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Es vanidad querer sanar al otro.
Es santidad civil enseñar al otro a sanarse y a ayudarse a sí mismo.
Si Dios no quiere, el hombre no puede. Pero si el hombre no quiere ni Dios puede.
Es loable dar, pero es repudiable obligar a recibir.
Si una persona no sabe cuál es su finalidad en la vida, puede atravesar el tiempo y llegar a su muerte sin saberlo (es lo que la mayoría de los seres humanos hace). En ese caso es inútil tratar de hacerle comprender su árbol genealógico. Si por el contrario, pide como un agonizante que se le ayude, todos los esfuerzos terapéuticos deben concentrarse en darle los medios para que descubra su finalidad… Lo mejor de todo es presentarle no finalidades individuales, sino hacerlo consciente de que pertenece a la humanidad y revelarle cuál es el destino de la raza humana.
La persona desvalorizada comprenderá que el ideal humano, antes que nada, es conocer todo el universo, incluyendo en esto la revelación del misterio de la vida. Luego, aplicando tales conocimientos, prolongar la vida para que cada humano viva tantos años como vive el universo. Y más aún, mutar y transformarse, hasta ser espíritu puro, libre de la materia, para convertirse en la conciencia del universo.
Desarrollando una creatividad continua, mejoraremos el cosmos donde por el momento vivimos…
Comprendido esto, el consultante tratará de conocer a todos los integrantes de su familia, de bisabuelos a hermanos, pasando por padre y madre, tíos y tías, analizando cómo han obtenido el dinero que los ha hecho vivir. Luego, analizar a qué edad murieron estos personajes y cuál hubiera debido ser la edad máxima a la que hubieran podido llegar, si circunstancias favorables les hubieran ayudado.
Depués, analizar el nivel de Conciencia de cada familiar y compararlo con personajes históricos de gran nivel, Cristo, Buda, Gandi, Amma, etc.
Y por fin invitar al consultante a vuisualizarse realizado, sabio, con un sublime nivel de conciencia, conduciendo a su familia y amigos hacia un Edén.
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