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La Partida reciente de una amiga y hermana de Alma me inundó de mucha Paz que mitigó el dolor. Fue en su casa, asistida en internación domiciliaria, acompañada por quienes compartieron su vida terrenal y por profesionales que fueron seres amorosos siempre, con ella y con quienes la rodeaban. Hubo mucho Amor, las palabras dulces pero firmes que la iban liberando del temor, un abrir los ojos como entendiendo…y a las pocas horas La Partida, como si se hubiera liberado de toda carga negativa para sumirse en la Paz y la Confianza.
Después de un tiempo, fueron surgiendo algunas reflexiones acerca de lo hermoso que sería realizar nuestro Tránsito y el de nuestros hermanos en esa forma tan amorosa. Pero…en general, no hablamos de La Muerte, de ese hecho trascendental hacia el que vamos todos, todos…Recuerdo las Danzas de la Muerte de la Edad Media, en las que Ella llamaba indistintamente, sin hacer diferencias sociales, para demostrar al hombre que todos seguían el mismo camino o los versos del poeta Jorge Manrique: “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir”. A través de los siglos de historia, el tema estuvo siempre instalado, cambiando el punto de vista según las filosofías y/o las políticas de opresión de la época.
Sin embargo, en la actualidad es un tema relegado (en la gran mayoría) y es más: “de eso no se habla”. Se corre una carrera desenfrenada para parar el paso del tiempo: rejuvenecimientos a la orden del día (y qué paradoja: por una búsqueda de eterna juventud se llega a arriesgar la vida del cuerpo), desprestigio de la gente mayor, y por lo tanto, el Gran Tema, bien lejos…No quiero decir que nuestro tránsito terrenal sea invadido negativamente por la idea de que todos vamos a morir. El hombre ya vivió en otros siglos (o vive) con esa nefasta idea, que anexada a la del Cielo, Purgatorio, Infierno (por nombrar algunas), le quitaron libertad y lo sumieron en el miedo…
Pero a pesar de todo esto, cuántos Maestros, desde tiempos remotos, sabían la Verdad y vivieron conforme a ella. Jesús dijo: “La Verdad os hará libres”. Y la Verdad es: no busquemos afuera, el Ser está en nosotros, el Ser ES, somos Uno con Él y por lo tanto nada muere porque nada nace. No puede nacer lo que siempre existió. El Ser, la Esencia que somos, es atemporal. El hombre está ya en un camino de comprensión de su destino de Luz y aunque gran parte de la humanidad sólo “exista”, tenemos que entenderlo y aceptar el camino de cada uno.
Entonces tenemos que abordar el Gran Tema de la Partida para de una vez ir cambiando la visión distorsionada o de ocultismo que está instalada, en general, también en quienes estamos (o creemos estar) en otros senderos. ¿Y cómo hacerlo? Y…desde la naturalidad que tiene que tener…Desde la simpleza de ver con los niños lo que pasa con los seres de la naturaleza, como una fase de transformación. Podemos observar cómo la hoja que cae enriquece el suelo, cómo la crisálida se vuelve mariposa, o la semilla que cae en tierra para traernos más vida, en fin, a cada paso tenemos ejemplos. Y justamente los niños son grandes maestros al superar rápidamente los grandes cambios porque tienen una aceptación que en general nos falta a los adultos. Vamos creciendo y el tema Muerte se va transformando en tabú en la gran mayoría. Por ejemplo, hasta en la forma de nombrarla: “y…saqué un seguro por si pasa “algo””. O cuando estamos con un hermano que en poco tiempo partirá hablamos de cualquier cosa, por ejemplo, del tiempo, muletilla infalible para cuando no sabemos qué decir y en realidad sí sabemos de qué tendríamos que hablar: del Paso Sagrado que dará ese ser, de tratar de que lo haga sin miedo y con confianza, de que sea un tránsito amoroso…
Cuántos seres se van en soledad, en ámbitos que le son desconocidos, a veces fríos y ruidosos…Tal vez no se pueda de otra forma, por ejemplo con la internación domiciliaria, pero lo que sí podemos hacer es acompañarlo. Ojalá hubiéramos podido hacerlo con quienes ya partieron, pero tenemos que mirar hacia delante. Ahora somos conscientes de nuestra vida terrenal y de nuestra Partida. Y aunque el Tránsito definitivo sea sagrado y solitario para cada ser, qué hermoso haber tenido antes la certeza del Amor para hacerlo confiados en que nos fundiremos con la Luz del Ser Atemporal.
Autora: Normi L. Sartori