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«¡Cuántos se han dejado morir de pena o incluso se han suicidado por culpa de calumnias, de cartas injuriosas, de artículos de periódico venenosos! ¡Y cuántos artistas también por culpa de las críticas y las burlas!… Si sucumbieron, es porque no conocían lo que la tierra, en cambio, conoce muy bien. ¿Qué hace la tierra con los desechos y las basuras que le echan? Los toma como un abono, como una materia muy preciosa y hace que participen en la elaboración de todos los vegetales. Gracias a este abono, las frutas tienen colores, perfumes, gusto y toda clase de cualidades nutritivas.
Así pues, ¿por qué el ser humano no debería conocer también los secretos que la tierra conoce? ¿Por qué debería de sucumbir ante estas suciedades que son las críticas, las maledicencias, las calumnias? Que aprenda a transformarlas y él también dará frutas coloreadas, perfumadas, sabrosas y alimenticias. Si llega a este grado de comprensión, acabará por convencerse de que, a pesar de las apariencias, el que es injustamente perseguido se encuentra en una mejor situación que sus enemigos.»
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