por las mismas fases: raíces, tronco, ramas, hojas, flores, frutos; y es esta sucesión de las mismas fases lo que asegura la perpetuación de la vida. Según las criaturas y según los diferentes reinos o planos dónde se producen, ciertos procesos son más largos y otros más cortos. Para los árboles frutales, estos procesos se repiten invariablemente todos los años y las cuatro estaciones son sus cuatro etapas.»
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